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El partido por el bronce en los Juegos Olímpicos tiene una importancia apenas abajo de la final del torneo. Es la última medalla en disputa y por eso su definición muchas veces tiene que ver con el aspecto emocional de cómo quedó cada uno tras perder en semifinales. Y en este caso, el más afectado pareció Alemania, pese a que fue Serbia el que estuvo más cerca de alcanzar la final. 

Serbia estuvo siempre con el plan de juego en su cabeza. Sus dos mejores defensores con los dos mejores atacantes alemanes (Avramovic con Schroder, Dobric con Franz Wagner), defensa dura de equipo el resto y ofensivamente buscar atacar el cesto siempre, o con el poste bajo distribuidor de Jokic o con los perimetrales que pisan pintura y sacan jugo de eso (Bogdanovic y, principalmente, Micic). Jokic hizo estragos así en el primer cuarto (6 asistencias), mientras los frustrados alemanes pensaban más en los árbitros que en el partido. 

Con las cosas claras y la intensidad a pleno, los serbios se fueron al descanso largo 46-38, pero tuvieron un arranque formidable en el tercero, con otros protagonistas destacados (Petrusev, Bogdanovic), para estirar a 19 la luz (64-45), cifra que marcaba por sí sola la diferencia de energía que había entre ambos equipos por llegar a esa medalla, pese a que Alemania no tenía ninguna en su historia. 

Viéndose tan superado quizá hizo despertar el orgullo alemán, que clavó 3 bombas en un ratito, se puso más duro en defensa (Serbia estaba jugando demasiado tranquilo) y achicó a 9 la desventaja, pero los serbios estaban con la mente muy metida en su objetivo final y sabían que no sería un lecho de rosas el resto del partido. Y además tuvo a su tridente diferencial en estado asesino.

Micic fue el que manejó la situación en la primera mitad y arranque del tercer cuarto, Jokic fue demoledor en la segunda parte y Bogdanovic apareció con pinceladas de su tiro y goleo cuando Alemania se puso a tiro. Los tres combinados fueron demasiado para una Alemania que, 15 abajo a 3 minutos del final (78-93), nunca terminó de reaccionar. Ya sea por el golpe nunca superado ante Francia o por la enorme diferencia de mentalidad que tuvieron los serbios. Porque recibir casi 100 puntos en un partido por el bronce implica una baja producción defensiva. 

Ganó Serbia 93-83 y fue totalmente justo, porque tuvo el control del juego durante todo el partido con sus tres figuras: Jokic (quinto triple-doble de la historia olímpica con 19 puntos, 12 tebotes y 11 asistencias), Micic (19) y Bogdanovic (16). Segunda medalla para una joven Serbia tras la plata en Río 2016. Merecidísimo. Alemania se va con la cabeza gacha tras un arranque de torneo fantástico. Una pena.

Fabián García / [email protected]
Enviado especial a París, Francia
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