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Lázaro Borrell y la historia de cómo desertó de Cuba

16:26 28/05/2022 | El exjugador de Obras, Boca y la NBA decidió dejar a escondidas su país durante el Preolímpico de 1999 y desde allí tardó 15 años en regresar a ver a sus seres queridos.

Lázaro Borrell dejó Cuba y tardó 15 años en volver (Foto: Marcelo Figueras)

Lázaro Borrell fue un cubano que dejó una marca en la Liga Nacional, con ocho temporadas en Obras y una con título incluido en Boca. Sin embargo, en 1999 tomó la decisión más difícil de su carrera, que fue dejar Cuba.

En 2007, el cubano contó en Básquet Plus cómo fue ese momento, que tuvo en su cabeza durante 15 años, hasta que en 2014 logró volver a su casa. “Todos los días me acuerdo de mi último día en Cuba”.

“Hasta te puedo dar la fecha exacta Un 6 de julio de 1999. Al día siguiente salía para Panamá, donde íbamos a jugar unos partidos amistosos antes de ir al Preolímpico de Puerto Rico. Estuve con mi hermana Leonor, la que jugó al básquet, y con mi sobrino de dos años y medio, disfrutándolos a full porque yo ya sabía que no iba a regresar y me iba a demorar mucho en volverla a ver” expresó Borrell.

Al otro día comenzó el plan: “Al otro día me llevó Leonor al aeropuerto. Cuando subí al avión, me tocó un asiento en el pasillo, y en el asiento de enfrente tenía a Ángel Caballero, con el que teníamos planeado quedarnos en Puerto Rico. Cuando el avión empezó a moverse nos miramos y yo pensé ‘ya nunca más’”.

Llegados a Puerto Rico para jugar el Preolímpico, Borrell recordó cómo fue que lograron llevar a cabo su salida: “Arrancó mal. Yo cometí un error grave porque en mi visita a la Argentina por seis meses en 1998 le dije a una persona lo que tenía pensado hacer. Y cuando volví a Cuba, me empecé a perseguir por el miedo de que esta persona se lo dijera a alguien y eso llegara a Cuba. Cada vez que salía a la calle, me imaginaba que había gente siguiéndome o que todo el mundo me miraba. Estaba paranoico. Y para colmo, cuando estábamos por salir para Panamá, viene Ruperto Herrera padre a decirme que tenía la visa para todos los jugadores menos la mía. Nosotros necesitamos visa para ir a cualquier lugar del mundo. Cuando viajábamos, nos daban el pasaporte antes de subir al avión, nos lo retiraban cuando llegábamos y lo mismo a la vuelta. No te imaginas el susto que me pegué. Ruperto hijo ya me lo había anticipado el día anterior, pero con la locura que yo tenía, creía que se iba todo al diablo. Su padre me había dicho que fuera al aeropuerto igual a ver si llegaba. Al otro día fui, empezó a repartir los pasaportes y el mío finalmente estaba en regla”.

En el torneo tuvieron un mal inicio, pero Lázaro tenía el plan en la mente: “Empezamos jugando contra Uruguay, al que normalmente le ganábamos. Pero perdimos. Luego perdimos también con Canadá y después contra Argentina. Con esos resultados, nos quedaba jugar sólo contra el Dream Team y quedábamos afuera del torneo. Al primer partido vino a vernos Andrés Guibert, que se había ido en 1993 y que jugaba en Puerto Rico. Mis compañeros tenían algo de miedo de ir a saludarlo, pero yo fui y lo abracé y le dije al oído ‘tengo que hablar contigo’. Andrés me miró, supongo que entendiendo lo que necesitaba decirle, y me dijo ‘ya hablaremos luego’, como dándole mayor importancia al encuentro después de tantos años que a lo otro”.

Sin embargo, su encuentro con Guibert se demoró. “Como no lo ví durante un par de días, empecé a preocuparme y a buscar otra opción, a través de una gente, pero los tipos me mandaron a una persona a golpearme la puerta de la habitación, y yo casi me muero. Enfrente de mi pieza estaba Miguelito (Calderón, el entrenador). Entonces le dije a esta gente que si hacían así las cosas, la iban a embromar. Entre Argentina y Estados Unidos teníamos un día libre, y finalmente quedamos en ir a cenar con Andrés. Antes de salir, le dije a Angel (Caballero), si era consciente de lo que estábamos por hacer. Me miró como dudando y le dije entonces ‘bueno, quédate, yo me voy’, y enseguida vino conmigo. Roberto Herrera vino con nosotros y, cuando le contamos, nos dijo ‘sin ustedes dos se acaba el básquet en Cuba, me voy con ustedes’ y también se sumó Héctor Pino, que era mi compañero de habitación. Fuimos a comer por ahí con Andrés, y cada vez que quería sacar el tema, él me decía que me quedara tranquilo, que nos iba a ayudar, pero que lo hablábamos luego. Chupamos, nos divertimos y, al final, nos llevó a una villa en construcción donde nos quedamos a dormir”.

En cuanto a las razones, Borrell comentó: “Fue un cúmulo de cosas, pero para serte sincero, el principal fue por la que era mi novia de entonces, la actual madre de mi hijo, que se había ido de Cuba un par de años antes, a Miami. A mí el tema de la libertad de expresión no me afectaba tanto, porque no era de decir mucho, y cada vez que me hacían un reportaje no había problemas. Es gracioso. A mí varias veces antes me habían intentado convencer para irme a los Estados Unidos. Una vez, en un torneo internacional, Bobby Knight me ofreció ir a jugar a la Universidad de Indiana. Recuerdo que me preguntaron si quería ir a los Estados Unidos y yo contesté que ni loco. Al otro día, en un diario cubano, había una nota con el título “Ni loco iría a jugar a los Estados Unidos”. ¿Cómo pude yo haber dicho eso?”.

Fuente: 
Básquet Plus N° 57

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