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Ace Bailey, quinta selección del Draft de la NBA 2025, fue elegido por Utah Jazz a pesar de que el joven base de Rutgers había rechazado reunirse con el equipo antes del draft. Su entorno había dejado claro su deseo de jugar para Washington Wizards o Brooklyn Nets, lo que generó cierta tensión en el proceso. Aun así, Danny Ainge y la dirigencia del Jazz apostaron por su talento, conscientes de que, tras una temporada desastrosa (17-65) y sin suerte en la lotería para obtener a Cooper Flagg, necesitaban una figura con potencial para revitalizar la franquicia.

Bailey, de 18 años, es considerado uno de los prospectos con mayor techo de esta camada, y su caso representa una situación clásica donde ambas partes conocen los riesgos y las posibles recompensas. El jugador mantiene una comunicación mínima con el equipo y, aunque se presentará a Utah con cierta reticencia, su talento justifica la elección. Desde su posición, mostrarse difícil no lo perjudica: su calidad como jugador lo llevó al top 5 del draft incluso con el drama previo.

El contexto económico actual también explica parte de esta actitud. Muchos prospectos de alto nivel ya son millonarios antes de debutar en la NBA, gracias a los acuerdos NIL del deporte universitario. En ese escenario, elegir dónde vivir y jugar cobra mayor peso. Utah no es el destino ideal para todos, pero ahora el equipo de Bailey tiene margen para negociar condiciones favorables. Mientras tanto, el jugador tendrá que salir a la cancha y demostrar que su juego está a la altura del ruido que genera.