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Era el grupo de la muerte antes y fue el grupo de la muerte todo el torneo. La Zona A que juntó a 4 potencias (Australia, Canadá, España y Grecia) no defraudó a nadie y dejó hasta el mismísimo cierre la incógnita del orden de los 4 puestos finales. Y con España necesitada de ganar sí o sí para no perderse por primera vez en este siglo los cuartos de final. 

Los canadienses debían demostrar hoy que son candidatos al oro y no terminaron de hacerlo en la primera mitad. Si bien sacaron ventajas parciales mostrando su poderío (12-4, 49-38), nunca le hicieron sentir a su rival su superioridad física, más allá de alguna que otra situación de uno contra uno de Shai, o la dupla Dort-Brooks atrás. Pero, por ejemplo, España dominó el rebote, tomó muchos ofensivos y ahí consiguió puntos que lo pusieron en juego. Es cierto, defensivamente, Canadá anuló a Aldama y a Brown, pero no fue sólido en conjunto ni regular. 

El ingreso de Llull, una vez más, le dio a los de Scariolo jerarquía y calidad, más gol, cambiando el trámite del partido, y la zona ya famosa de España complicó muchísimo a los norteamericanos, no muy acostumbrados a ver algo tan bien ejecutado tácticamente, aunque tener un coach español facilitó un poco esa adaptación. La mejor virtud de España, como casi siempre desde que no están sus leyendas, fue ajustarse a un libreto a rajatabla. Pero con eso solo no le alcanzaba. Menos si enfrente Shai estaba inspirado, como estuvo. 

El jugador de OKC es el que más cómodo se siente en el paso a FIBA (no así Murray) y con su demoledor uno contra uno, su tiro a distancia, sus dos largos y su ventaja de altura -encima-, le hizo un desastre a España en el cierre del último cuarto, para que su equipo se escapara a 11 (47-36 y 49-38), para empezar a marcarle la cancha a un rival indiscutiblemente inferior.

Canadá sacó 14 en el arranque del tercero y parecía que lo rompía, pero el enorme amor propio de Llull y los suyos hizo que el destino final se estirara bastante, aunque el trámite cada vez más reflejaba que no había manera para España de poder sostener el ritmo que le proponía Canadá, con una rotación larguísima y todos con la posibilidad de hacer juego físico, de contacto, de roce. 

Pero empezaron a entrar los triples en el peor momento (cuando Willy metió su cuarta falta tras la máxima de 14), y la diferencia se acortó a 5. No había tanto táctico en la historia. Era más el corazón de un grupo que no quería irse tan temprano de París. Que quería que Rudy se despidiera a lo grande y no así. Y el que esta vez tomó la batuta fue Brizuela, con 8 puntos seguidos, para achicar a 3. ¿Sería posible la hazaña? ¿Otra? ¿Como la del Eurobasket 2022? 

Faltaba una eternidad y eso, en este caso, no era bueno para España. Porque el desgaste fue letal. Y Canadá seguía teniendo piernas en Nembhard, en Brooks, en Barrett, en Shai, en todos. Eso le provocó algunas pérdidas por cansancio a los españoles. Pero no se entregaban. Y con una corrida memorable de Lllull se pusieron a 3 (que pudieron ser dos), y tras una increíble falta en ataque de Shai, se puso a 2 (que pudieron ser 1), y entonces un triple de Barrett hundió la daga en lo más profundo del corazón español, para sacar 5 a 38s8 del final. Una mandarina de Llull le dio algo de ilusión a España a 2s7 del cierre (86-85 Canadá arriba), pero no pudo ser y España se quedó afuera, cayendo 88-85.

Canadá ganó el grupo de la muerte y el nuevo básquetbol que viene vio cómo, por primera vez en el siglo, entre los mejores ocho no estarán ni España ni Argentina. Como estos Juegos fueron los primeros sin Gasol y Scola. Y los últimos del gran Rudy. Una nueva era. Una era que se fue. La gozamos mucho. Nada que reprochar.

Boxscore

Fabián García / [email protected]
Enviado especial a Lille, Francia
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