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No necesariamente un equipo del año debe ser el campeón de la competencia. Tal vez alguno que sorprendió de gran manera, dio pelea y dejó marca puede ser mejor considerado que el que levanta el trofeo. Ahora bien, es muy difícil no darle este reconocimiento a unos Celtics que tuvieron poca oposición en un camino al título que los devolvió a la gloria, la cual no alcanzaban desde 2008.

El conjunto de Joe Mazzulla encontró una defensa que los llevó a ser un equipo que ahogó a sus rivales. La capacidad de los Celtics para mantener una defensa de élite, con jugadores como Jrue Holiday, Derrick White y Porzingis liderando el esfuerzo, les permitió ganar numerosos partidos cerrados y establecerse como uno de los equipos más temidos en ese aspecto. Fueron un equipo profundo que, cuando uno se lesionaba, tenía reemplazos a la altura para no perder la consistencia durante todo el año.

Si bien las grandes figuras fueron los aún jóvenes Jayson Tatum y Jaylen Brown (MVP de las finales), detrás aparecían nombres que tomaron responsabilidades en momentos cruciales, como Horford, Hauser o Payton Pritchard, con sus tiros imposibles de mitad de cancha en repetidas ocasiones.

En los playoffs, el equipo rindió de gran manera. Primero tuvo que arreglárselas sin Kristaps Porzingis y, cuando apareció el letón, se volvieron decididamente imparables. Le ganaron la primera ronda a Miami (4-1), en semifinales de conferencia a Cleveland (4-1), en finales de conferencia a Indiana (4-0) y a Dallas en la final (4-1).

Durante esta temporada, se encuentran segundos en la Conferencia Este (21-6) y terceros en la clasificación general, por detrás de Cleveland y Oklahoma City Thunder. Mantuvieron la base, y eso también es algo para destacar, ya que no es un equipo que se conforma con ser el mejor en este 2024, sino que quiere ir por todo en un 2025 que los tiene como los grandes candidatos al anillo.