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Liga Nacional

Recuerdo imborrable y amistad eterna, Osella y su historia con Palito Cerutti

18:44 05/05/2025 | Ambos compartieron equipo en Atenas, vivieron juntos y forjaron una gran amistad hasta el fallecimiento del oriundo de Morteros, del que se cumplen 35 años.

Osella y Cerutti, dos grandes amigos (La Voz)

El recuerdo de Palito Cerutti está vivo hace 35 años en la memoria de todos y cada uno de los que compartieron con aquel joven interno que tanto prometía. Y uno de los que lo vivió más de cerca y forjó una gran amistad fue Diego Osella.

El de Oncativo llegó un tiempo más tarde que el Palo, pero inmediatamente se fueron a vivir juntos: “Yo llego en el año 88, cuando estaba para ver si iba a Atenas o no. Había formado un poco la base de los que habían salido campeones el año anterior, la selección de Córdoba que iba al Campeonato Argentino de Jujuy de juveniles. Y los que veníamos de afuera, con el Mili Villar y algunos otros más. Ahí un poco empecé a tener relación con él en ese Argentino. Después quedo en Atenas y vamos a vivir en un departamento en Córdoba, donde el club me pone con él provisoriamente. Después ya quedamos todo ese año viviendo juntos ahí”.

En el recuerdo de Osella y su primera impresión: “Él ya tenía un nombre. Más allá de que éramos de la misma edad, nunca lo había cruzado en ningún provincial, nada. Yo jugué en un par de selecciones, pero él no estaba o se había ido a un Argentino en Santiago que jugó Juan Espil. Después lo vi como alguien más cercano a mí. Pegamos buena relación enseguida. Era el más joven, después tenía a Pichi (Campana), Marcelo y Mario (Milanesio), Germán (Filloy), Donald (Jones), todos con mucho nombre. Fue una forma de tener una buena relación con él por la edad y por venir de pueblos del interior de Córdoba, pero ya tenía una carrera un poquito más avanzada que la mía”.

A la vez, el día a día era una constante de estar juntos, tanto que decidieron seguir compartiendo departamento en el segundo año: “Nosotros hacíamos cosas como terminar el entrenamiento e irnos para el barrio donde está la universidad a juntarnos con amigos de él a comer un asado o a jugar al fútbol un rato, o cualquier otra cosa. Más allá de que yo era más introvertido que él, él siempre iba para adelante. Y como nos llevábamos muy bien decidimos irnos a un departamento más grande para seguir viviendo juntos, aunque era mucho más lejos. Fueron muchas las cosas que compartimos”.

Dentro de la cancha también recordó Diego cómo se llevaban: “Jugábamos en la misma posición. Pero tuvimos posibilidades en el 88 porque se jugaba con un solo extranjero. Y ahí yo tuve más posibilidades detrás de él o de Donald, así que para mí era un sueño de pasar de jugar con mi club de Oncativo la Liga B o el Provincial a ser parte del equipo sensación del momento. Representaba mucho lo que era la provincia”.

Osella fue tan cercano que estuvo cuando Cerutti abrió los ojos: “Teníamos libre y como él tenía auto se fue y yo me quedé para ir al otro día para mi pueblo. No había celulares ni teníamos teléfono fijo en el departamento, y antes de salir fue alguien a decirme que había tenido un accidente. Nunca pensé en la magnitud de lo que había sido. Me dijo algo que no me voy a olvidar nunca. Yo entré, me miró y me dijo, ‘¿qué hacés acá, no te ibas a Oncativo?’ Ahí ví que está un poquito más lúcido, pese a la magnitud del accidente que había tenido. Uno siempre pensando que iba a salir”.

Y recordó el día a día y cómo fue enfrentar lo que se venía, con los playoffs de la Liga, donde fueron campeones, y el Mundial de 1990: “Fue duro para todos. Pasar todos los días por la clínica desde que llegó hasta que falleció. Hacíamos eso, no recuerdo bien si entrenamos algo, pero era pasar todo el día en el bar de enfrente de la clínica esperando noticias. Se decía que si salía iba a ir con nosotros al Mundial. Tuvimos que salir a jugar con la angustia que teníamos, pero con el compromiso que tomamos de hacerlo en honor a él, al amigo y persona que era, tomarlo como bandera para darle algo a la familia, no alegría pero algo lindo. Y tuvimos siempre al Palo presente, pero fue duro porque en ningún momento se nos iba de la cabeza la sensación de no tenerlo con nosotros”.

Ya en el seleccionado, Diego tuvo un enorme gesto muy recordado, usar la 7, que era el número de su gran amigo: “Terminó la Liga, salimos corriendo y tuvimos una gira larga en el exterior. El que me ayudó a hacer eso fue Esteban De la Fuente, porque era el número de él. Compartímos habitación, lo hablé y no tuvo ningún problema. Fue un poco un homenaje para él. Y cuando terminó el Mundial me fui a Morteros con mi madre y le llevé la camiseta que había vestido a la familia para que la tengan ellos, que era lo que yo quería”.

Esa vorágine lo llevó a tenerlo siempre presente y pasar ese duro momento de los primeros meses sin el Palo: “Con el trajín de ir y venir, no es que uno se olvida, pero al volver y al poco tiempo empezar la pretemporada con Atenas faltaba alguien. Faltaba el jugador y la persona, porque más que todo era el tipo de persona y lo que representaba para todos, porque era amigo de todos, compartimos todo. Movilizaba la juntada en Atenas. Costó mucho no tenerlo, costó después llegar al departamento vacío y buscar otro lugar, fue una situación complicada todo ese año. Cuando uno vuelve a la casa empieza a recordar y fue duro perder a un amigo”.

Dos años después del fallecimiento, el Polideportivo Municipal de Córdoba pasó a tener el nombre de Carlos Cerutti: “Atenas en ese momento era un referente muy grande del deporte de Córdoba, no había mucho fútbol. Pero el básquet en el interior de la provincia era muy fuerte. Yo pude ver los sábados a Atenas jugar en el Corazón de María. Y al fallecer una persona tan joven, que lo querían tanto todos, fue algo que impactó mucho, y se siguió hablando de él. Cuando la Municipalidad de Córdoba declaró que el Polideportivo llevaría su nombre fue algo hermoso que quedó plasmado y fue muy lindo para todos los que lo conocimos y un recuerdo de tantos logros que se consiguieron en esa cancha”.

Una enorme forma de tenerlo siempre presente para Diego: “Uno siempre miraba para arriba y se acordaba. Falleció mi viejo cuando yo era muy joven y lo tengo siempre presente a él y al Palo, entonces cuando se conseguían cosas un poquito era acordarse de todos los momentos lindos que pasamos con él”.

Por otro lado, Osella lo recordó como jugador: “Como jugador era un excelente proyecto. Tenía muchas condiciones, era un poco vago (risas), pero tenía muchas condiciones. Un tiempo antes habíamos ido a Italia y él a Roma porque tenía la chance de jugar como oriundo. Era muy joven todavía y era un proyecto muy interesante en la Liga Nacional”. Pero más que nada como persona: “Era una gran persona, un gran amigo que daba todo no solo por la familia sino por el grupo. Unía mucho, le gustaba mucho juntarnos fuera de la cancha, comer un asado, ir para un lado, para otro, no paraba. Era un ser muy querido para todos. A pesar de la corta edad y los pocos años que estuvo en Atenas, su nombre quedó muy vivo en el hincha y los jugadores que estuvimos con él”.

A 35 años de su pérdida física, Diego guarda una conexión con el día 3 de mayo y cuenta cómo elige recordarlo: “Lo tengo siempre presente porque uno de mis hijos cumple años el mismo día. Lo recuerdo como quizá él querría, que nos dejemos de joder y que nos juntemos a comer un asado y tomar unos fernets y unos vinos, que es lo que él siempre hacía. Tenía muy buena onda, siempre para adelante, nunca bajar los brazos, y el compromiso de cumplir con algo que él hubiera querido siempre, que fuéramos para adelante. Es lo más significativo que podía dejar para todos los que estuvimos con él”.

Alejandro Malky / [email protected]
En X: @basquetplus
En X: @alemalky

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