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Jeremy Lin estaba solo en su segunda temporada, pero ya se estaba quedando atrás. Fue cortado por los Warriors de su ciudad natal después de un año de novato en el que solo jugó un tercio de la temporada. Luego firmó con los Rockets solo para salir 3 semanas después de la franquicia, con apenas 2 juegos disputados. Las cosas no pintaban bien.

Los Knicks, en aquella temporada de 2011, acababan de sufrir una lesión y, en un aprieto, reclamaron a Lin como agente libre al ser cortado. Lo imaginaban como un base armador de tercer orden, nada más lo buscaron por profundidad. Lin registró solo 9 juegos, 55 minutos y 32 puntos totales para los Knicks antes de su momento icónico. Los Knicks habían perdido 11 de sus últimos 13 juegos, y su mala rotación de bases había sido un factor importante. Entonces, el 4 de febrero de 2012 contra en ese entonces New Jersey Nets, el entrenador D'Antoni, desesperado, le entregó a Jeremy sus primeros minutos reales.

Lo que sucedió después fue algo sacado de una película. Lin estalló con 25 puntos, 7 rebotes y 5 asistencias,. Los Knicks ganaron y había un nuevo titular en el equipo. Aprovechando esto, Lin estableció Lin firmó otro juego con 28 puntos. Y luego, arrastraría a los Knicks en una racha de 7 victorias consecutivas, mientras se convertía en el fenómeno sensacional de New York.

En la cima de su juego, Jeremy Lin promedió 22.3 puntos. Jugó 13 juegos más a un ritmo un poco más calmado antes de sufrir una lesión prematura, terminando la racha de 26 juegos con casi 18 puntos por partido. Un salto gigante desde sus primeros 9 juegos en los Knicks, donde promedió 3.5 puntos. Si bien la experiencia duró poco, nadie se hubiera esperado que un jugador cortado dos veces, sin minutos en ningún equipo y que además promediaba 3 puntos, explotara así y fuera el ícono de toda una ciudad de repente.