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La bomba del mercado fue el arribo de Luka Doncic a LA, pero la ilusión duró poco. Los Lakers, que partían como favoritos en la primera ronda, cayeron 4-1 ante Minnesota. Una semana después, LeBron James alzó la voz con un mensaje tan medido como filoso. En su podcast con Steve Nash, el Rey fue claro: “A lo largo de los años he aprendido que los equipos ganan campeonatos. Siempre, los equipos siempre ganan campeonatos”. Con 40 años, su paciencia no parece estar en el mejor momento.

James y Doncic rindieron en los papeles: promediaron 25.4 y 30.2 puntos, respectivamente, con buenos porcentajes. Pero en los momentos calientes, se apagaron. Entre los dos lanzaron 4 de 18 en los últimos cuartos de los juegos 4 y 5. Las críticas no tardaron en llover, pero LeBron no se quedó callado: “Nunca se trata solo de Luka y de mí... hay otros ocho chicos en la cancha”.

James también deslizó ironías contra la dirigencia en su conferencia de prensa final: sugirió que si opinaba sobre el armado del equipo, lo podían terminar traspasando, como le ocurrió a Anthony Davis. Y dejó otra frase que apunta alto: “Y sí, los jugadores individuales se llevan muchos elogios... pero un grupo gana campeonatos, y lo entiendo”. Todo, mientras Rob Pelinka cancelaba a último momento un intercambio clave por Mark Williams tras los exámenes médicos.

La novela Lakers tiene nuevos capítulos en el horizonte. LeBron tiene una opción de jugador por 52.7 millones de dólares para la temporada 2025-26. Todo indica que seguirá, pero la tensión con la gerencia está a la vista. Porque incluso en la ciudad de las estrellas, no alcanza con juntar nombres. Se necesitan equipos, algo que Minnesota sí tuvo y los Lakers, otra vez, no.