Las dos caras del oro olímpico: la garra y el baile
08:45 30/08/2024 | Hubo una línea divisoria en aquel 2004, dónde la meta era pasar los cuartos de final. La presión por esa meta impactó en el juego. Una vez pasada Grecia, fue ballet puro.
Argentina sin dudas fue un solo equipo en los Juegos 2004. Eran 12 jugadores que solidificaron un grupo y que desplegó su máximo nivel en defensa y atacó con una efectividad magistral. Sin embargo, el enfoque de los partidos fue muy distinto. La fase de grupos y los cuartos de final tenían una presión extra, dentro de un torneo en el que el grupo ya pedía mantener lo hecho en Indianápolis.
Así lo confesaba el Chapu Nocioni: "Yo creo que a Atenas 2004 llegamos con más presión que Indianápolis. Es más, ya en el Preolímpico del 2003 en Puerto Rico, me parece que ya nos habíamos metido más presión, nosotros mismos, en el sentido de que ya no éramos más una sorpresa, ya éramos un presente y que ya la gente hablaba de nosotros como un equipo que podía ser candidato a tener una medalla. Nosotros en realidad, nos metíamos presión con el compromiso"
La primera fase fue difícil para Argentina. Un grupo donde el único claro candidato tocó en el primer turno. Serbia y Montenegro era el rival a vencer y se logró, tras eso, la Albiceleste no necesitaba apretar tanto el acelerador. La selección venció (83-82) por arte de magia a su verdugo en el Mundial 2002. Luego perdió duro ante España 87-76, ante el rival más blando no se complicó (China, 82-57). Nueva Zelanda marcó la posta de que a la Argentina no le sobraba nada en esa fase, una victoria tensa por 98-94. Y finalmente la caída ante Italia, especulativa o no, 76-75.
Hasta entonces juegos no muy aderezados, solo un triunfo contundente y dos derrotas. Grecia en cuartos parecía lapidario para un equipo con esos presagios (hasta el tercer cuarto lo fue). Finalmente el equipo salió adelante por 69-64 y el gran objetivo se cumplió.
Así lo contaba en la entrevista con Básquet Plus el Chapu: "Nos libera porque cumplimos el objetivo que era llegar hasta los cuatro primeros, dos posibilidades de medallas, entonces como que hasta ahí vivíamos con presión y con presión propia". Luego añadió, "Ganar ese partido fue como que nos soltó, nos liberó y ahí se vio el juego de Argentina. Para mí, ahí aparece el juego que Argentina hizo en Indianápolis, por momentos".
Singularmente, los dos partidos restantes, muy buenos de Argentina fueron semifinal y final. Ni más ni menos que contra el Dream Team e Italia. Contra Estados Unidos, dominio claro, ventajas de hasta 10 puntos. Transiciones letales y un juego de balón imposible de frenar para los dirigidos por Larry Brown. En la final fue más de lo mismo, "Imposible perder", sintió Manu Ginóbili y así fue. El ballet albiceleste tuvo su segunda función en el magnifico 84-69 que vistió de dorado al básquet argentino.
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