Basquetplus.com

Kobe Bryant será mundialmente recordado por su mentalidad ganadora, su confianza y su capacidad de dominar los juegos no sólo desde su talento sino también desde su inteligencia a la hora de relacionarse con sus rivales. Esas condiciones lo acompañaron durante toda su carrera, incluso antes de ser una estrella en la NBA. Y una anécdota de su primer año en la liga lo refleja mejor que nada.

Jeff Pearlman es el autor de Three-Ring Circus, el libro que cuenta el detrás de escena de la dupla conformada por el fallecido perimetral y Shaquille O'Neal en aquellos Los Ángeles Lakers que ganaron tres campeonatos de forma consecutiva entre el 2000 y 2002. La obra está plagada de momentos inéditos, pero uno de los iniciales es tal vez el más interesante y tiene que ver con la Mamba Negra.

En 1996, el entrenador Del Harris le pidió a los jugadores del plantel que se presentaran ante sus compañeros para generar una conexión en el nuevo grupo que se había creado. O'Neal, que había arribado desde Orlando Magic, soltó: "Hola, soy Shaq. Vamos por todo", mientras que Derek Fisher dijo: "Soy un novato de Little Arkansas listo para trabajar". Bryant, elección número trece del Draft de ese año, sorprendió a absolutamente todos cuando tomó la palabra: "Soy Kobe, Kobe Bryant. Soy de Pensilvania, fui a la secundaria Lower Merion y lo dominé todo. Solamente quiero que sepan que nadie me va a molestar. No voy a dejar que nadie en la NBA me golpee, así que tengan cuidado".

Esa fue la carta de presentación del escolta de 18 años de edad, que dejó bien en claro desde el principio que su nivel de confianza en sí mismo era tan alto como cualquier figura consagrada de la competencia. Al poco tiempo, todo ello fue respaldado con actuaciones dentro de la cancha y los Lakers encontraron al que, quizás, sea el deportista más determinante y representativo de toda su historia.