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Quizá la gente en el mundo imagina un edificio de oficinas lleno de empleados que piensan cada decisión de forma milimétrica en una institución como el Barcelona, pero cada día pasa algo que demuestra que no es así. Ni en el Barcelona ni en otros templos sagrados del deporte mundial. Pero lo que ha ocurrido hoy es digno de ir a una terna ya, pese a llevar 3 días nomás, a papelón del 2025. 

Resulta que ayer se confirmó que el club había arreglado el fichaje del francés Thomas Heurtel, de 35 años, para ocupar el lugar del lesionado Laprovittola y tras el increíble fichaje de Raúl Neto que, como era de esperar, fracasó. Pero no terminó ahí. Heurtel viajó anoche desde Shenzhen, China, donde había jugado hasta el 3 de noviembre pasado, con su esposa y dos de sus hijos. 

A ver. Heurtel viajó tras sacar a sus hijos del colegio en China, y tras haber alquilado ya casa en Barcelona. Incluso ya tenía elegido el número de camiseta (el 3). Pero en el aire, las cosas cambiaron. Cuando la dirigencia mayor del club vio el efecto que tenía entre los hinchas el fichaje del francés tras su muy polémica salida en diciembre del 2020 (ver aquí la historia completa) puso el freno y tiró el pase para atrás. Sí, como usted lo lee. 

Al llegar al aeropuerto del Prat 8.30 de la mañana este viernes, Heurtel incluso habló con algunos periodistas: "“Es una oportunidad muy buena para ambos, estoy muy feliz de estar aquí. Estoy más que preparado y motivado y con muchas ganas de empezar. He hablado con todos, con Juanqui (Navarro), con Mario (Fernández), con Joan (Peñarroya. Todo bien, súper feliz de volver, con muchísimas ganas de empezar, de conocer el grupo”, publicó el diario Mundo Deportivo. 

Sin embargo, minutos después, llegó la bomba. Y no Navarro precisamente. El mismo diario apunta que Joan Laporta, el presidente del club, fue el que bajó el pulgar al ver los comentarios negativos de los fans, algunos de los cuales todavía recuerdan a Heurtel como un traidor por lo del 2020. La cuestión es que, parece mentira, otra vez el base vuelve a vivir una situación increíble en un aeropuerto, como en aquel diciembre, cuando Jasikevicius impidió que se subiera al avión con el resto del plantel y fue abandonado en Estambul. Ahora espera en un hotel de la ciudad una definición. ¿Historia cerrada? Con el Barcelona nunca se sabe...