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Juan Martín Del Potro le dijo adiós al tenis hace un par de semanas y fue noticias en todos los rincones del mundo, en lo que respecta al deporte. Su lucha incansable contra las lesiones, le minó la carrera como tenista profesional y a pesar de ello, Delpo se las ingenió para sobresalir debido a su talento y su cabeza.

Cuando estuvo sano, Juan Martín era top del mundo y con eso se refiere a que podía sentarse en la mesa de los tres de los más grandes de la historia como Rafael Nadal, Novak Djokovic y Roger Federer. Del Potro les hacía partido y les ganaba también con esa derecha pesada que se transformaba en un cañón cuando la soltaba. En el 2009 se presentó al US Open con la ilusión de llegar lejos, habiendo hecho una gran preparación y con el correr de los partidos fue deshaciéndose de grandes rivales, hasta llegar al turno de los supremos, Rafael Nadal en semis y Roger Federer en la final.

Al español lo tachó con un triple 6-2, en una de las poquitas veces en la que el Rafa se vio superado por completo y en la definición, venció a Roger en una batalla a cinco sets, levantando un 1-2 en contra y en el quinto se impuso por 6-2

Ese espaldarazo fue lo que le faltaba al mundo del tenis y del deporte para conocer a Del Potro y saber que era un fuera de clase, por eso que tras el título llegaron los halagos, elogios e invitaciones a distintos cocteles del Jet Set. Justin Timberlake, cantante, a veces actor, lo invitó a una fiesta privada de celebridades y ahí estaba la Torre del Tandil, esa noche, siendo el centro de la escena que hasta el mismísimo LeBron James no quiso perdérselo.

“Después de ganar el US Open del 2009, me llamó Justin Timberlarke para invitarme a una fiesta privada. Estaban todos los famosos de EEUU, y de repente, el más importante era yo. LeBron James le pedía permiso a los guardias para sacarse una foto conmigo”,  recordó Del Potro en una entrevista exclusiva para Star Plus.