Gabriel Fernández: "El oro fue una gran enseñanza"
20:37 20/08/2024 | Uno de los grandes obreros de la Generación Dorada habló con Básquet Plus, analizó el enorme logro a 20 años de la gesta en Atenas y todo lo que vivió en ese momento.
Gabriel Fernández siempre fue definido como uno de los grandes obreros de la Generación Dorada. Era de esos que sabía bien lo que había que hacer para ganar, y lo demostró dejando todo cada vez que le tocó ingresar. Por eso fue clave en el oro olímpico en Atenas 2004.
-¿Qué es lo primero que te viene a la mente de Atenas 2004?
. Primero el tiempo que pasó, parece que hubiera pasado rápido, pero pasaron mil cosas en el medio. Después es el haber alcanzado el logro, el sueño que tenía de chico como deportista, porque uno va teniendo distintos sueños y lugares a donde querés llegar, era el sueño inalcanzable. Algo que decís cuando te preguntan a los 12 o 13 años y está re contra metido con el básquet fanático de ir a ver a tu papá jugar. Poder ser campeón olímpico, que le vas a ganar a Estados Unidos y vas a ser parte de ese equipo y de una generación que va a ser famosa durante mucho tiempo o va a marcar una historia en el básquet argentino, no soñaba eso. Pero si soñaba ganarle a Estados Unidos porque ya había aparecido el Dream Team, yo lo hablaba en el club y me decían que era imposible. Todavía sigue siendo un desafío y lo va a ser cada vez que participen porque es la mejor liga del mundo que se sigue desarrollando a una velocidad muy superior a la del nivel FIBA. Hubo una camada muy desafiante, con una situación económica muy favorable en los 90 para el nivel de extranjeros, entrenadores muy soñados que nos fueron metiendo eso en la cabeza, porque eso vino de Guillermo Vecchio, Rubén Magnano, después lo continuó Sergio (Hernández), Julio Lamas también tuvo que ver en ese momento. Una camada de jugadores y entrenadores muy desafiantes, de personas que realmente fue muy competitiva, que pensaba que podía alcanzar todo y se fueron dando las cosas como para ir a competirles. En el primer partido, cuando Rubén empieza la charla y a nombrar los jugadores, todos sabíamos que íbamos a ir a jugar en serio por dentro. Pasaron 50 segundos de chiste y después todos serios porque ya era lo que teníamos en mente, no nos quedamos mirándonos como diciendo ‘qué dice este’. Estábamos concentrados porque si no hacíamos lo que decía nos sacaba porque él era el primer convencido.
- De lo que hablás es de la tormenta perfecta que hablamos mucho. Una generación más o menos contemporánea, gente que puso un extra, ustedes estaban todos acá al comienzo, pero se venía germinando desde antes.
. Era una Liga de 48 minutos, eso nos dio muchos minutos con extranjeros pagos en dólares que venían de jugar en Barcelona o la NBA. Tenían calidad y cuando los defendías te decían que podías defender a cualquier jugador de la NBA, y uno pensaba que lo quería llenar de confianza y te la ibas creyendo. Cuando te empezás a sentir fuerte en defensa, en los 90 convivíamos con esos jugadores que venían del primer nivel de Europa o de la NBA que hoy por la situación económica no se puede. Eso también fue esa tormenta perfecta que nos potencio.
- Más la Ley Bosman, más un grupo que empezó a los 15 años a jugar juntos.
. La mentalidad de Vecchio, desafiante y distinto a lo que venía, nada conservador. Ya le decía a los jugadores que estaban en la selección quiénes iban a estar en la NBA, entonces escuchabas eso y decías ‘si él puede, por qué yo no’. Si sigo mejorando y dice que este es potencial de ser tenido en cuenta por la NBA, por qué uno no. Y él veía en esa camada 8 o 9 jugadores que podían llegar, y lo decía al grupo, no al jugador en particular. Entonces ya empezabas a creer que podía llegar más lejos. Después la ley Bosman fue raro. Me acuerdo que con el pasaporte de mi bisabuela saqué el pasaporte en dos meses. Por eso cuando hago otras cosas veo que la sumatoria de detalles te llevan a un buen lugar, por ahí no a la excelencia, pero si entre los mejores. Después si seguís obsesionado con mejorar y que todo eso se de y cierre en algo, seguramente te lleve a algo muy cercano al éxito.
- ¿Cómo se definió tu rol en Atenas 2004? Porque eras un jugador muy particular, un pivote muy fuerte pero con un tiro de tres puntos que te permitía compartir cancha con Oberto, Wolkowyski, Scola. ¿Qué hablabas de eso?
. No se habló mucho. Era un tema mío personal que yo sabía lo que le podía dar al equipo, y era una cuestión de tiempo. Yo sabía que tenía entre 8 y 20 minutos para jugar dependiendo de cómo esté el partido y cómo entre yo. Con Nueva Zelanda jugué menos de 20 minutos y me salió todo bien en ataque. Cumplí mi rol defensivo, que era mi rol más fuerte, me entró el tiro de tres puntos y me llevó a jugar en el poste bajo y contener a Pero Cameron, hacer el trabajo sucio posible y ese partido fue el tope de mi rendimiento. Después yo tenía muy claro a quiénes tenía adelante. En Europa me habían encasillado como un 4 tirador que podía defender a los cinco, en España. Cuando cambio a Italia me hago mucho más valioso y cambio gracias a Rubén.
- En cuanto a la jerarquía, ¿Se necesitaba hablar algo?
. Hace unos años atrás miré cuánto jugué en Atenas. Y jugué 11 minutos por partido, yo pensé que había jugado menos, y contra Grecia no entré. Fue un montón, casi un cuarto del partido estuve en cancha. Estoy super conforme con lo que jugué, y lo que queríamos los suplentes, sacando al Puma Montecchia y Luis (Scola), era ser parte del triunfo o la derrota. No importaba cuántos minutos, y en eso sabíamos lo que teníamos que hacer. Estaba para sacrificarme, no para ser figura, si había que hacer faltas al límite lo iba a hacer yo, tercero si había que desgastar al rival era lo máximo posible. Y no podía jugar más que ese tiempo porque sabía que en 10 minutos yo me rompía todo. En el partido contra Nueva Zelanda terminé muerto porque hice todo eso y encima me salían las cosas bien en ataque.
-¿Cuál es tu versión de lo que les pasaba contra España?
. Los respetábamos mucho porque era una cuestión de que todos nos criamos de alguna forma en la ACB. Ellos nos conocían, sabían nuestros puntos débiles y nuestras virtudes, y había que hacer una sobre producción contra ellos. Nos costaba jugar hasta los amistosos, nunca les ganamos.
- Cuando empieza el torneo, no habían hecho una buena gira previa. El antecedente era 2002 y 2003, no había mucho más parámetro para saber dónde estaban parados. ¿La cabeza era ‘si, estamos para una medalla’?
. Había lesiones, algunas cosas preocupaban. Hablaba mucho con Manu, que en los amistosos no la venía metiendo de tres puntos. En algunos amistosos perdimos por muchos puntos, pero teníamos una confianza interna de que cuando viniera el torneo íbamos a jugar bien. El primer partido nos marcó, jugamos mucho mejor, después aparecieron los fantasmas y termina como todos saben con este doble increíble de Manu. Tal vez si hubiéramos perdido ese partido, el segundo hubiéramos jugado mejor todavía, porque era un equipo que no se resignaba a perder. Estábamos tranquilos, y eso no es poca cosa. Teníamos rivales muy duros en la zona, sabíamos que era largo, y dependíamos de los cruces.
- Perder dos de los tres contra los equipos fuertes de la zona (España e Italia), ¿no les abrió un manto de dudas?
. No se jugó mal. Tal vez contra España se jugó mal, y cuando se jugaba bien se ganaba. Cuando perdíamos era un equipo que sabía lo que había hecho mal.
- Con España todos tienen borrado el partido. Porque en el último cuarto les dieron un 15-0 y pasaron arriba, pero iban ganando por 7.
. Me acuerdo que el partido fue duro, pero que nosotros lo teníamos para ganar y que nos ganan por bastante. Tengo la sensación de que el partido estaba para ganarlo, y nos ganan increíblemente. Cometimos errores que no cometíamos, y esas cosas se sienten en un grupo fuerte como el nuestro. Afectan, pero se hablaba y se corregía lo que se había hecho mal. Veníamos de un Preolímpico donde los suplentes dieron muchísimo.
- Cuando termina el partido con Italia y pierden, que se venía Grecia. Me cuesta pensar que tuvieran la confianza por las nubes.
. En el partido contra Canadá en 2003, semifinal, todos se acuerdan de Manu y sus puntos, pero Luis hizo un montón también. Yo no juego casi, venía jugando muy bien para el equipo 15 o 20 minutos. Y Luis venía jugando mal en ese torneo, cuando va Scola en el partido que había que ganar, yo le miré la cara y sabía que la iba a romper como lo hizo.
- ¿Era algo natural, contagiaba, había alguien que les daba la tranquilidad para esos momentos, o eran cosas individuales?
. Eran mentalidades de jugadores que se recuperaban a velocidad anormal. La mentalidad de Luis Scola es para escribir un libro. No le podías entrar por ningún lado, y el tipo terminó jugando ese 2003 los mejores partidos del torneo al final. Porque lo importante es cómo terminás, no es cómo empezás. Confiaba antes de llegar porque sabía la fortaleza del grupo, lo que habíamos logrado en 2002, en 2001 que habíamos ganado invictos un torneo como locales y mucho más jóvenes. Y ya estábamos en 2004 siendo muy jóvenes y tan fuertes de cabeza.
-¿Les cambia el status la palomita? Porque nose si decir que Manu ya era Manu en ese momento. Ya había ganado un anillo pero sin tanto protagonismo, había ganado todo en Europa.
. Para mi ya era Manu, ya lo conocían por todos lados. Yo estaba mucho con él, con Pepe, Luis, un grupo de cinco o seis, y era increíble. Yo creo que Manu ya era respetado, y ese doble a nosotros no nos cambió nada. Después del torneo quizás dio un paso más por el oro olímpico. Pero venía de ser campeón NBA, de tener minutos en un equipo NBA, de ganarle a Estados Unidos por primera vez en su casa con él como figura, de cuando se lesionó en la semifinal y jugó la final como pudo. Ya en 2004 venía con muchísimo protagonismo y presión para seguir demostrando lo que era.
- Después de Serbia, ¿ustedes no inflaron el pecho de decir que le ganaron al campeón del mundo?
. Entramos a jugar una final con una sed de venganza, corriendo y gritando. Muy parecido a como entramos en la semifinal contra Estados Unidos. Pero Serbia era Serbia, como un boxeador de esos que le pegás por todos lados, jugamos un muy buen partido, y cuando llega el final del partido ellos estaban arriba, era increíble. Los tipos están casi siempre ahí arriba y por algo se mantienen, mentalidad, talento, lo que quieras decirle. Y pasó lo que pasó al final, de hecho fue una especie de revancha de lo que había pasado un par de años antes, pero no más que eso.
- En el partido ante Grecia, ¿estabas cerca de Walter cuando Rubén lo llama?
. Cuando lo puso a Walter nos quedamos como diciendo ‘qué pasará ahora’, conociéndolo a Walter no le importaba nada de nada. En los últimos años me acerqué mucho más y descubrí una persona increíble con todo lo que vivió y pasó, y en ese momento no sabíamos qué podía pasar. Y entró y sabíamos que iba a jugar tranquilo porque la cancha era una locura, los griegos gritaban, no nos escuchábamos, un ambiente muy dificil. Y entró a jugar como si fuera un partido del club, y le salió todo bien.
-¿Vos ya pensabas que perdían?
. Ahí tuve miedo por el contexto, lo que nos había pasado con Yugoslavia con el tema arbitral, por muchas cosas. De hecho, en la palomita soy el único que no se tira arriba de Manu, y no porque sea pesado y fuerte, sino porque voy a la mesa de control atrás de Rubén, yo pensé que iba a ver qué pasaba y va a festejar, pero yo me quedó ahí. Cuando vi que los árbitros tomaron como que valía, recién ahí fui a festejar con mis compañeros. Tenía ese miedo que nos roben el punto, y contra Grecia lo mismo, pensaba con qué nos iban a salir. Ese miedo lo teníamos. Cuando ya sacamos la ventaja Grecia sintió la presión de su propio público, que es muy hostil para todos, pero fueron los últimos minutos, un partido durísimo.
-¿En la semi jugaste?
. Si, jugué bastante. En el segundo cuarto fue importante la entrada de los suplentes, después sale Scola y vuelvo a entrar yo unos minutos cuando estábamos en zona y empezaron a tomar rebotes ofensivos. Lo veníamos hablando con Luis que nos pusimos en la cabeza que había que aguantar. Había un árbitro español que nosotros le podíamos hablar en español y que el otro nos decía que nos estábamos victimizando desde el juego sucio de Estados Unidos y era al revés, estábamos jugando nosotros muy fuerte y los españoles compraron un par de faltas de ataque a Luis y a mí. Y los fuimos conteniendo en defensa y lo que había que hacer era estar adelante y a tiempo.
-Era un equipo que asustaba un poco más que el del 2002. Ya con Duncan y Iverson.
. Muchísimo más. Sabíamos también la historia detrás de LeBron, de Carmelo, se decía que iban a ser distintos, y cuando entraron no estaban finos. El error que cometía Estados Unidos en esa época era entrenar con la pelota de la NBA y jugar con la pelota FIBA. Nosotros en la defensa zonal no es que los dejábamos tirar, pero entregábamos un poco, y lo que se complicaba ahí era el rebote ofensivo, porque ellos torcidos de tres puntos iban al rebote, que es lo que hacen hoy. Era muy dificil frenarlos, pero pudimos y para mi fue mi gran éxito. Tuvimos un gran primer tiempo a nivel defensivo y un segundo parecido a nivel ofensivo pero fallé con un pase de Manu de faja que me abro y pensé ‘yo no puedo ir al aro con todos estos monstruos’. Pero jugué un montón para mi.
-¿En qué momento dijiste que podían ganar el oro?
. Nosotros esperábamos jugar contra España. Pensamos que le iban a ganar a Estados Unidos, que había perdido dos partidos. Pensábamos que el partido a ganar iba a ser una masacre contra España donde íbamos a dejar todo por primera vez porque no era ni amistoso, ni fase de grupos, y contra ellos veníamos perdiendo muchos partidos, pero nunca en partidos de verdad. Cuando Estados Unidos mejora en el torneo, todos nos sentimos como si no nos podía salir peor, de jugar contra Grecia y después con Estados Unidos, y no estábamos contentos. Sabíamos que si ganábamos la final parecía que era con Lituania, que venía jugando muy bien, y cuando viene Italia sabíamos cómo habíamos jugado mal, cómo nos habíamos tomado ese partido, había un montón de cosas internas que cuando le ganamos a Estados Unidos dijimos ‘no podemos fallar’. Esa noche que festejamos después de Estados Unidos teníamos la sensación de que al que fuera le íbamos a ganar.
-¿Te costó tomar dimensión de que ya eran medalla antes de la final?
. Antes de la final no quería pensar eso. Yo perdí el vuelo y empecé a caminar por Madrid porque mi vuelo iba de Atenas a Madrid, me quedo ahí dos días que no podía volver, después me encuentro a Leo Gutiérrez un día después porque fue un caos la salida de Grecia. Y ahí en Madrid venía caminando, veo una cancha de básquet y unos chicos jugando y se viene la pelota a donde estoy yo, y cuando la agarro me agarró como una cosa interna de piel de gallina de decir ‘soy campeón olímpico’. Hasta ahí lo había festejado y todo, pero de ahí me fui como emocionado, llorando. Ya me había pasado antes, pero en ese momento entendí que era campeón olímpico. Me acuerdo mucho de ese momento. Después cuando llegué a Burzaco con toda la gente, como se había vivido, no tomaba dimensión.
-¿A 20 años te cambió mucho la percepción?
. Si, también te pone en un lugar tan alto de disfrute y adrenalina que no se si estuvo tan bueno a nivel físico. Muchas cosas que consegui que fui soñando de chico, toda esa adrenalina a veces se te viene en contra porque no te conformás hoy con cualquier cosa. Yo tengo que estar activo todo el tiempo, y está bueno hasta por ahí. Ahora me doy cuenta de eso y disfruto más de las pequeñas cosas. Todo eso lleva a cometer errores, en el camino te apurás, te ponés ansioso. He sufrido ansiedad estos últimos años por buscar tanto la adrenalina y el perfeccionismo de lograr cosas. Lo he disfrutado muchísimo también. De Manu es increíble que mantenga esa tranquilidad, Luis es un poco más pero también mantiene esa tranquilidad y tiene una gran inteligencia emocional, en eso fallo más yo, que soy más reactivo.
-El logro en sí, ¿te cambió la perspectiva ahora? Hay una sensación de algo tan único que con el tiempo es cada vez más grande.
. Obviamente que fue único, un nivel de excelencia de logro muy alto. Pero también por ahí en 2019 tuvimos un pico, hablando de básquet, de rendimiento, un equipo que le pasó lo mismo con un jugador de la Generación Dorada que estaba ahí y que tuvo un super rendimiento y arrastró mucho al resto. Pero ahí fueron 10 u 11 que jugaron todos los partidos, que tenían los roles bien marcados, que todos rindieron bien. Ahí también tuvimos otro pico donde pudo haber pasado cualquier cosa, igual fue un éxito tremendo. Ahora estamos en un bajón donde parece todo más lejos, pero no sabemos qué puede pasar de acá a dos o tres años, donde Argentina vuelva a clasificar y otro equipo vuelva a jugar de esa manera. Porque lo que tenemos que ver es cómo vamos a jugar, si vamos a jugar a correr y tirar o a defender fuerte, correr y tirar, pero cuándo tirar, en qué momento, porque seguimos siendo los mismos. Por ahí es donde viene el trabajo de los entrenadores de tener una identidad de juego que sea la indicada, y eso va a llevar tiempo.
-¿Te cruzás seguido con cosas del 2004? La medalla, la camiseta, un video de Youtube, más allá de la palomita.
. Cuando vienen las fechas siempre te cruzás. Pero trato de mirar siempre para adelante, trato de ponerme objetivos distintos, nuevos, de tranquilidad, de disfrutar de la familia, de la salud de mi hijo, de cosas mías físicas. Trato de dejar el pasado donde está y usar eso para hacer cosas en el presente.
-¿Qué es la medalla de oro para vos hoy?
. Fue una gran enseñanza de un montón de cosas. Aprendí y puse en práctica en otras cosas la misma filosofía del grupo, de Rubén y el resto de los entrenadores de ser detallistas en todo lo que había que hacer. Siempre que me toca hablar en los grupos de trabajo hablo de hacer todo lo posible para que eso pase, ser lo más consientes posibles, y ese grupo era consciente de que si cometías un error, era uno, no podías tener un mal día y no hacer nada porque te iban a sacar de la cancha. Me acuerdo un amistoso en cancha de Estudiantes de Madrid antes de la olimpiada que nos toca perder y yo jugué tan mal que cuando terminó el partido fui a hablar con Rubén y le dije ‘discúlpame pero no pude hacer mi rol’. Y me dijo ‘si a vos te queda claro, yo me quedo tranquilo’, como diciendo que me puso para jugar un rol y no lo hice, me acuerdo que fui un desastre y lo primero que hice fue ir con él y reconocerlo. Y al otro día con España lo hice el rol y me quedé tranquilo. Y eso les pasaba a todos, entonces eso es lo importante, que cada uno sepa lo que tiene que hacer para el equipo. Después hay otros más egoístas porque tienen el talento y tienen que hacerlo, pero nuestro equipo tenía en claro lo que tenía y lo que podía hacer, y cuando no lo hacía lo tenía claro.
-¿Qué son los otros 11 para vos?
. Como dice Hugo, son hermanos de camiseta. Son grandes amigos con los que puedo compartir grandes cosas cada vez que nos vemos compartimos lo que nos pasa. Son contemporáneos también y es importante porque uno evoluciona en la vida y hay incertidumbre, cosas que van pasando, problemas, he hablado de cosas de mi empresa con ellos y los consejos siempre son buenísimos y son personas muy inteligentes, exitosos. Aprendo mucho de ellos y trato de dejarles lo que yo vivo como devolución para que ellos lo tomen y lo escuchen también.
Fabián García / [email protected]
En Twitter: @basquetplus
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