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Argentina

Mati Pikaluk y su pasión por el básquet, el legado del recordado Lucho

08:35 03/06/2024 | Quiso seguir los pasos de su padre. Juani Marcos, sin saberlo, fue un espejo. Luis, con su vida ligada al básquet, falleció cuando era muy chico. Pero vive presente en su hijo.

Mati Pikaluk y su pasión por el básquet, el legado del recordado Lucho

El básquet está repleto de historias duras, conmovedoras, de superación, de dejar atrás la pérdida de seres queridos, de sobreponerse a muchas adversidades. Generalmente nos hacemos eco de esas situaciones de jugadores que brillan en el mundo, que son estrellas en la NBA o que son muy afamados. Pero acá, en nuestro país, también tenemos muchos ejemplos.

Tal como comentamos en una nota anterior, en el actual equipo de Argentina que comenzará a jugar la Americup de la categoría U18 masculina este lunes en Buenos Aires, habrá cuatro jugadores que son hijos de exjugadores, en algunos casos con paso en la Liga Nacional e incluso siendo campeones de la misma. Pero habrá uno que será especial: Matías Pikaluk.

Mati es chaqueño, hijo de Luis. Lucho, como fue conocido por todos, ídolo de Española de Charata, donde jugó la antigua Liga B y consiguió el ascenso al viejo TNA. También pasó, entre otros, por Progresista de Villa Ángela, Mitre de Tucumán, Quimsa de Santiago del Estero y Central Entrerriano, donde ascendieron a la Liga Nacional. Tras su retiro en 2010, Pika se convirtió en entrenador.

Pero en el 2012 comenzaron los problemas para Lucho. Tuvieron que hacerle un trasplante de riñón, que fue donado por su hermano Miguel. Todo parecía ir viento en popa. Luis se recuperaba bien, aunque estaba un poco alejado del básquet. Pero 5 años después de la operación, en 2017, sufrió un infarto cardiorespiratorio mientras participaba de un acto escolar en Charatay falleció. Dejó una mujer y dos chicos: Martina a punto de cumplir 17 años y Matías con 11 años. La familia ya había sufrido un susto antes de esto de Lucho: Mati tuvo un problema grave de salud cuando era chico. Tenía apenas 10 meses de vida, Luis estaba viajando a jugar al básquet en la provincia de Santa Fe, pero se bajó y se fue a acompañar a su mujer y a su hijo a Resistencia. Finalmente el niño se salvó de milagro.

Matías comenzó a jugar y a mamar el básquet, no solo mucho antes de nacer, sino mucho tiempo antes de estar en los planes de sus padres. Luis era jugador, desde muy chico practicaba el deporte y su mamá, Karen, tenía una familia fanática, que iba siempre a la cancha y que era hincha de Independiente de Zárate. Justamente en la ciudad bonaerense se inició la historia de Mati. Lucho fue reclutado junto a otros chicos chaqueños por Independiente y, ¿dónde vivían? Sí, al lado de la casa de la familia de Karen.

Ella, Karen, nos contó que su familia colaboraba con el club, y además eran fanáticos. Como la casa de los reclutados estaba al lado y en esa época no había celulares, los padres de los chicos llamaban a su casa para poder comunicarse con ellos. Así comenzaron a relacionarse hasta que se pusieron de novios, los dos siendo muy chicos. Dos años después se comprometieron, comenzaron su vida juntos y nunca más se separaron.

Las vueltas de la vida hicieron que Lucho regresara a Chaco para jugar en Villa Ángela, en el tramo final de su carrera. Comenzaron los problemas de salud y por cuestiones cardíacas tuvo que retirarse. Tras superar ese mal trance y el bajón de alejarse de las canchas, comenzó su etapa como entrenador y lo hizo en Social de Las Breñas, a mediados de 2011. La carrera de Mati como jugador ya había comenzado.

Desde muy chiquito Mati acompañó a Lucho y vio, pese a tener un par de añitos, sus últimos partidos antes de retirarse y, según nos cuenta Karen, siempre fue muy observador. Copiaba lo que hacían los jugadores, imitaba gestos, incluso copió de Martín Cequeira escupir al piso antes de tirar los libres. Mati lo hacía en todas partes en su casa. También nos decía Karen que Matías fue el asistente de Luis en Social y la mascota del equipo, estando siempre al lado de su padre. Incluso durante los entrenamientos y los partidos Mati, de unos 5 o 6 años, dormía sobre el bolso de las pelotas o las camperas de los jugadores y apenas había un minuto, entraba a la cancha a tirar al aro.

Luis fue una persona querida por todos los jugadores con los que le tocó compartir equipo pero también por sus rivales, además de los entrenadores y dirigentes de los distintos clubes en los que jugó. Durante su etapa en Española de Charata, tuvo a Mariano Marcos como integrante del cuerpo técnico y ambas familias establecieron una gran relación. Mati es nacido en Charata, aunque desde muy chico su familia se instaló en Las Breñas.

Años después, Juani Marcos fue reclutado por Peñarol de Mar del Plata causando una gran revolución en toda la región Noreste del país y, claro está, en la casa de los Pikaluk también. Karen recuerda esos días con mucha alegría por la relación que unía a ambas familias, pero también se acuerda que, entre los comentarios que se hacían por lo sucedido, Matías le preguntó a ella y a Luis si ellos le iban a firmar la autorización cuando él tuviera 15 años porque, al igual que Juani, a esa edad se iba a ir a jugar a otro lado. Pese a la insistencia del niño, mucha atención no les dieron. Faltaba mucho para que esa situación pudiera vivirse.

Ser jugador profesional era el sueño de Mati y peleó por ello. Karen recuerda, con la voz entrecortada y alguna lágrima que derrama, cómo vivió el momento que su hijo tanto había planeado y que ya les había anticipado 6 años antes que iba a suceder, aunque como aclara la propia madre, ya sin Lucho y teniendo que tomar ella sola la decisión. Porque tal como Mati soñó, cuando tuvo 15 años le llegó la oferta para ser reclutado por un equipo de Liga Nacional: La Unión de Formosa se llevó la joya para terminar de pulirla.

Karen, emocionada al recordar ese momento, se acuerda que llamó a Mario Romay, otro de los grandes amigos que le dejó la carrera como jugador a Lucho, con quien compartió equipo en La Unión de Colón. Mario apadrinó a Mati en su primera experiencia fuera de casa y eso tranquilizó un poco a su madre. Pero supo que firmar la autorización para que se sume al equipo formoseño fue abrirle la puerta de su casa y que se vaya para hacer su carrera como jugador para nunca más volver, y eso le partió el corazón. Pero estuvo convencida de hacerlo. No podía impedirle a su hijo que vaya a pelear por lo que siempre soñó y eso la tranquilizó.

En el futuro cercano de Mati apareció Quimsa y hubo un poco de alivio para Karen. Además. entre el club y la familia Pikaluk hay una conexión especial. No solo Luis vistió la camiseta de la Fusión, también lo hizo su hermano Rubén, que terminó su carrera en el club y además se quedó a vivir en Santiago del Estero. Matías vive en su casa de hecho.

Miguel, uno de los tíos de Matías, fue uno de los principales testigos de la historia entre Lucho y Karen porque también fue reclutado por Independiente de Zárate, aunque se volvió a Chaco mucho antes de lo que lo hizo Luis. Comenzó antes que su hermano la carrera como entrenador y luego, cuando Lucho volvió a la provincia con su familia ya constituida, fueron colegas. Eran muy apegados con su hermano y sus hijos se criaron juntos. Para sumar un detalle, fue el propio Miguel quien le donó el riñón a Luis.

Miguel, con quién también hablamos, resalta que ya estaba predestinado a jugar al básquet, reforzando lo que Karen comentó. Desde muy chico en una cancha de básquet, picando una pelota. Tras la partida de Luis, Social de Las Breñas lo acobijó. En su faceta de exjugador y entrenador, Miguel también analizó a Mati como jugador.

“A veces uno tiene intensiones, pero en el básquet tenés que tener condiciones y a él ya desde chiquito se le veían. Tenía mucho talento, manejaba las dos manos muy bien, las vivezas características del jugador de básquet desde jovencito y ahora eso lo va a potenciar más con buenos entrenamientos y con gente de calidad a la vuelta. Ojalá que le siga yendo bien. Estamos muy felices y orgullosos por él”, comentó Miguel. Luego, agregó: “Los golpes van a incidir en su carácter y lo van a fortalecer”. Para finalizar, habló sobre las similitudes que ve entre Mati y Lucho: “Aparte de su forma física, la capacidad de tomarse con humor los momentos difíciles de la vida”.

Como mencionamos, Miguel fue quien le donó el riñón a Luis y recuerda que él todavía estaba jugando de manera profesional, pero salvar la vida de su hermano era mucho más importante. “Se dio todo muy rápido. Había mucha gente predispuesta a donarle, pero el día de la prueba de compatibilidad éramos solo 3. Yo salí con el mayor porcentaje de mis hermanos. Tomamos la decisión y lo hicimos. Puse mi carrera en segundo lugar, solo importaba la vida de mi hermano”, recordó Miguel.

Mariana Alegre, colega y amiga de la casa, hace muchos años es la periodista especializada de básquet en toda la provincia. Pudo ver y disfrutar de padre e hijo. En el caso de Lucho, lo vio en su etapa como jugador y también como entrenador. Pero no solo eso, tuvo otra profesión en sus últimos años de vida: fue herrero y Mati fue su ayudante.

Mariana Alegre, colega y amiga de la casa, hace muchos años es la periodista especializada de básquet en toda la provincia. Pudo ver y disfrutar de padre e hijo. En el caso de Lucho, lo vio en su etapa como jugador y también como entrenador. Pero no solo eso, sino también en su otra profesión, en sus últimos años de vida, como herrero. Mati fue su pequeño ayudante.

De todos los recuerdos con Lucho, en la cancha y fuera de ella, era esa tenacidad de pelear hasta la última bola. “Me enteré de su problema de salud cuando me acerqué a hacerle una nota. Jugaba en Progre. Cuando me contó la situación, dejé el micrófono y le di mi medalla de la Virgen de la Medalla Milagrosa. Fue un impulso. Estaba Karen con él, y recuerdo haberles dicho: ‘cuando pase todo esto me la devolvés’”, comentó Mariana. “Hasta ahí Lucho siempre volvía de una lesión o por el básquet. Ese día me dijo ‘quiero vivir para ver crecer a mis hijos’”. Y dice Mariana: “La medalla volvió, en una cajita, hecha por Karen, con una nota de parte de ellos”.

Para cerrar, quisimos que Karen recordara alguna frase de cabecera que tenía Lucho, pero ella prefirió decirnos esto: “Si te puedo decir algo que siempre como familia pregonamos es el ser buenas personas y el trabajar sin excusas para lograr lo que uno quiere. Y gracias a eso nuestros hijos son libres de elegir qué sueño seguir”.

Para graficar esto, y cerrar la nota, nos indicó leer lo que puso Martina, hermana de Mati, en su cuenta de Facebook, que resume lo que ellos hoy, como familia, están pasando. Esto fue lo que publicó Martina: “Que la sangre no es agua dicen por ahí… El legado continúa mucho más! Pero si algo agradezco hoy es que más allá de cualquier pasión heredada, con Matías podemos hacer lo que queremos y tenemos el privilegio de intentar diseñar nuestro futuro. Tuvimos papás que nos apoyaron en todo, que nos dejaron soñar y elegir libremente que querer hacer. Hoy que mi hermano está viviendo esto, es fruto de eso. De no haber apagado la ilusión, de incentivarlo a seguir y sobre todo de enseñarle que a prueba y error uno se hace. Papá estaría feliz como nosotras, no por tener un nuevo “heredero” en su profesión, sino porque uno de sus hijos está cumpliendo sus sueños. Los amo! Qué suerte la nuestra Mati”.

 

Federico Radulovich / [email protected]
En Twitter: @basquetplus
En Twitter: @FRadulovich

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