Único e imborrable: Argentina campeón panamericano U22 en 1993
15:11 30/05/2020 | Ese equipo se consagró en Rosario venciendo en la final a Estados Unidos y tenía un equipazo, con Nicola, Sconochini, Racca y varias otras figuras.
Rosario, Santa Fe. Corría 1993 y, por segunda vez, Hugo Sconochini iba a ponerse la camiseta de la selección argentina. Su temprana partida a Italia había impedido que se diera antes, y en este caso se daba una situación única, ya que compartiría equipo con la estrella del equipo, su amigo Marcelo Nicola. Ambos llevaban varios años en Italia y España, respectivamente, y hacían la diferencia.
El equipo dirigido por Guillermo Vecchio, de todos modos, tenía un grupo de excelentes jugadores que participaban de la Liga Nacional (algunos), o aspiraban a hacerlo. Varios venían juntos desde cadetes y juveniles y habían conseguido varios títulos en sudamericanos, incluso la misma dupla Sconochini-Nicola en 1988 en Paraguay, con Alberto Finguer como DT. En ese equipo también estaban, del plantel de Rosario, Claudio Farabello, Gabriel Cocha y la gran estrella local: Jorge Racca.
Pero para Rosario, al ser un torneo U22, las posibilidades de unir distintas camadas era factible y así se metieron en el mismo grupo jugadores más jóvenes, con mucho futuro, como Alejandro Montecchia y Rubén Wolkowyski. Más otros nuevos que venían empujando: Aragona, Gabriel Díaz, Sebastián Ginóbili...
"Fue algo muy especial, primero porque era una de las primeras cosas importantes que jugaba con esa camiseta. Y segundo porque el grupo era muy bueno: Nicola, Racca, Montecchia, Wolkowyski, un montón de jugadores con un futuro impresionante. Jugábamos con el estadio repleto todos los días. Venían colectivos de Cañada. Eso me encantó", dice Hugo Sconochini.
El equipo venía de algunos problemas en la previa por la lesión del Pato Simoni, pero igual tenía expectativas altas, ya como parte de la forma de trabajar de Vecchio, siempre poniendo el listón alto y yendo por el título. Con ese grupo, en particular, el mensaje quizá no caló bien, sobre todo con Sconochini, pero eso vendría después.
La cancha de Newell's hervía cada noche. Y el equipo lo justificaba, porque no era solo que ganaba, sino cómo ganaba. Y tenía mucho carisma. Arrancó aplastando a México (Horacio Llamas, Víctor Mariscal) 87-54, luego a Uruguay (Juan Moltedo) 95-84 y a Canadá (Steve Nash, Rowan Barrett) 103-88. Era una máquina. "Mi recuerdo es hermoso -dice Nicola-. Era un muy lindo grupo de chicos, buena gente. Y nosotros teníamos un plantel que terminó con varios haciendo carrera en Europa".
Ya en la rueda final, otro triunfo sobre Canadá, 88-72, y dos derrotas que no impactaron en la clasificación a la final: ante Estados Unidos 86-92 y frente a Brasil (Rogerio, Vanderlei) 96-97. La definición iba a ser contra Estados Unidos, ya clasificados ambos para el Mundial de España, dos meses después.
Estados Unidos tenía un equipo muy potente, con varios que luego serían NBA, algunos estrella, como Eddie Jones. Pero también contaba con Wesley Person, Othella Harrington, Theo Ratliff, Monty Williams y Cherokee Parks, dirigidos nada menos que por Roy Williams, el laureado entrenador de la Universidad de Kansas, luego de North Carolina.
La final, como todos los partidos anteriores, fue a cancha llena. "El recuerdo es impresionante. Nosotros éramos jóvenes y jugar todos los días con 10.000 personas fue indescriptible. Y luego todos los condimentos internos. Ser local, ganarle a Estados Unidos la final, con los nombres que ellos tenían. En Canadá estuvo Steve Nash. El plantel era un equipazo y para nosotros era un gran desafío ganar de local", dice Gabriel Cocha.
La derrota unos días antes había marcado una tristeza, pero al mismo tiempo la paridad había demostrado que podían vencer a Estados Unidos. Sobre todo porque habían remontado en el segundo tiempo un muy mal arranque. "El grupo estaba muy bien, Racca, Nicola y Sconochini eran las principales vías de gol y atrás éramos muy duros, estábamos todos muy motivados", recuerda Montecchia.
En la final fue todo distinto. Argentina, con su trío demoledor Nicola-Racca-Sconochini, más un gran trabajo defensivo en conjunto, sacó 14 de luz y luego fue manejando la diferencia, aunque entre el despliegue de su rival, los nervios, la presión de la gente y el cansancio, se llegó a un final ajustado. De ganar por 9 a 3 minutos del final, se pasó a una ventaja mínima restando 14 segundos, pero Cristian Aragona metió dos libres decisivos, Estados Unidos fue a la línea, metió uno, erró el segundo a propósito y la figura de la cancha, Marcelo Nicola, se quedó con el balón del partido y del torneo.
Ese Panamericanu U22 de Rosario quedará para siempre en la retina y en la historia, no solo por el enorme nivel de varios que luego serían subcampeones mundiales y campeones olímpicos (Sconochini, Wolkowyski, Montecchia; Nicola podría haberlo sido tranquilamente), sino por el entorno. León Najnudel disfrutando desde la tribuna la consagración de sus pollos Nicola y Sconochini, un jovencísimo Chapu Nocioni admirando a Hugo desde la grada... Ese torneo tuvo un ángel especial.
La obtención del título significó cerrar el torneo de forma perfecta. Jorge Racca fue el goleador del torneo con 25.7 puntos de media, confirmando que su futuro era enorme, Nicola fue la llave de la final con 25 puntos, y Sconochini empezaba a pintar con el gran capitano. El torneo clasificaba al Mundial, que se jugaría dos meses después, y allí lamentablemente la historia no pudo repetirse.
Sconochini, que se lesionó durante el Panamericano, no pudo concurrir, lo que le valdría su enemistad eterna con Vecchio, el equipo no rindió tan bien como se esperaba y se terminó sexto, cuando se aspiraba a medalla. Igual, eso no opacó en absoluto a un Panamericano que se soñó de una manera y se concretó todavía mejor.