Tiene 72 años, pero se lo escucha –y se lo siente- como si tuviera muchos menos. “Estoy más grande, pero juego al pádel, tengo un vivero en mi casa y me muevo todo el tiempo. Me encanta hacer cosas”, cuenta, dejando claro que la edad no es un impedimento. Walter Garrone, famoso entrenador que fuera tres veces campeón con Atenas de la Liga Nacional en los años 90 y llegara hasta la selección argentina de mayores, exhibe la misma pasión de siempre por el básquet. Se lo nota con las mismas ganas de enseñar y, a diferencia de sus años como coach de élite en el país, se siente con menos presión pero, a la vez, con más deseos de formar personas que jugadores. Desde su hogar en Tanti (a 15 kilómetros de Carlos Paz), ubicado a orillas de un arroyo, el maestro cordobés cuenta sus sensaciones por ser el nuevo Director Nacional de Básquet Adaptado de la Confederación Argentina. “No esperaba mi regreso a la CABB. Estuve como técnico de la selección en aquel recordado Preolímpico 92 y luego como Director de ENEBA (Escuela Nacional de Entrenadores de Básquet) durante 10 años, pero es un orgullo que me abran las puertas para un rol tan distinto al otro. En 2017 presenté un proyecto en CABB, pero nunca avanzó. Y ahora agradezco mucho que me llamen para este nuevo desafío con el deporte adaptado, una pasión que conocí casi de casualidad y que abracé con mucha emoción. Es muy especial la posibilidad que tenemos de cambiar a las personas a través del básquet”, cuenta Garrone.
Recién se está poniendo a pensar “un organigrama de cuatro años con objetivos reajustables cada dos. Lo tengo en la cabeza, de a poco lo iré bajando y charlando con todos los sectores que forman el básquet adaptado: sordos, sillas de ruedas, chicos con capacidad diferentes y, por supuesto, los ciegos, que son mi especialidad y de lo que me he ocupado desde el 2009”. Garrone descubrió esta vertiente en su vida cuando Ricardo Molinari, un apasionado en el básquet para ciegos, creador de la pelota y el tablero sonoros, lo fue a buscar hace 11 años. “Cuando me invitó, le dije que no, que cómo yo le iba a enseñar el básquet a ciegos. Pero me convenció y armamos un campus a las apuradas. No sabíamos nada y pensé que vendrían 10 chicos. Un día me llamó para contarme que había 70 inscriptos, no lo podía creer. Recuerdo que llamé a Marcelo (Milanesio), a Pichi (Campana) y a muchos otros para armar un grupo tremendo. Así empezamos, enseñando pero aprendiendo a la vez. Porque no es lo mismo enseñar a personas videntes que a no videntes, muchas cosas a tener en cuenta”, comenta.
Garrone fue el entrenador del mítico Atenas que irrumpió en la escena nacional en los años 80 y se coronó campeón de la Liga Nacional en 1987, 1988 y 1990. También lo dirigió en la conquista del Sudamericano de 1993. Pero, cuando su dejó su carrera en la élite, se dedicó al básquet femenino, luego a ser profe de Educación Física en colegios de Córdoba, más tarde a ser Director de Deportes de Córdoba y a dirigir ENEBA hasta que afianzó su camino en el inédito desafío de enseñarles –de forma gratuita- a niños ciegos y disminuidos visuales entre 8 y 14 años. Dentro de su provincia y con campus en todo el país. “Todas han sido responsabilidades y pasiones distintas, y la actual nada tiene que ver con lo otro. Recuerdo que cuando estaba en Atenas, ganar no era lo más importante. Era lo único (se ríe). De día y de noche vivía pensando en cómo potenciar al equipo, en una época en la que capacitarse no era fácil… Y fue una época hermosa de la que hoy todavía recibo el reconocimiento y el cariño de la gente. Enseñarle a chicos así es volver a lo básico, al juego, a disfrutar de enseñar y de lograr pequeños grandes avances con ellos”, compara.
-Debe ser emocionante, ¿no?
-Las dos son emocionantes, de distintas formas. Pero lo actual tiene emociones día a día, cuando ves el avance de los chicos. Hay nenes que no conocen su cuerpo ni el adelante y el atrás, que no distinguen la derecha de la izquierda o el arriba o el abajo, algunos que se inician en el básquet y, al ser ciegos de nacimiento, no saben si el aro es redondo o cuadrado. O qué es una parábola. Por eso, cuando anotan su primer doble, es algo muy emotivo. Me ha pasado de estar con un muchacho que de chico había jugado al básquet pero había quedado ciego por un accidente. Y cuando arrancó con nosotros y metió el primer doble, debajo del antifaz vi que caían lágrimas. Le pregunté qué había pasado y me dijo “no sabés hace cuánto que no metía un doble”. Claro, nos emocionamos juntos. El deporte genera eso. Hay, por ejemplo, nenes que casi no hablan, porque no tienen confiabilidad. Y cuando les enseñás y les gusta el básquet, empiezan a hablar como loros. Esas cosas se logran, por eso hablo de formar personas, no sólo jugadores".
Su llegada a CABB se produjo a través de Andrés Pelussi, Director Deportivo, responsable del armado del nuevo equipo de profesionales respetados que sumó a Garrone. “Al Gringo lo conozco de Atenas, fue al colegio con mi hijo. Y ahora, cuando me vino a buscar, primero dudé porque nunca pensé que volvería a la CABB. Consulté a personas y todos me dijeron que debía estar, empezando por Ricardo Bojanich. Me llamó dos días seguidos y me dijo ‘tenés que volver, vamos a hacer cosas buenas’. Y bueno, dije que sí. Sé que tengo el condicionante de la edad y que tendré una gran responsabilidad, pero me gusta hacer cosas y me parece que están dadas las condiciones”, cerró Garrone.