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La temporada 2024-2025 de la NBA está dejando una estadística impactante protagonizada por LaMelo Ball: el base de los Charlotte Hornets está lanzando a canasta a un ritmo que no se veía desde los tiempos de Wilt Chamberlain. Con un promedio de 0,727 tiros por minuto, Ball se ubica quinto en el ranking histórico de esta estadística, igualado con Michael Jordan en su temporada 1985-86 y superando a cualquier otro jugador desde 1964-65, según datos de HoopsHype.

Para poner en contexto la magnitud de este dato, las cuatro marcas más altas pertenecen a Chamberlain, incluyendo un estratosférico 0,814 tiros por minuto en la temporada 1961-62. Esta voracidad ofensiva, impulsada por la confianza que le otorga su entrenador Charles Lee, lo ha llevado a registrar partidos con 38 lanzamientos, incluyendo 17 triples, como en la derrota frente a los Bucks, donde anotó 50 puntos.

Si bien su promedio de anotación de 29,7 puntos por partido lo sitúa entre los máximos anotadores de la liga (aunque no figure en el ranking oficial por no cumplir el mínimo de partidos jugados), la alta cantidad de tiros que realiza Ball no se traduce en un éxito colectivo para los Hornets.

El equipo marcha penúltimo en la Conferencia Este con un pobre récord de 8 victorias y 28 derrotas, evidenciando una dependencia excesiva del juego individual de su estrella. Este contexto plantea un debate interesante: ¿es sostenible un volumen de tiros tan alto en un equipo con dificultades? ¿Prioriza Ball su lucimiento personal por encima del rendimiento colectivo? Los números, fríos e ineludibles, señalan una confianza desmedida en su tiro, pero el resultado global del equipo invita a la reflexión.

Más allá del rendimiento colectivo, el impacto individual de Ball es innegable. Su presencia en el All-Star parece prácticamente asegurada, liderando las votaciones entre los bases y escoltas del Este con una amplia ventaja sobre figuras como Donovan Mitchell, Damian Lillard y Jalen Brunson. En definitiva, LaMelo Ball está dejando una marca en la NBA a través de un volumen de tiros sin precedentes en las últimas décadas. Su confianza en el lanzamiento lo emparenta con el mítico Wilt Chamberlain, pero el desafío para el joven base está en traducir esa confianza en victorias para su equipo.