Walter Herrmann: “La vida de club te aleja de las tonterías”
14:27 13/09/2015 | Instalado en Buenos Aires, igualmente Walter Herrmann siempre tiene gran parte de su cabeza en Venado Tuerto, y aquí rememora sus inicios en la vida de club, tanto en Chanta 4 como en Centenario.
Si algo hay que reconocerle a Walter Herrmann es que siempre dice lo que piensa, y reconoce que estar viviendo en Buenos Aires le cuesta un poco. “Me genera respeto la ciudad”, agrega. Por eso, aprovechamos la situación para transportarlo imaginariamente a Venado Tuerto, su lugar en el mundo, para recordar sus inicios en la vida social de club. Estuvo unos meses en Chanta 4, con el que volvió a jugar hace tres años, y luego pasó a Centenario, donde vivió su niñez y adolescencia antes de emigrar para jugar profesionalmente en Olimpia.
-¿Dónde arrancaste?
. Yo empecé en Chanta 4, pero estuve pocos, seis o siete meses, y me fui a Centenario, que es el club del que soy hincha de toda la vida. Ahí estuve hasta los 15, que me fui a Olimpia. Y hace unos años, cuando volví a jugar, lo hice en Chanta 4, porque en Centenario no quedaba nadie de mi época. Y en el Chanta yo tengo además la escuelita de básquet, soy el padrino. Y encima somos todos hinchas de San Lorenzo, tanto los dirigentes como yo.
- Hablemos de Centenario entonces.
. Vivía exactamente a siete cuadras y media. Mi relación con Centenario era total. Vivía más en el club que en mi casa. Yo hice toda la escuela primeria de mañana, salía 12.15, iba a mi casa, comía, y de ahí a Centenario. Si estaba cerrado, nos íbamos a algún parque municipal, o a la escuela de los Mormones, o cualquier lado donde hubiese un aro para poder tirar. Pero una vez que abría Centenario, yo estaba ahí. Quería entrenarme en todas las categorías. De los 7 a los 15 años estaba todo el día en el club.
-¿Cómo era esa vida de club?
. La vida de club es muy buena, porque es muy sana. Jugás de visitante y vienen los padres en el colectivo con vos, te acompañan. La vida de la infancia es la más linda. Y más en el club. Siempre me acuerdo que mi primer viaje largo fue a San Antonio de Padua, en tren. Paré en la casa de otro chico, y fue buenísimo.
- Vos siempre fuiste muy alto, y muchas veces los chicos tienen esa cosa sentirse distintos y el club a veces ayuda en eso también.
. Sí, pero en mi caso siempre me gustó ser alto. Me encantaba. Otros compañeros míos agachaban la cabeza o se sentían raro. A mí no me pasó. Nunca lo sufrí. Es más, quería ser siempre más alto de lo que era. Porque además lo asociaba con el básquet.
-¿Tu primer grupo de amigos fue del club?
. Sí, y del Chanta, y eso que estuve pocos meses. El básquet es un deporte muy sano, y lo juegan menos, entonces te hacés más amigo. Incluso varios iban conmigo además a la escuela.
- Imagino que en el club también había actividad social más allá del básquet.
. Sí, tenía un polideportivo con mucha actividad: pileta, tenis, etc. La cancha, la sede, estaba en pleno centro, donde ahora hay un supermercado. El poli estaba en las afueras, y ahí había varios deportes, pero yo me enfocaba en el básquet.
-¿Y en la sede había el típico bar con pool, metegol, ping pong?
. Todo, exactamente. Un bar adelante en el club, con metegol, pool, un restaurante, y atrás la gente grande que jugaba a las cartas.
-¿Ibas solo o te llevaban?
. Al principio mi mamá o mi abuelo, pero al poco tiempo ya iba solo en bici, o caminando, para ir picando la pelota. Mi mentor, el Flaco Alovatti, siempre me decía que fuera picando por la calle porque, como las veredas estaban torcidas, si me acostumbraba a picarla ahí después me iba a ser más fácil en la cancha. Durante años lo hice.
-¿Qué onda tu vieja cuando te quedabas hasta tarde?
. No, todo bien. Llegaba a las 10 de la noche, pero era otra época, muy sano. Si sabían que estaba en el club no pasaba nada.
-¿Te gustaría que tus hijos tengan vida de club?
. Me encantaría, que vivan lo que viví yo. Ahora es más complicado. Cuando mi hijo sale en bici, no me quedo tranquilo. Pero me encantaría, porque te hacés de muchos amigos y crecés de una manera más sana. Y te alejás de las tonterías. Muchas veces creo que los chicos caen en cosas malas por aburrimiento. La vida de club es incomparable.
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