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La telenovela de Ben Simmons ya casi que agota. Empezó con sus malos playoffs, luego con su pedido de dejar a los Sixers, siguió con su regreso, más tarde con su expulsión de una práctica a manos de Doc Rivers, y cerró por el momento con su necesidad de atención psicológica por el mal momento que vive y que le impide jugar básquetbol. 

Así las cosas, el front office de Philadelphia ya no sabe a quién más ofrecérselo, porque es un paquete no muy fácil de vender. Viene jugando mal, no tira de tres puntos, no mete los libres, no aparenta ser un gran compañero y encima tiene un contrato chino para embocarle a otro equipo: este y 3 años más, por un total de 147 millones de dólares. 

Pero siempre hay un roto para un descosido, decía mi abuela. Y Boston Celtics, que desde la asunción de Brad Stevens como GM no estaría pegándola mucho (4-6 su récord, sin un base fiable desde la partida de Kyrie Irving, con algunos petardos internos por su rendimiento, etc), dicen que empezó a analizar la opción de traerlo. A Simmons. 

¿Cuál sería la idea, según prensa cercana a los Celtics? Primero, piensan que es un posible acuerdo que favorecería a ambos. A Philadelphia seguro, porque se sacaría de encima a Simmons y se llevaría Jaylen Brown, o al menos es a lo que aspira. Un jugador que le cerraría justo para agregar calidad a un plantel que ya tiene bastante. Y, por la diferencia de salario (33 contra 25 de Brown), los Celtics encima tendrían que darle a alguien más. 

Para Boston, dicen, sería la forma de recuperar un guardia de jerarquía, en una posición en la que tienen muchos problemas. A ver. Nadie dice que Simmons no tenga talento o que juegue mal. Pero la realidad es que no resulta fácil encajarlo en un plantel con sus cualidades. Tiene 2.06, hace muchas cosas, pero también condiciona por sus debilidades.

Necesita muchos tiradores, para que le den espacio, o para generárselos. Necesita compañeros que definan juegos, porque él en los momentos calientes no tira y falla libres. Y necesita un entrenador que lo apoye, arme situaciones de juego para él, y se banque la bronca de los compañeros cuando pasen las cosas ya fichas. Quizá alguien logre generar ese clic y Ben se convierta en una estrella. Hoy, está lejos. Mucho más lejos que Jaylen Brown.