Chapu Nocioni, Peñarol y un fichaje increíble
21:19 04/12/2024 | Andrés fue el único de los argentinos que jugó durante el lockout de la NBA en 2011 y lo hizo en el Milrayitas, viviendo una vez más la Liga Nacional en su máxima expresión.
Chapu Nocioni fue uno de los tantos Generación Dorada que tuvo un regreso a la Liga Nacional después del oro olímpico de 2004. Y su caso fue especial ya que fue solo para dos partidos de la competencia principal y el Súper 8 de 2011 disputado en Mar del Plata. Fue Peñarol el que lo convenció, en una gran historia que contó en Chapu, historias de un guerrero.
Como la NBA no empezaba, Nocioni se tomó vacaciones más largas de las previstas. Fue a Puerto Madryn, donde se desenchufó por completo. Le gustó tanto, que se embarcó dos veces para avistar ballenas. El viaje dejó dos recuerdos imborrables: uno cuando un cachalote chocó el bote y casi se caen al agua con Paula y los chicos y otro cuando viajaron a ver la pingüinera de Punta Tombo y Chapu perdió ahí el anillo de casamiento. Lo arregló después tatuándoselo en el mismo lugar donde lo llevaba puesto: el anular izquierdo. Paula no lo olvida: “Menos mal que lo perdió estando conmigo. Durante mucho tiempo me dolió el tema porque no me convencía el tatuaje, y encima yo sí tenía el anillo, que lo habíamos hecho en Vitoria, pero de a poquito se me fue pasando y hoy me gusta”. No sería la última vez que Chapu tendría problemas con un anillo.
Después volvió a Pico, hasta que un día lo llamaron Sergio Hernández y Leo Gutiérrez para ofrecerle entrenar en Peñarol mientras se resolvía el lockout, para no perder estado físico y ritmo basquetbolístico. “Me estaba preparando solo y me insistían con que fuera con ellos, hasta que al final viajé una semana a Mar del Plata y me puse a entrenar con ellos. A los pocos días, Sergio, Leo y Claudio (Villanueva), me empezaron a decir que por qué no jugaba el Súper 8 para Peñarol, que me iba a venir bien para estar en competencia. Claudio había hablado con Baskonia, pero yo no quería ir a Europa por un tiempito. No tenía ganas. Mar del Plata me entusiasmaba. Y llegué a un acuerdo para jugar el Súper 8”. La negociación la llevó adelante Villanueva: “Yo buena relación con Alfredo Miño (dirigente de Peñarol) entonces empezamos a armar una estrategia. Ellos hablaron con la Provincia para ver si podían económicamente y lo consiguieron. Fue simple. Ni siquiera tuvieron que alquilarle departamento, porque al final Chapu vivió en la casa de Leo”.
La situación era insólita. Un NBA como Nocioni jugando en Peñarol parecía una historia imposible. Pero siendo Nocioni, las diferencias se achicaban. A tal punto que, pese a que el acuerdo con Peñarol era solo por el Súper 8 (3 partidos en días consecutivos), Chapu quiso participar también de un par de juegos de Liga Nacional previos, para ponerse a tono. No quería arrancar de cero en el Súper 8. Detalle no menor: los 2 encuentros eran, uno en La Banda, Santiago del Estero, y el otro en Córdoba. Todo, obviamente, vía terrestre. ¿Alguien imagina a un NBA 18 horas en un bus para jugar un partido? No. Bueno, con Nocioni no hubo problemas. Fue volver 12 años atrás, a sus épocas de Independiente de Pico. “Me fui a Santiago del Estero feliz. Subí al colectivo y me instalé adelante con los choferes. Fuimos tomando mate todo el viaje. Yo la pasé bomba. A mí me gusta viajar y no tuve problemas”.
Las vueltas de la vida hicieron que en ese equipo coincidiera con alguien con el que había tenido batallas más de 15 años antes: Alejandro Reinick. “No nos habíamos vuelto a ver, y yo no sabía cómo iba a reaccionar, pero cuando me vio, me dio un abrazo y me preguntó por mi viejo. En 10 segundos rompió todas las barreras. No marcó diferencias en ningún momento. Cero aire de estrella. Venía de la NBA y se comió 40 horas de colectivo sin chistar”.
Si alguien hubiese escrito el guión de ese regreso a la Liga de Nocioni, jamás hubiera acertado con lo que pasó. “Después de jugar contra Olímpico pensé que había cometido el peor error de mi vida. Jugué para el culo y nos comimos una paliza impresionante. Me cagaron a palos, nos reventaron. Estaban todos motivadísimos. Peñarol era como el Dream Team. En el vestuario yo estaba recaliente, pero vino Leo y me dijo que me dejara de joder, que no pasaba nada, que en el Súper 8 la iba a romper”. Esa noche terminó con victoria de Olímpico 83-52, en el peor partido del que luego sería campeón de la Liga en esa temporada. La figura fue Denham Brown, con 20 puntos. Chapu terminó con una planilla poco NBA: 9 puntos, con 1/7 de cancha y 7/13 libres, más 6 rebotes, en 16:30 minutos. “Yo lo conocí en esos días -dice Campazzo-. Lo admiraba mucho y me parecía inalcanzable, pero su manera de ser y personalidad hace que entres en confianza enseguida. Le gusta hablar, te cuenta cosas muy entretenidas y parece que lo conocieras de toda la vida. Creo que disfrutó mucho el viaje a La Banda y Córdoba. En el primero perdimos por 30 y le gritaban cosas. Estaba mal, pero después la rompió toda”.
De La Banda viajaron a Córdoba (6 horas de colectivo) y el panorama cambió: Peñarol derrotó a Atenas 75-59 y Chapu la gastó: 24 puntos (9/16 de cancha, 6/7 libres), 16 rebotes, 1 asistencia y 1 tapón en 33:16 de juego. Más tranquilo, se tomó con calma las 14 horas finales de bus hasta Mar del Plata, donde 10 días después se jugaría el bendito Súper 8 para el cual había sido fichado por Peñarol.
Para poder participar de ese torneo, Nocioni había dado muestras una vez más de su calidad humana y su desinterés económico. Peñarol le había dejado en claro que para ellos resultaba absolutamente imposible pagar el seguro que surgía del alto contrato de Chapu en la NBA. Andrés lo resolvió rápido: “No se hagan problema, yo juego igual. Sin seguro”. Y así lo hizo, a pesar de que todavía tenía secuelas de la lesión en el tobillo del Preolímpico.
El mini campeonato fue un sueño para muchos. Para Peñarol, por tener a Nocioni al menos dos semanas en su plantel. Para la Liga, por lo mismo. Para Leo Gutiérrez, por poder cumplir el deseo de volver a ser parte de un equipo fuera de la selección con su hermano del alma. Para Nocioni, por estar otra vez con la chance de ganar algo en su país y con su amigo. Para Sergio Hernández. Para la gente. Para el básquet argentino. Y se coronó con un título, impensado unos pocos meses atrás. “Empecé jugando muy bien contra Bahía (24 puntos, 15 rebotes), después bajé bastante contra Obras en las semis (14 y 4) y en la final dí una mano, sobre todo en los rebotes (11 y 12), pero ya estaba cansado. Me acuerdo que ayudé con dos triples seguidos cuando estábamos en plena remontada. Y también que el Puma Montecchia se enojó conmigo. Me decía ‘vos estás loco, cómo vas a jugar este torneo estando así’. Es que yo rengueaba a veces porque el tobillo me dolía. Tenía razón, pero mi vida nunca se basó en la especulación. Quería jugar y quería ganar algo después de mucho tiempo. Y jugar con Leo tantos años después en un club competitivo fue un gusto que me pude dar. La pasé muy bien en ese Súper 8.
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