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Después de analizar la carrera de James Harden, queda claro que es un muchacho un tanto difícil de tratar. Molesto por su poco protagonismo o, mejor dicho, por estar tercero en la lista de protagonistas de OKC (detrás de Durant y Westbrook), pidió su traspaso y fue enviado a Houston, donde en sus ocho años hizo absolutamente lo que quiso. 

Colocó entrenadores y compañeros, hizo ir a otros compañeros, a veces incluso el mismo (Paul, Westbrook), pero como no pudo conseguir el anillo y ahora la dirigencia se cansó y modificó la estructura, dejando partir a Daryl Morey y a Mike D'Antoni, James quiere tomarse el buque. Hasta ahí, medianamente entendible. 

La cuestión es que a varios días ya de los comienzos de las prácticas, JH no pudo evitar su casi obsesión por ir a los clubs de striptease y allí se lo vio en Las Vegas en los últimos días, y luego por la fiesta de cumpleaños del rapero Lil Baby en Atlanta. De los entrenamientos, ni noticias. Y el pobre de Stephen Silas, nuevo coach del equipo, ya no sabía qué inventar en cada atención a la prensa: "Ahora mismo no hay plazos para su regreso y desde luego es un paso atrás. Lo que nos gustaría es que nuestro mejor jugador estuviera aquí trabajando, y más en un marco tan estrecho como esta pretemporada”.

Ayer martes, finalmente, Harden aterrizó en Houston tras su periplo fiestero y se hizo el testeo correspondiente para poder comenzar los entrenamientos, aunque nadie firma que lo haga. Es vox populi que quiere irse. Aunque no es tan fácil como parece.

El tema es que no se ven tan claras las salidas. Si bien hay dos equipos en principio interesados (Philadelphia y Brooklyn), no se vislumbra cómo contentar a Houston en un posible trade. Los Sixers (donde asumió Morey de GM), deberían entregar alguna joya (Simmons, Embiid), y no están dispuestos. Los Nets (D'Antonio será asistente y se reecontraría con Kevin Durant), deberían armar un vagón de jugadores para darle a los Rockets, más futuros picks de draft. Suena complicado. ¿Por qué? Porque va quedando claro que tener a Harden no garantiza ni un poquito llegar al anillo.

De todos modos, ya ha habido muchos casos en el pasado, cuando tu jugador franquicia empieza a abrir la puerta del avión en el aire, lo mejor es dejarlo ir, aunque se pierda dinero. Y Houston parece estar ya a la altura crucero, con Harden agarrado de la manija de la salida de emergencia.