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La historia de quienes se convierten en ídolos, quienes pasan a ser grandes jugadores profesionales, siempre tienen un comienzo y los detalles que los llevan a esos niveles altos de competitividad se van viendo desde bien temprano, aunque más no sean con algunos “lanzamientos fuera de lugar”.

A los 15 años, casi llegando a los 16, Facundo Campazzo fue reclutado desde Unión Eléctrica de Córdoba por Peñarol de Mar del Plata, una movida que tenía la institución para desarrollar su caudal formativo y competir a buen nivel en el ámbito nacional de inferiores. Otro de los jugadores que fue reclutado desde Necochea, cerquita de la Feliz, fue Facundo Varela, un ala pivote zurdo con buena mano que forjó su carrera en el ascenso y que hoy en día sigue dando muestra de su calidad en el Torneo Federal, con un último paso en Temperley, disputando la Liga Metropolitana.

Varela y Campazzo formaron una linda relación allí en Mar del Plata, jugaban ambos en el equipo juvenil del Milrayitas y compartían mucho tiempo juntos por fuera del básquet, por eso que sus vivencias fueron similares hasta la explosión del Facu cordobés. Ambos tuvieron la chance de ser promovidos a primera, a entrenar con el equipo profesional al mismo tiempo.

Una mañana de pretemporada en la Feliz

“En la primer practica de la liga fuimos juntos con Facu, nos presentaron, habló el Tulo Rivero, que estaba a cargo, debido a que Sergio (Hernández) estaba con la selección. Arrancamos y  empezaron los ejercicios de ventaja numérica, contragolpes, dos contra uno, tres contra dos, cuatro contra tres, hasta llegar al cinco versus cinco. En esos momentos estaban Lucas Picarelli, Marcos Mata, Byron Johnson, David Jackson, Román González, era el equipo que perdió la final con Atenas”

Un tiro no compartido y una muestra personalidad, al mismo precio

“En uno de esos ejercicios, Facu llegó a la carrera, se frenó y la tiró de tres cuando tenía opciones de pase con otros jugadores mayores que eran de Liga. Entonces vino Pica y le dijo ‘Nene, los tiros a la carrera dejalos para el Tato Rodríguez’, quien era el capitán y Facu lo miró como no entendiendo mucho y un poco diciendo no me importa. A la jugada siguiente la volvió a tirar y eso te daba un parámetro de su caraduréz para jugar, donde por ahí otro se inhibe con ese reto, pero él era distinto hasta para eso y mostró  una gran personalidad desde la primera práctica”

Campazzo siendo Campazzo, en Peñarol, Denver o la Selección, la confianza es uno mismo es lo último que se pierde para poder triunfar.

En Twitter: @osoresmauro