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Paolo Napoleón James Banchero, imposible negar que es italiano o que por sus venas corre sangre tana. Y así lo es. Si bien nunca vivió en el país europeo, tiene ascendencia por su padre, mientras que por el lado de su madre, es afroamericano. Pero él nació y vive en Estados Unidos. Desde febrero del 2020, tiene ciudadanía italiana.

Su crecimiento y desarrollo fue muy rápido y prematuro, cuando apenas tenía poco más de un año de edad, ya medía casi un metro de altura. Su madre fue jugadora de básquet, fue la máxima anotadora histórica de la Universidad de Washington, fue seleccionada en la tercera ronda del draft del 2000 y jugó en la WNBA. De ella adquirió su pasión por el básquet y desde muy chico comenzó a desempeñarse en su Seattle natal, además las características físicas eran imponentes: a los 12 años medía 1.96 metros.

Su padre fue jugador de fútbol americano durante su etapa universitaria, también asistió a Washington y allí se conocieron con Rhonda Smith, madre de Paolo. Durante su época de secundaria, el ítalo-estadounidense también practicó el deporte que heredó de su padre, pero terminó por elegir el básquet. Fue figura excluyente del O’ Dea High School, lo llevó a obtener el título estatal y él recibió varios reconocimientos individuales. Pese a que se presumía que seguiría los pasos de sus padres y jugaría para Washington, armó las valijas y partió rumbo a Duke, rechazando otras ofertas, entre ellas, la de Kansas.

No le costó nada asentarse a la NCAA, tuvo como entrenador al histórico y legendario Mike Krzyzewski, que terminó de pulir un diamante que ya brillaba. Fue el líder de Duke, que llegó a las semifinales del March Madness y perdió justamente ante Kansas por un ajustado 81-77. La temporada de Banchero fue muy buena, terminó con 17.2 puntos, 7.8 rebotes, 3.2 asistencias y 1.1 recuperos en 33 minutos en cancha en 39 partidos.

Actualmente mide 2.08 metros y tiene 19 años, pese a su altura y su posición en la cancha, juega muy bien con el balón en las manos, genera juego y tiene una combinación de altura y potencia interesante. Desde el perímetro se siente cómodo jugando y posee un buen lanzamiento de dos puntos, pero no tanto desde la línea de tres. En el poste bajo tiene un gran repertorio, un juego muy completo y suele sacar ventaja en esa zona. No sería alocado ni descabellado que en un futuro pueda jugar de alero.

Hace poco, durante una entrevista, comentó su deseo de jugar para Italia: “Al principio no era algo en lo que pensase mucho, realmente me gustaba jugar las inferiores del Team USA, donde estaba”, reconoció Paolo. Luego agregó: “Así que no lo pensé mucho hasta el segundo año. Entonces, al final de esa temporada, empezaron a hablar de la posibilidad de jugar los Juegos Olímpicos en el futuro. Y ahí lo empecé a pensar”.

Posteriormente, para concluir, detalló: “Con Estados Unidos tenía la confianza de que voy a llegar a ser profesional y de que podría estar en el equipo absoluto algún día, pero es algo que está muy lejos de estar asegurado. Y es un proceso diferente. Mi padre me decía que podía terminar jugando en tres o cuatro Juegos Olímpicos si jugaba con Italia. Me lo pensé. Incluso así, al principio pensaba que tenía muchas dudas. Pero luego me reuní con algunos representantes de Italia en San Francisco, hablamos, seguimos hablando, y terminé por comprometerme con ellos”.