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La Argentina no ha sido tierra de gigantes, pero en 35 años de historia igual pudimos reunir un excelente grupo de 5 pivotes dominantes que, en muchos casos, fueron decisivos para ganar campeonatos. Y nos quedaron dos afuera que nos generan mucha culpa, pero hubo que elegir. 

El primer gran pivote de la historia de la Liga criollo fue Diego Maggi. Diego no solo fue el centro titular del primer campeón de la Liga (Ferro), tanto en 1985 como en 1986, sino que se convirtió en el jugador referente en la pintura para el equipo que quisiera ser campeón. Maggi fue, luego de ganar 3 títulos con los de Caballito, fue finalista en 1990 con Sport, campeón con GEPU en 1990/91, finalista con GEPU en 1991/92 y campeón con Peñarol en 1993/94. 

Por orden cronológico, el segundo pivote elegido es Fabricio Oberto, que si bien no tuvo una larga carrera en la Liga, se fue a Europa dominándola por completo, sobre todo en 1997/98, siendo parte del Atenas más exquisito de la historia, que liquidó 4-0 a Boca coronándose en el Luna Park. 

Tercero llega el Colorado Wolkowyski, mayor que Oberto, pero que se destacó más tarde que el cordobés en nuestra competencia. De hecho, fue campeón y MVP de las finales en 1999/00 con Estudiantes de Olavarría, antes de arrancar su aventura en la NBA y en Europa. Volvió casi 10 años después para cerrar su carrera en Quilmes con 41 años. 

Martín Leiva no podía quedar afuera de esta lista. Veinte temporadas en la Liga (no le contamos la que solo jugó 1 partido y se lesionó), 6 títulos de Liga Nacional (4 con Peñarol, 2 con Boca), durante muchos años fue el mejor pivote defensivo de la competencia, el que cerraba todos los caminos al cesto. Y además hizo una pareja demoledora con Leo Gutiérrez, tanto en Boca como en Peña. Ganador, áspero y muy profesional. 

El quinto de la lista es el Pipa Gutiérrez, de alguna manera en la misma línea que utilizamos para elegir a Fabricio Oberto. No estuvo tanto acá, pero de todos los mencionados, es el único que fue dos veces MVP de la Liga Nacional, y ambas seguidas. En ese período en Obras, a su vuelta de España, dominó la competencia. Por eso lo incluimos, pese a no tener títulos. 

En este caso, queremos hacer mención especial para los dos que nos quedaron afuera y que podrían haber estado tranquilamente. Uno es Luis Villar, campeón con Atenas y con Boca, finalista además con River. Ganador y rendidor, además de líder. El otro, Román González, que también fue determinante en una época y también fue elegido mejor jugador nacional de una Liga, en 2008/09, jugando para Peñarol.