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El día que Ramon Clemente conoció a Darren Phillip en Rucker Park

17:16 12/06/2020 | "En estas canchas no vas a ver a un jugador que tire de media distancia y se postee. Pero él lo hacía", recordó Moncho. Phillip es una leyenda callejera.

Phillip y Clemente

Rucker Park es un santuario, la meca a la que todos querrían peregrinar en algún momento de sus vidas. El cielo en la tierra, la utopía posible, la quimera hecha realidad. Por su suelo bailaron Julius Erving, Kareem Abdul-Jabbar, Kevin Durant, Kobe Bryant, Earl Manigault y muchos otros. La lista podría seguir y seguir, pero nos tendríamos que extender hasta el infinito. Sin ánimos de exagerar.

Uno de esos jugadores que tuvo el placer de criarse en Rucker Park fue Ramón Clemente, quien nació en Queens, uno de los barrios más significativos de New York, situado a una distancia corta de Harlem, la zona en donde está la épica cancha.  

Durante sus tiempos en la Gran Manzana, Moncho conoció a todo tipo de personajes. Algunos insólitos, otros amistosos. Locura total, de la más diversa y heterogénea. Sin embargo, nada lo preparó para el día en el que tuvo que enfrentarse a la leyenda de Rucker, el viejo conocido llamado Darren Phillip.  

"La historia con Phillips fue peculiar. Estábamos jugando en Rucker Park y empecé a escuchar que todos decían: “DP, DP”. Usualmente, en estas canchas no vas a ver a un jugador que tire de media distancia y se postee. Pero él lo hacía y yo decía: "¿Qué demonios?". Nunca había visto algo así”, recordó Moncho entre sonrisas.  

“Esa fue mi introducción con Phillip. Es una leyenda en todas las canchas de New York. Es un walking bucket (un anotador andante en español)”, contó Ramón Clemente, quien a partir de ese momento comenzó a respetarlo y a apreciar su juego. Sus caminos se cruzaron nuevamente en Argentina, pero siempre estarán conectados por esos choques en Rucker 

“Es diferente a todo. Tenés que estar allí para sentirlo. Si estás jugando mal, las personas te lo van a hacer notar y también el que esté relatando el partido con el micrófono. Es excitante, cada punto es como una película en la que todos enloquecen y pierden la cabeza. Es único”, todavía rememora Moncho al recordar su querido Rucker Park. 

 

Ignacio Miranda/ [email protected]
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