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Australia es un país muy particular en el ámbito basquetbolístico. Con alguna similitud en relación a Canadá (incluso su origen británico), en lo deportivo, no tan al nivel de los canadienses, en el deporte de los cestos tienen una estadística abrumadora. Casi siempre protagonistas, han disputado tanto en Juegos Olímpicos (8), como en Mundiales (2), 10 partidos para conseguir una medalla. Perdieron los 10. 

Ser cuarto en un torneo grande no solo implica perder dos chances de medalla, sino irse del torneo con dos derrotas, lo que potencia la duración de la bronca y del golpe al orgullo, si uno es un país que aspiraba al oro, a la final o al podio. Australia, en los últimos 35 años, siempre ha buscado eso. Primero, con la generación de Andrew Gaze, Shane Heal, Luc Longley y Mark Bratdke, entre otros, y desde hace un tiempo con la que hoy se mantiene casi toda: Andrew Bogut (retirado), Patty Mills, Joe Ingles y Aron Baynes. 

Para cada torneo se suma algún NBA o buen proyecto joven (ahora, Matisse Thybulle, de los Sixers, y también Joshua Green, de los Mavs). Ellos llegarán sin el peso de la historia global y de la reciente, ya que 4 de esos 10 partidos han sido en los dos últimos grandes torneos: Río 2016 y China 2019. En Río, perdieron una semi escandalosa ante Serbia (61-87), más un tercer puesto contra España por 1 (88-89), pero fue mucho peor lo del Mundial. 

En la semi, otra vez contra los españoles, perdía por 1 y Patty Mills erró 1 libre a 4 segundos del final. Suplementario. Dellavedova tuvo el tiro final del alargue, y falló. Otro suplementario. Y ahí España dominó con claridad. Los australianos estaban invictos y eran, con Argentina, los dos mejores equipos del torneo hasta ahí, con diferencia. Después perdieron contra Francia, demolidos anímicamente. Cuartos de nuevo. 

Este plantel del 2021, podría decirse, tiene esa única meta. No puede volver a ocurrir. Preferible quedar afuera en cuartos, pero no soportarían otra desilución por medallas. Nuevamente tienen un plantel súper completo, con tipos de enorme experiencia como el trío Mills-Ingles-Baynes, más Dellavedova, más Thybulle, más Exum, más Kay, más Landale... trajeron al viejo coach que los condujo entre el 2002 y el 2008, el norteamericano Brian Goorjian. Su tarea está clara. Borrarles el pasado y hacerles ver el presente. 

Empezar en este grupo donde cualquiera puede ganarle a cualquiera, quizá le venga bien. Tiene a Ingles y Thybulle que necesitan revancha también por lo vivido en la NBA, donde sus equipos eran candidatos a la final y se fueron rápido, por lo que dureza desde el principio puede ser un buen camino para arrancar concentrado. Igual, con ellos no apostamos, porque ya perdimos mucho dinero apoyándolos.