La superación de Walter Herrmann: del infierno personal al cielo deportivo
10:20 03/09/2024 | Quien fuese el héroe de Argentina ante Grecia en los Juegos de 2004 tuvo que lidiar con la pérdida de su familia, su mejor amigo y su novia. Contra todo, perseveró y ganó.
En la historia del deporte, pocas figuras encarnan la resiliencia como Walter Herrmann. Nacido en Venado Tuerto, Santa Fe, este singular alero argentino atravesó una serie de tragedias que habrían quebrado a cualquiera. Sin embargo, Herrmann no solo sobrevivió, sino que también brilló en los momentos más oscuros, alcanzando el mayor logro deportivo: la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004.
En 2003, mientras entrenaba con la selección argentina, la vida de Walter dio un vuelco con una llamada que cambiaría todo. Un accidente automovilístico le arrebató a su madre, su hermana menor y su novia en cuestión de segundos. A pesar de este devastador golpe, Herrmann encontró una fuerza interior que pocos poseen. Regresó a España y continuó jugando al más alto nivel, con una determinación inquebrantable que solo parecía crecer con cada desafío que enfrentaba. En 2002, un año antes, también había atravesado el suicidio de uno de sus mejores amigos. Palo tras palo, cosas insufribles y que pocos superan.
Paso el tiempo y Argentina tenía la misión de ir por una medalla en Atenas 2004, sobre todo luego del subcampeonato de Indianápolis 2002. Sin embargo, el camino hasta el debut frente a Serbia y Montenegro no fue nada fácil y llenó a muchos de dudas. Ya la preparación comenzó con un durísimo momento, cuando Walter Herrmann, apenas horas después de lograr el Sudamericano con la Selección, se enteró del fallecimiento de su padre justo el mismo día que se cumplía un año de aquel accidente. Pero, a diferencia del 2003, el jugador por entonces de Unicaja decidió quedarse en el plantel de Rubén Magnano.
En lugar de retirarse, Herrmann decidió honrar la memoria de sus seres queridos compitiendo con la selección argentina en los Juegos Olímpicos de Atenas. Allí, entre las estrellas del equipo, Walter emergió como un inesperado héroe. Su actuación contra Grecia en los cuartos de final fue clave para llevar a Argentina a la semifinal, donde también ayudó a derrotar a Estados Unidos. Pese a no haber jugado en la final contra Italia, Herrmann ya había dejado su huella en la historia del baloncesto argentino. Su capacidad para superar las adversidades personales y rendir en los momentos más difíciles es un testimonio de su fortaleza mental y su amor por el deporte.
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