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Las lesiones son ese factor que puede truncar la carrera de un deportista y privarnos a todos los fanáticos de disfrutar de los mejores jugadores del mundo. Derrick Rose tenía potencial para anotar su nombre entre los mejores de toda la historia. Un MVP a una joven edad era una muestra del pedazo de animal que se estaba formando en los Chicago Bulls. Fue esa maldita lesión la que pausó el crecimiento de Rose, que nunca más brilló como en esos años, o tal vez sí; una noche de 2018 brilló como en aquella ocasión.

Utah Jazz se enfrentaba a Minnesota Timberwolves en un partido que no llamaba por demás la atención. Donovan Mitchell y Karl-Anthony Towns eran los jóvenes que tenían los números para ser las estrellas del encuentro; fue la vieja escuela la que mandó esa noche, cortesía de una D-Rose que recordó sus mejores años y fue imparable. Tal vez no tan explosivo ni atlético, pero letal como en sus años mozos. Derrick clavó 50 puntos contra todo pronóstico y fue noticia alrededor del mundo; el MVP más joven había vuelto, al menos por una noche.

El encuentro terminó 128 a 125 en favor de los Timberwolves, y el tapón que liquidó el partido lo metió el protagonista de esta historia. Cuando finalizó el partido, la emoción pudo con el base que, entre lágrimas, declaró: "Simplemente hoy he tenido la noche. Y llevaba mucho tiempo esperándola. Mi trabajo aquí es el de ayudar a los chicos jóvenes a mejorar, como siempre he intentado hacer".

Rose estuvo 41 minutos en cancha; además de los 50 puntos, aportó 6 asistencias, 4 rebotes y 2 robos. No hay persona que se haya enterado del suceso y no pensara en lo que pudiera haber sido ese jugador si las lesiones lo hubiesen respetado. Una carrera que se termina y que recordamos repasando lo que fue su última gran noche.