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Un 13 de agosto, pero de 2016, Argentina se prestaba a enfrentar a Brasil por la cuarta jornada de la fase de grupos de los Juegos de Río. La espera se hacía eterna, tal cual lo explicó Nocioni en su biografía El Chapu, memorias de un guerrero: “Estábamos inquietos, y un poco nerviosos. Yo particularmente había terminado muy caliente contra Lituania, muy enojado conmigo. Y aunque no me lo decía, sabía que Manu pensaba que era un pelotudo por lo que había hecho con el cartel. Creo que nunca me lo dijo por respeto. Lo curioso fue lo que dormí esos dos días entre la derrota contra los lituanos y el partido contra Brasil. Manu estaba sorprendido. No podía entender que estuviera callado y durmiendo tantas horas. A veces me miraba y me decía “¿Chapu, estás bien?”. Pero yo seguía callado, entonces él no sabía qué esperar de mi contra Brasil”.

El clima el día del partido era único en el Carioca 1, con una gran cantidad de argentinos alentando en las tribunas. Eso le gustaba a Chapu: “A mi me gustaba, pero nos preocupaba que hubiera incidentes como había ocurrido en otros deportes. Tratamos de calmar los ánimos. Y era un partido caliente porque el que ganaba clasificaba”.

El partido fue cambiante y parejo, marcado por las rachas que atravesaron ambos equipos. “Fue un partido raro, muy cambiante, con muchos errores, espeso, muy emocional, uno de loas más emocionales que jugué con la selección. Entré a matar o morir, y se fue dando porque estaba mentalizado. Y eso que a mi nunca me fue bien con los triples en los torneos internacionales, porque la pelota es mala. Pero en Brasil, por algún motivo, me cayó bien. Y contra Brasil metí los primeros dos triples y se me levantó la confianza”.

Nocioni hizo uno de sus mejores partidos en la selección y a falta de 21.2 segundos comenzó la jugada que quedó inmortalizada. Con el marcador 85 a 82 a favor de Brasil, sacó de fondo el mismo Chapu y la tomó Ginóbili, que aprovechó que los brasileros no cortaron con falta y lanzó un triple algo forzado ante la marca de Nene luego de un pick de Scola. La pelota no entró y el que se elevó en tierra de gigantes fue Campazzo, quien tomó la pelota en el rebote ofensivo y vio a Nocioni en el lado izquierdo.

El alero oriundo de Gálvez había tenido tiros importantes y había errado, pero eso no se le cruzó por la mente: “Cuando Facu me la pasó lo único que pensé fue en tirar. Lo mismo que contra España en el 2006 o contra Rusia en el 2012. Y acá estaba torcido, porque Guillherme me tocó un pie y quedé desbalanceado, aunque la pelota salió limpia de mis manos. Si hubiesen cobrado esa falta creo que era para dos tiros, porque fue antes. Los árbitros dejaron que definieran los jugadores, como en la final de Indianápolis 2002”.

El tiro de Nocioni salió de sus manos y pegó en lado externo del aro, subió, tocó en el tablero, bajó y, tras dar tres veces en el borde interior, entró, lo que desató el festejo de todos los argentinos que estaban en el estadio.

El resto es historia conocida, con victoria en suplementario por 111 a 107 y 37 puntos del héroe que, luego de dos intentos fallidos en el pasado, se tomó revancha, ante el clásico rival, en su casa y en sus Juegos Olímpicos.

Alejandro Malky / [email protected]

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