La historia detrás de la locura de Sconochini: la faja ante EEUU en el 2004
11:45 30/08/2024 | El Showtime esa vez fue de Argentina, fue de Hugo. El inolvidable pase a Montecchia quedó en la memoria dorada de Atenas y no fue ninguna sobrada. Conocé el porqué.
Los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 están llenos de recuerdos inolvidables, pero uno de los momentos más icónicos y electrizantes de ese torneo fue protagonizado por Hugo Sconochini. A falta de 1:51 minutos para el final del segundo cuarto en la semifinal contra el poderoso Dream Team de Estados Unidos, Sconochini realizó una jugada que quedaría grabada en la memoria del básquet mundial: un pase de faja con su mano zurda a Alejandro Montecchia, quien no dudó en definir con maestría. El estadio estalló, y el mundo presenció un acto de pura magia y audacia.
Lo que muchos no sabían es que detrás de ese pase había una historia. Sconochini no estaba en su mejor condición física, no por falta de entrenamiento, sino por una serie de lesiones que habían mermado su rendimiento. Durante el torneo, un golpe en el hombro derecho limitó su capacidad para realizar movimientos básicos con ese brazo. Sin embargo, nada de esto detuvo a Sconochini, quien se mantuvo fiel a su estilo combativo y se las ingenió para estar en cancha, dispuesto a dejar todo contra el rival más fuerte.
En declaraciones a Básquet Plus, Sconochini explicó la jugada que desató los aplausos en Atenas: “He visto mil veces el contragolpe con el Puma y cada vez que lo veo digo ‘este pibe está loco’. No, no estoy loco porque el pase más fácil era a Walter, que venía del otro lado. El problema es que tenía un hombro mal. Yo llego muy mal a los Juegos Olímpicos, me estiré el músculo del hombro y no podía levantar el brazo, entonces la venía picando con la mano derecha, entonces veo que lo tengo que hacer con ese brazo y en ese momento se mueve el defensor y ya no podía usar ese brazo, entonces me vino natural la faja. Y el Puma termina como termina, impresionante, hace los dos pasos y hace el tiro del camarero."
Lo que parecía una jugada deslumbrante y atrevida fue, en realidad, una solución ingeniosa a un problema físico. Sconochini transformó la adversidad en genialidad, convirtiendo una limitación en un momento inolvidable de los Juegos. Esa tarde, el Show Time no fue de los estadounidenses, fue de Argentina, fue de Hugo.
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