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Cerca de empezar una nueva temporada, aún se habla de la última final ganada por Boston Celtics, perdida por Dallas y Kyrie. A pesar de haber guiado, junto a Luka Doncic, a los Dallas Mavericks a su primera aparición en las Finales desde 2011, la serie terminó en una decepcionante derrota por 4-1. "El año pasado fue definitivamente un año decepcionante desde el punto de vista de no ganar las Finales", admitió Irving en una reciente transmisión en Twitch, evidenciando el dolor que le dejó aquella caída.

El rendimiento de Irving fue objeto de críticas, ya que promedió 19.8 puntos, 3.0 rebotes y 5.0 asistencias, cifras respetables pero por debajo de sus propios estándares, especialmente en comparación con su actuación en 2016, cuando fue pieza clave para que Cleveland Cavaliers conquistara el campeonato. En las Finales de 2024, su porcentaje de tiro fue de apenas 41.5% y un flojo 27.6% desde la línea de tres puntos. "No jugué a mi mejor nivel en la recta final de la temporada y eso me ha estado carcomiendo desde entonces", reconoció el base, demostrando un sentido de autocrítica que no muchos jugadores de su calibre suelen exponer.

Sin embargo, lejos de quedarse atrapado en el pasado, Kyrie mantiene la vista puesta en el futuro. "Vamos a volver. Perder es una mierda", sentenció con determinación, prometiendo a los fanáticos de Dallas que la historia aún no está escrita y que la próxima temporada será diferente. La incorporación de Klay Thompson al equipo es parte de los cambios que busca Dallas para reforzar su plantel, pero será la combinación entre Irving y Doncic la clave para alcanzar el éxito en 2025.

Para Kyrie, este subcampeonato no es más que combustible para la revancha. Su promesa de redención está cargada de un compromiso personal y colectivo, dejando claro que la temporada 2024-25 no fue el final, sino el comienzo de algo más grande. Con Irving asumiendo su responsabilidad y un equipo reforzado, los Mavericks se preparan para volver más fuertes y buscar su ansiado segundo título de la NBA.