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Alejandro Montecchia y Manu Ginóbili no solo fueron compañeros cuando ganaron el oro en Atenas 2004 con el seleccionado argentino. Anteriormente también tuvieron la oportunidad de jugar juntos en ese mismo continente. El país fue Italia y la ciudad Reggio.

El base llegó al Reggio Calabria, que en esa época era de Santo Versace, cuando Ginóbili estaba viviendo su segunda temporada en la institución. El idioma era una de las trabas para Montecchia, quien todavía estaba aprendiendo a hablar italiano.

Manu siempre se reía cuando Ale se equivocaba con las palabras o las frases en italiano y su tiempo en el equipo fue muy divertido. Las historias de esa amistad fueron muchas, pero una de ellas no solo es curiosa, sino también desnuda la superioridad de Ginóbili, que por momentos en la cancha parecía que nunca hacía nada mal. 

“Lo tuve de chofer mucho tiempo en Reggie, que era una ciudad vieja, complicada con el tránsito. Nos daban autos usados porque pasar una semana sin romper un espejito era imposible. Me acuerdo que tenía un Mitsubishi Colt que era muy viejo, pero para él era una Ferrari. Me llevaba por todos lados”, empezó contando Montecchia en una entrevista con ESPN. 

“Una vez había una subida de una autopista bastante brava y cuando quiso ir para arriba tiró mal el cambio. El auto quedó regulando y quedamos en el medio de la subida. No iba más para adelante y como que empezábamos a irnos para atrás”, siguió Ale, que demostró que Manu también tenía errores como cualquier otro ser humano. 

Sus caminos después se separaron, pero su amistad jamás corrió el mismo trayecto. “No sé por qué lo dejaba manejar, pero nos divertimos un montón ese año y él se divirtió mucho conmigo”, cerró.  

Ignacio Miranda/ [email protected]
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