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Si sumáramos años de presencia en la selección argentina, nadie supera a Gonzalo García. Sergio Hernández fue el que más tiempo estuvo al frente (12 años, 2005-2010 y 2014-2021), pero Gonzalo ya lleva 14, porque empezó como asistente de Fernando Duró en el Sudamericano 2004 (estreno de Carlos Delfino en la mayor y presencia de Pablo Prigioni, hoy asistente del equipo), y no paró hasta el 2016, para volver el año pasado. 

En el medio, le tocó dos veces estar al mando. La primera, con el equipo U21 del 2005, donde Argentina fue quinta en el torneo que se jugó en Córdoba y Mar del Plata. Y luego en los Panamericanos del 2007, única vez que le tocó dirigir como uno a la mayor. Fue cuarto, perdiendo el partido por el bronce ante Uruguay.

Después de los Juegos Olímpicos de Río, en el 2016, dio las hurras y seguramente pensó que no volvería, pero con la llegada de Néstor García el año pasado y el pedido de varios, aceptó ser una especie de escudero leal para el Che, en una situación compleja tras el retiro de Scola y la salida de Sergio Hernández. Gonzalo los conoce a la perfección a todos: trabajó con Duró, Hernández y Lamas y con todos los jugadores que uno pueda imaginarse. Una gran ventaja tenerlo cerca. 

Ayer, luego de la bomba que explotó con la desvinculación de Néstor García, inevitablemente quedó al frente del equipo que jugará la Americup desde este sábado. Gonzalo tiene una enorme ventaja: nada de lo que venga lo va a sorprender, porque en estos 14 años con la selección vio todo, jugó todos los torneos que existen y conoce a propios y rivales como nadie. 

Lo nuevo será su rol. Cambiar el chip de asistente con menos obligaciones de las que tenía con Hernández y Lamas, para ser el conductor de un grupo que llega moralmente golpeado por lo vivido con Néstor. Es la primera vez desde 1997 que no es el entrenador el que decide irse y la primera en mucho tiempo más que se corta un contrato. Entonces, eso sí es nuevo para todos. 

Gonzalo no va a cambiar un estilo de juego a 4 días del debut, pero seguramente intentará darle su impronta en cuanto al orden, la prolijidad y la preparación de los partidos. Seguramente se apoyará mucho en sus dos asistentes, Pablo Prigioni y Leo Gutiérrez. Lo normal sería que esta situación una al grupo, no solo a los entrenadores, más que nunca. Nadie previó y nadie quiso que esto pasara. 

Para García es un desafío. Doble. Primero, porque esta Americup permite, pese a todo, tener la ilusión de ganarla. No va ningún equipo cuco, ni siquiera Brasil, lo que no significa que Argentina sea candidata. Puede ganar o perder casi con cualquiera. Pero puede ganar, justamente. La fórmula es relativamente sencilla: mantener durante mucho tiempo la intensidad, defensa y concentración que tuvo en el segundo tiempo ante Bahamas. Puede hacerlo, aunque la mayoría de los rivales estarán mejor preparados que Bahamas. 

El segundo es desafío es a más largo plazo. ¿Hay opciones mejores que Gonzalo para completar el ciclo pensado para el Che? Gonzalo no quiere, hoy. Pero se lo podría convencer si las partes muestran interés real. Merecimientos tiene, capacidad también y conocimientos, indudablemente. ¿Deseo? Está por verse. Habrá que dejar pasar unos días para ver cómo se va aclarando el panorama.