"Yo seguí a Rodman 3 días por Buenos Aires", por Marcelo Endelli
08:55 30/04/2020 | El fotógrafo estuvo como encargado de acompañar al astro de los Bulls cuando visitó Argentina en 2014. Y relata un recuerdo imborrable.
Cuando vino Dennis Rodman en el 2014, me tocó trabajar como parte de la comitiva que lo seguía a sol y sombra todo el tiempo. Él estaba alojado en el Hotel Hyatt junto con otros exjugadores y un grupo de acróbatas. Cuando me lo presentaron, me cargaban porque yo era blanquito. Me acuerdo que cuando la traductora le dijo que yo iba a ser el fotógrafo que lo iba a seguir, lo primero que dijo fue "ojo a lo que le sacás fotos". Me recibió con un habano y un vaso de whisky.
La verdad es que siempre estuvo muy bien predispuesto, con una sonrisa. El primer día tuvimos varias notas pautadas en el salón del hotel e hice el backstage. Hasta ahí, nada. Después de las notas fuimos al patio interno del hotel para hacer unas fotos informales, y él venía a chequearlas y pedía repetirlas si se veía mal. Siempre hacía alguna payasada para la cámara. Ahí se encontró con Leandro Penna, al que primero no miraba con mucha confianza, pero cuando el pibe, que trabajaba de bañero en el programa de TV de Marley, le dijo que conocía a los dueños de todos los boliches de Buenos Aires, se recopó y se hicieron amigos.
Ahí empezó la recorrida, porque tenía varias acciones programadas. Fue la primera vez que nos pusimos a charlar algo. Le pregunté lo que había sido jugar con Jordan y Pippen, y él me decía que había aprendido un montón, sobre todo que cada uno es importante para que un sistema funcione a la perfección. Siempre le hacían sentir que sin él los otros no eran los mejores.
Nos manejábamos en dos camionetas Hammer que había puesto la marca Speed, con custodia, amigos de él y otros que filmaban todo. Fuimos a Nueva Chicago y, como veníamos mal de tiempo, con escolta policial nos metimos en contramano por el carril del Metrobús de la 9 de Julio. Fue una experiencia única. La gente miraba y no entendía nada.
Chicago estaba lleno de gente. Apenas se bajó, le metieron un bebé en las manos y quedó una imagen increíble. Los hinchas del club le regalaron la camiseta del club y después hizo una clínica para los chicos del barrio. Lo jodía bastante que en cada parada tenía que atender a los medios. Era gracioso cómo quería evitar a los móviles. Se ponìa serio, se hacía el enojado, entonces no se le acercaban.
Después fuimos al poli de Lanús, desde Chicago, y pasamos por una Villa cercana. Cuando él la vio, preguntó qué era eso y cuando le contaron, hizo desviar a las Hammer para meterse en la Villa, porque quería tener contacto con la gente pobre. El tipo se bajó, sin custodia, pero no nos dejaron hacer fotos de eso. No sé si alguno de la Villa sabía quién era, pero fue muy fuerte la situación. Tremenda. En Lanús otra vez se juntó mucha gente y estuvo bueno.
Después fuimos a un programa de Fox que conducía Sergio Goicochea. Y estaba Silvina Luna. Le hacían preguntas. Rodman se reía, pero no entendía nada de lo que pasaba. A la noche fuimos al programa de Marley, donde lo hicieron jugar con unas pelotitas y después le armaron en el estacionamiento un aro con algodones con alcohol y una pelota prendida fuego. Para eso le dieron guantes de amianto, pero nadie de su entorno quería aceptar eso. Él se copó y lo quiso hacer. Cuando agarró la pelota amagó con quemarlo a Marley y se mataba de risa. También fuimos a Basta de Todo. En esa jornada mediática, aparecimos en una casa de tatuajes de Palermo. De repente apareció una rubia que trabajaba ahí, él echó a todos los demás y se quiso sacar fotos con ella. Estuvimos mucho tiempo más del previsto por eso.
Cada día terminaba en un boliche o en un bar cerrado para él donde se juntaba gente invitada especialmente. Es como que el día se dividía en dos partes bien claras. La diurna y la nocturna. Después llegó el momento del partido y la verdad es que fue muy poca gente al Luna Park. Claramente no convocó. Se había armado un living con las marcas que aportaban, se invitó a muchos famosos. Rodman se calentó por el poco público y empezó a cambiar cosas: acortó el partido, a los que hacían volcadas los hizo hacer más de las pautadas...no tenía ganas de jugar. Estaba fastidioso. Le divertía más lo social que el partido.
Al otro día, en la despedida, fuimos al aeropuerto y se terminó todo, pero me quedó su contacto y el el traductor con el que nos manejábamos. Durante toda su estadía, lo que más me preguntaba era sobre el tema social. La mayoría de las preguntas, dudas y demás estaba relacionado con eso. De qué trabajaban los pobres, por qué había tantos cartoneros, etc. Mucho más eso que lo turístico.