Silvio Santander: “Talleres tiene algo de Luna de Avellaneda”
14:35 13/10/2015 | El actual campeón de la Liga Nacional con Quimsa rememora su infancia en Talleres de Remedios de Escadala con su hermano Cristian, hoy entrenador de la selección argentina femenina.
- ¿Por qué Talleres de Remedios de Escalada?
. Primero porque vivíamos a tres cuadras, mi mamá trabajó 25 años en el club y mi papá jugó toda la vida y fue entrenador allí. Además ellos dos se conocieron ahí, entonces es un poco el club de la familia.
- Es Luna de Avellaneda...
. Y algo de Luna de Avellaneda tiene, sí.
-¿Y ya era por el básquet o era para que los chicos tengan alguna actividad porque eran pesados?
. En ese momento éramos pesados, pero también era por el básquet y porque el club era nuestra segunda casa, que es un poco lo que hoy ha cambiado en los clubes. Era ir a básquet tres veces por semanas, jugar, y en ese tiempo libre también era ir al club, a hacer cualquier otra actividad y compartir.
- Aparte, por lo que vos me decís, tus viejos estaban todo el tiempo ahí.
. Estaban un tiempo, sí, mi viejo laburaba en el banco y después a la noche iba a trabajar al club, y mi vieja estaba desde la mañana hasta las tres de la tarde más o menos. Pero me parece que el motivo de los chicos de mi edad ya era ir al club, en el verano la pileta, la colonia de vacaciones, y en un momento donde creo que los chicos de mi generación hacíamos todos los deportes que podíamos en los clubes. Yo también hacía básquet por la familia, pero la verdad es que hacíamos todos los deportes que queríamos... atletismo en su momento, jugaba al tenis...
-¿Cómo era el club?
. El club socialmente era destacado, fue un poco el fundador de la zona con la pileta olímpica y la pista de atletismo y eso atraía muchos deportes. Entonces la diversidad de deportes empezó a traer muchos socios. El fútbol se mantuvo siempre en las buenas y malas, más malas que buenas, pero con mucha vida social. Recuerdo mucha gente trabajando en el club con esto de tener una cantidad de deportes masiva, porque la gente que tenía tiempo libre se lo dedicaba al club.
-¿Y la escuela estaba cerca también?
. La escuela la tenía para el otro lado, a cinco cuadras.
- O sea que el camino era: desayuno, escuela y club...
. Sí, el camino era así. El día libre que no había clases por algo era directamente club, todo chico hacía eso.
-¿Eran los hermanos macana?
. Eramos los hermanos macana, sí. Nos conocía todo el club, los empleados del vestuario, los del restaurante... sabían que a cada rato mi vieja tenía que venir porque uno se esguinzaba, el otro se peleaba, uno perdía una pelota... teníamos todos esos recuerdos.
-¿Qué actividades tenía el club?
. El club llegó a tener fútbol como deporte destacado, básquet, después natación, judo, karate, tenis, atletismo muy bien, llegó a tener lo que era yoga, alguna parte de actividades culturales, el centro de vitalicios donde se pasaban jugando a las cartas...
-¿Y qué creés que te dio el club?
. Y... hay cosas que me parece que las terminás viendo como más adelante, como que te cae la ficha un poco más tarde. Es la cuestión que te da de tener que compartir todo, porque es difícil hacer alguna actividad solo. También un sentido de pertenencia porque recuerdo que una vez hicieron remodelaciones, con un cantero de flores y pintando, y nosotros queríamos que nadie toque nada porque queríamos que el club se mantenga bien y eso se te trasladaba automáticamente a tu casa, porque si tu papá levantaba una pared querías cuidarla. Nos dio mucho de eso, porque aparte era un club donde no sobraba, todo era a pulmón. Después, otra actividad que me fue quedando con el tiempo y me gustaría hacer es eso de ir al club a ayudar, a devolver todo eso que me dio. Yo veía muchos viejos que le habían dado la vida, por supuesto con sus trabajos y sus casas, pero que al mismo tiempo iban al club para que se pudiera levantar una tribuna. Podían estar cinco años, reuniendo dinero para que se pudiera levantar una tribuna y eran anónimos, quizá el nombre se lo llevaba otro pero había 50 tipos que se habían dedicado invirtiendo de su tiempo para que el club pudiera, en forma orgullosa, presentar una nueva tribuna... y de madera nomás. Ese es el amor por el club. Por eso yo soy un fanático de la película Luna de Avellaneda de verdad, y es más, quisiera que los clubes de barrio fueran más defendidos por todos nosotros. Porque ahora se dan cuenta de que la pelota va privada por un lado, el gimnasio va privado, el técnico va privado... y hay una parte que te la va a dar el club, no te la va a dar ningún otro lugar, y eso es lo que tenemos que recuperar.
¿A tu familia con tus hijos tratás de mantenerlos ahí o te resulta más complicado?
Lo hago y lo hice pero con el club Lanús, porque al mudarnos ya me queda más a trasmano Talleres, y lo que definitivamente queremos siempre con mi mujer es que los chicos hagan vida de club porque empiezan a desarrollarse en un ambiente sano, de pares, de chicos que buscan todo lo mismo, con sus primeras amistades. Definitivamente nosotros queremos que hagan vida de club.
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