Clemente: "Quiero jugar hasta los 40 años como Luis Scola"
17:25 14/04/2020 | Ramón Clemente, el extranjero que tuvo un vasto paso por la Liga Nacional, dialogó con Básquet Plus acerca de todo. Una nota de su vida.
Nació en Queens, New York, un lugar en el que el básquet es religión. Como la mayoría de los jóvenes de la zona, se crio con una pelota bajo el brazo. No jugó a nivel secundario y los playgrounds de la Gran Manzana fueron su educación. Las ganas de superarse lo llevaron a la universidad.
La rompió en el Junior College y se consagró en Wichita State. Instantáneamente después se fue a jugar al extranjero y, en cuestión de años, se convirtió en un basquetbolista profesional. Pero más allá de su trayectoria, títulos y experiencia está su sonrisa, aquella que le permite divertirse a cada segundo. No importan ni el confinamiento ni el cansancio por haber tenido una entrevista hasta tarde el día anterior.
Con la esencia alegre que lo caracteriza, Moncho atiende a Básquet Plus con su santuario de zapatillas de fondo. Una idea que comenzó cuando la vida lo llevó a Israel, en donde un contacto le conseguía todo tipo de modelos antes de que salgan a la venta.
-¿Cómo empezaste a jugar al básquet?
. Empecé a jugar en el patio de mi casa. Teníamos un aro en el garaje y todos iban a mi casa a jugar allí. Todo comenzó ahí. Después fui a jugar a las casas de los vecinos y también a los parques. Luego a los gimnasios, a la universidad y finalmente me hice un jugador profesional.
-¿No jugaste básquet en la secundaria, no?
. No jugué en la secundaria. Sin embargo, la transición hacia el básquet organizado en la universidad fue simple, estaba acostumbrado a jugar. Yo trataba de ser duro. Lo que yo tengo y hago es algo que no podés enseñar. No es algo de habilidades, más bien atlético.
-¿Cómo fue esa experiencia en el Paris Junior College?
. Estuvo bueno. Fue divertido. Probablemente fueron mis mejores años universitarios porque todo era nuevo. Estaba muy emocionado, en una ciudad mucho más chica que New York, donde no había muchos habitantes.
- También tuviste la chance de jugar en Wichita State, ¿qué cambió allí?
. Wichita fue diferente. Teníamos muchos fanáticos y en todos los partidos las canchas estaban llenas. Aproximadamente había 10.000 hinchas en cada partido. Allí maduré mucho más y fui convirtiéndome no sólo en un mejor jugador de básquet sino en una mejor persona al mismo tiempo.
-¿Por qué decidiste estudiar justicia criminal?
. Estaba muy influenciado por el FBI, no sé en qué estaba pensando (dice entre risas Clemente). Debí estudiar algo relacionado con hacer videos y films. Pero qué le vamos a hacer. Lo hecho, hecho está.
-¿Te quedó alguna enseñanza más allá del básquet en tu etapa colegial?
. Tratar a la gente con respeto. Cuando estás en una pieza intentar escuchar y entender primero lo que te dicen. También comprender que todos te pueden criticar o no y que eso no tiene que hacerte sentir mal. Incluso, si te estan criticando tenés que tomar eso y sacar lo positivo. Por ejemplo: “Tomaste un mal tiro” o “no se la pasaste a tu compañero”. Agarrar lo positivo y eliminar lo negativo. Tan simple como eso.
- Al terminar tu etapa en Wichita fuiste a jugar al extranjero, ¿por qué no te quisiste quedar en Estados Unidos?
. Querían ir al extranjero y ver las chances que tenía. Fue a Israel, también a Puerto Rico. Después un año en Italia y cinco en Argentina. Y este año estuve en México. Llevo jugando un buen tiempo ja.
-¿Te acordás de alguna anécdota de tus años en el extranjero?
. Sí, por ejemplo, el primer año en Puerto Rico no tenía auto, vivía con dos compañeros de equipo y uno de ellos dormía conmigo en una cama cucheta. Fue completamente diferente a las comodidades que tengo ahora.
-¿Cómo la pasaste en Israel?
. Allí todo fue distinto y me enseñaron cómo tendría que ser tratado como jugador. Pasé de dormir en una cucheta a tener un auto y mi propio departamento. Esa experiencia me ayudó a no conformarme, porque en mi primer año en Puerto Rico sí lo había hecho porque era un novato y estaba verdaderamente hambriento.
- Después de eso volviste a Latinoamérica, ¿sentiste que eras un mejor jugador?
. Querían que fuera un jugador de rotación y sentí que era muy temprano en mi carrera para aceptar ese rol, así que decidí volver a Israel, en donde estaba muy cómodo.
-¿Cómo es la vida allá en Israel?
. Es como vivir en Estados Unidos. Los únicos días en los que son muy religiosos son los viernes y los sábados, pero después festejan mucho, tienen boliches y salen de fiesta.
- El destino te llevó a Italia, pero en ese lugar estuviste sólo una temporada
. Fue uno de los peores años de mi carrera, lo reconozco. Estábamos en un pueblo pequeño, el estadio era horrible, sentía que no le caía bien a mis compañeros y el entrenador no se llevaba muy bien conmigo.
- Tras esas experiencias llegaste a Argentina y te convertiste en uno de los jugadores más queridos.
. (Sin dejar terminar la pregunta, Clemente se emociona mucho y responde con excitación) Argentina fue genial, amo el país. Planeo volver, a pesar de que hay dos equipos que me deben plata. Eso complicó mi vuelta. Quise volver a Ferro, pero no tenían el dinero suficiente y desafortunadamente esto es un negocio y tengo cuentas que pagar.
- En tus años en Argentina comenzaste a tirar triples y a mejorar tus porcentajes exteriores, ¿de qué manera lo lograste?
. Después de mi etapa en Obras los equipos no querían firmarme. Decían que estaban buscando ala pivotes que estiren la cancha (es decir, que puedan tirar de tres). En Argentina había pocos de ellos. Leo Gutiérrez era uno, pero después no había muchos. A partir de ese momento dije que iba a empezar a tirar más triples. Cuando llegué a Ferro empecé a hacerlo y gané confianza. Al año siguiente ya comenzó a ser fácil para mí. Esa temporada lancé muchos triples, incluso tuve el récord de mi carrera: seis. Les decía a mis compañeros: “Hoy voy a tirar cinco triples”. Así de grande era mi confianza. Esa por ejemplo es una de las diferencias con Puerto Rico. Allá me hubieran dicho que no tomara esos lanzamientos y acá me alentaban a realizarlos. En Argentina te dejan jugar tu juego.
-¿Te animás a hacer una diferencia de todas las ligas en las que jugaste?
. Argentina fue la más dura de todas, no tengo dudas. Una de las cosas que hacen buenas a las ligas son sus jugadores locales. Si los locales no son buenos no es buena la liga, es así de simple. Y los nacionales de su país son muy pero muy buenos.
- Antes en las pretemporadas siempre jugabas al básquet en las canchas callejeras de New York, incluso te diste el lujo de conocer a la leyenda de la ciudad: Darren Phillips.
. Dejé de jugar básquet callejero hace unos años porque mi entrenador me dijo que reduzca un poco la marcha. Pero la historia con Phillips fue peculiar. Estábamos jugando en Rucker Park y empecé a escuchar que todos decían: “DP, DP”. Usualmente, en estas canchas no vas a ver a un jugador que tire de media distancia y se postee. Pero él lo hacía y yo decía: "¿Qué demonios?". Nunca había visto algo así. Esa fue mi introducción con Phillips. Es una leyenda en todas las canchas de New York. Es un walking bucket (un anotador andante en español).
-¿Qué se siente jugar en Rucker Park?
. Es diferente a todo. Tenés que estar allí para sentirlo. Si estás jugando mal, las personas te lo van a hacer notar y también el que esté relatando el partido con el micrófono. Es excitante, cada punto es como una película en la que todos enloquecen y pierden la cabeza. Es único.
-¿Cómo se dio tu llegada al seleccionado de Puerto Rico?
. Hubo muchas invitaciones y finalmente en 2013 se dio mi llegada al seleccionado. Me llamaron y me preguntaron si estaba disponible. Obviamente que les dije que sí y casi lloro. Me subí al primer avión que pude y me puse a entrenar. Nada me iba a detener de quedar en el equipo y por suerte lo pude lograr.
- También jugaste dos mundiales, ¿qué se siente representar a tu país?
. Es algo que nadie te lo puede sacar. Muchas personas pueden decir que jugaron un mundial, pero yo jugué dos. Estoy emocionado de haber puesto mi nombre en la historia, y son cosas que se mantienen en el tiempo. Jugaste ahí y eso es todo. Son hechos, no opiniones.
-¿Qué planes tenés a futuro con Puerto Rico?
. Admiro a jugadores como Luis Scola, que tiene 40 años y sigue jugando. Quiero terminar como él. Hombres como él me empujan. ¿Cómo extendió su carrera? Trabajando duro. Es la única manera. No hay excusas para él, y se rompe el lomo entrenando.
-¿Cuál es la pasión que te mueve en este deporte?
. Mi pasión fue venir de la nada. Cuando venís de la nada y del barrio en el que nací no necesitás más nada. Mis opciones eran jugar en las canchas callejeras o empezar en Puerto Rico, ganar un poco de plata y continuar creciendo como profesional. Preferí continuar haciendo eso que es lo que me mueve y me mantiene activo. Lo hago desde el colegio, en donde en los veranos me quedaba entrenando en los campus para no volver a mi casa. Sabía que allí sólo había problemas. Incluso hasta ahora lo hago, no vivo en New York, sino en Atlanta. Hay ciertas cosas que tenés que dejar de lado para vivir de esto. No hay otra manera.
-¿Tenés idea de qué querés hacer cuando te retires?
. Tengo inversiones diversificadas por algunos lados, pero mi pasión es hacer films. También tengo algunas cosas en mente, pero no las quiero divulgar para que se cumplan y para que nadie me robe mis ideas ja. No soy uno de esos jugadores que quiere esperar hasta retirarse para descubrir qué será de mi vida. Necesito encontrar eso ahora, especialmente en medio de esta cuarentena.
- Sos como el PJ Tucker más famoso fuera de los Estados Unidos, ¿dónde nació tu pasión por las zapatillas deportivas?
. Empecé a recolectarlas en la universidad, pero todo se revolucionó en Israel. Conocí a un hombre que tenía un negocio de zapatillas y cada vez que llegaba una me llamaba antes de que empiece a venderlas. Ahí se inició todo y lo mantengo hasta el día de hoy.
Ignacio Miranda/ [email protected]
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En Twitter: @nachomiranda14
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