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A los 39 años, Sofoklis Schortsanitis enfrenta el partido más difícil de su vida. El legendario pívot griego, conocido por su imponente presencia en las canchas europeas, fue diagnosticado hace 14 meses con insuficiencia renal causada por una enfermedad autoinmune. Desde entonces, ha tenido que someterse a tratamientos intensivos y realizar ajustes drásticos en su estilo de vida. En una emotiva entrevista con Gazzetta, el exjugador confesó cómo comenzó esta dura batalla: “Tuve que ir al hospital porque no me sentía bien. Tenía presión alta y vomitaba, sin saber por qué… Cuando estaba esperando los resultados, el doctor me dijo que sería internado en cuidados intensivos”.

El impacto inicial del diagnóstico fue devastador para Schortsanitis. “Por unos minutos estuve en shock y empecé a reírme porque me negaba a tomarlo en serio. Después de un rato, me di cuenta de que mi condición era grave y no era una broma”, relató. Desde entonces, el griego, apodado “Baby Shaq” por su potente físico, ha tenido que reorganizar su vida por completo, priorizando su salud por encima de todo. “Mi vida diaria ha cambiado mucho porque tuve que adaptarme a muchas cosas que pueden afectar mi salud. Por ejemplo, mis nervios. Debo estar tranquilo y no alterarme”, compartió con sinceridad.

Schortsanitis dejó un legado imborrable en el básquet europeo tras conquistar títulos con clubes icónicos como el Olympiacos y el Maccabi Tel Aviv, y brillar con la selección de Grecia al alcanzar la final del Mundial de 2006. Más allá de los momentos de gloria en la cancha, su historia actual resalta su valentía frente a la adversidad, enfrentando el diagnóstico con la misma determinación que lo caracterizó como jugador.