Atenas 57 - Estudiantes 52
Atenas le ganó a Estudiantes (C) con el corazón / La Voz del Interior
¿Quién dijo que el “13” es yeta? A veces, como este viernes por la noche, el “13” puede ser el conejo que sale de la galera, el truco del ilusionista.
¿Qué 13? El parcial de 13-0 para dar vuelta un partido en el que Atenas había mostrado poco y nada. Poquísimo. Una ráfaga de 13 para sacarse los nudos de nervios y cambiar la cabeza. Y comenzar a cambiar un ambiente apático en un “Poli” Cerutti que lució con poca gente y casi nadie en las “popu”.
Como para aflojar contracturas, el Griego superó en casa a Estudiantes de Concordia 57-52 (lo perdía 44-52) y se metió al bolsillo uno de esos triunfos que no tienen nada para analizar, salvo la convicción para seguir pegándose la cabeza contra la pared por más que las cosas pintaran oscuras. Y eso, a esta altura, no es poco. Para nada.
Del “nuevo” Atenas quedaron algunos saldos para seguir de cerca. Limitado por las ausencias de los lesionados, D’Angelo comenzó a mostrar parte de las ideas de “su” equipo, al menos el Atenas de los parches hasta que se curen Lábaque y Rivero. Largó con Merlo en la base, en un puesto que el Griego sufrirá horrores la ausencia de Bruno, porque la alternativa del “Chuzito” González como encargado de trasladar la bola sigue sin mostrarse redituable.
Además, se jugó con Mikulas-Lo Grippo en la zona pintada, sin un pivot natural, y por momentos también hizo que coexistieran sobre el parqué Malara y Filloy, dos jugadores que uno tiende a pensar por separado. Y, acaso en un sello fuerte, puso a Bortolín antes que a Torres en cancha y le dio muchos más minutos al pibe que jugó el Mundial (12m54) que al bahiense (2m36).
La primera parte dejó demasiadas dudas. El Verde se sostenía por su actitud para defender y por la decisión para buscar los rebotes: así compensaba una efectividad pobrísima (23 por ciento en los 20 minutos iniciales). Pero cuando entró en sequía (¡apenas 4 puntos en el segundo cuarto!) saltaron todos los fantasmas: no se le caía ni una idea, ni por obediencia táctica ni por creatividad.
Al descanso se fue con escuálidos 17 puntos (17-25) y nada parecía mejorar en la segunda mitad: el Griego seguía peleado consigo mismo. Pero para el final quedaba el corazón de un equipo herido. Y la defensa. Y los tiros que antes no entraban empezaron a entra. Y llegó el 13-0. Y también el desahogo