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En un giro inesperado, Draymond Green ha logrado resurgir como una de las piezas defensivas más determinantes de la NBA. A sus 35 años, y luego de temporadas marcadas por suspensiones y controversias, el interno de los Warriors se encuentra como el principal candidato a ganar el premio al Jugador Defensivo del Año. De conseguirlo, no solo sumaría su segundo galardón tras el obtenido en 2017, sino que se convertiría en el más veterano en recibirlo, superando a Dikembe Mutombo, quien lo obtuvo con 34 años en 2001. Su liderazgo en la defensa de Golden State, que se mantiene entre las siete mejores de la NBA pese a la inestabilidad del equipo, lo ha catapultado al frente de las apuestas.

Green ha sabido aprovechar el contexto. La lesión de Victor Wembanyama, quien era el favorito para quedarse con el premio, dejó la carrera abierta. En ese espacio emergieron nombres como Evan Mobley, Jaren Jackson Jr. y Dyson Daniels, pero ninguno ha logrado consolidar una narrativa tan fuerte como la de Green. En el Draymond Green Show, el ala pivote defendió su caso: "Protejo el aro, defiendo el pick and roll, puedo atrapar y seguir marcando a mi hombre sin ayuda. No creo que haya otro jugador en la liga que pueda hacer todo eso". Su impacto no solo es individual, sino colectivo: a pesar de que los Warriors han utilizado 17 quintetos titulares distintos, su estructura defensiva sigue funcionando con él como ancla.

Evan Mobley sigue siendo el candidato más sólido, argumentando que su consistencia ha mantenido a los Cavaliers en la élite del Este. En un escenario sin un dominador absoluto, aunque su juventud le reste posibilidades. En el mismo sentido, pero con peor impacto colectivo está Dyson Daniels de los Atlanta Hawks, que lidera la Liga en robos con un promedio impresionante de 3.1 por juego. La posibilidad de que Green gane en gran parte por su nombre y su legado no es descabellada, pero su impacto en la defensa de los Warriors está fuera de discusión en números impacta también con 1.1 bloqueos y 1.4 robos por juego.

La carrera por el premio sigue abierta, pero la de Green es una historia de redención en pleno desarrollo. De un jugador que parecía más cerca de la decadencia que de la gloria, ha pasado a convertirse en el ancla defensiva de un equipo que todavía aspira a competir en el Oeste.