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Indianápolis 2002

A 22 años de una injusticia mundial: Argentina subcampeona en Indianápolis

10:15 08/09/2024 | El 9 de septiembre de 2002, los árbitros Pitsilkas y Mercedes salieron a trabajar sin silbatos. Sconochini fue al frente por la segunda estrella, pero Yugoslavia metió mano.

Hugo Sconochini, la cara de una final amargada (FIBA)

El Mundial de Indianápolis 2002 quedará grabado en la memoria del básquet argentino como uno de los capítulos más dolorosos, no solo por la derrota en la final contra Yugoslavia, sino por la injusticia que se vivió en los últimos segundos del tiempo regular. "Sufrí varios años. Era un sueño recurrente que se me presentaba", recordó años después Hugo Sconochini, protagonista de una jugada que aún hoy es objeto de controversia.

La final comenzó con Argentina sacando de su zona de confort a jugadores clave como Dejan Bodiroga y Vlade Divac. La defensa nacional fue impecable, y a lo largo del tercer cuarto, un parcial de 14-2 liderado por Pepe Sánchez permitió a la celeste y blanca ponerse 53-43 arriba. Sin embargo, Yugoslavia, con toda su experiencia, supo igualar el marcador hacia el final del partido, dejando el destino del campeonato en manos de los árbitros.

Con 5 segundos por jugar, Sconochini penetró hacia el aro buscando la gloria, pero recibió una falta clara de Marko Jaric. "La falta se vio hasta por la radio", mencionan muchos testigos del partido. Sin embargo, el griego Nikos Pitsilkas y el dominicano Reinaldo Mercedes decidieron no pitar la infracción, llevando el juego a tiempo suplementario. En esa instancia, la veteranía yugoslava prevaleció, y el marcador final de 84-77 dejó a Argentina con el amargo sabor del subcampeonato.

Años después, Sconochini reflexionaba sobre esa derrota como un motor que los impulsó a la gloria en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004: "Era una revancha, seguro. Como perdimos el Mundial fue la nafta que nos alimentó para seguir luchando". Sin embargo, la herida de Indianápolis jamás terminó de cerrarse, y ese fallo arbitral sigue siendo recordado como una de las grandes injusticias del deporte.

La historia del básquet argentino no se podría contar sin Indianápolis 2002. Ese golpe, aunque devastador, fue el preludio de una generación que, dos años después, tocó el cielo con las manos al consagrarse campeones olímpicos.

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