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En una noche donde no contaron con Manu Ginóbili (molestia en el aductor) ni Kawhi Leonard (infección respiratoria), los Spurs sufrieron un poco más de la cuenta para vencer a unos Sixers que sumaron su décima derrota consecutiva en la campaña.

Con la novedad de Kyle Anderson tomando el lugar de Leonard en el quinteto inicial, los de Popovich comenzaron mejor el partido. Tony Parker sumó 8 tempranos puntos y LaMarcus Aldridge 6, para que San Antonio se lleve el primer período por 20 a 12. ¿La defensa? Muy firme, ante unos 76ers sin demasiadas variantes.

La gran intensidad defensiva del primer parcial, bajó bastante en el segundo. Philadelphia pudo anotar 27 unidades y ante un local que esta vez no tuvo tanta respuesta desde el banco, emparejó la cuestión: 43-39 al llegar al descanso largo.

Lo más completo de San Antonio en la noche, se iba a ver en el tercer período. No sólo volvió la intensidad en la marca, sino que se abrió el aro en el otro campo: dos triples de Anderson y uno para Green y Butler, lideraron el empuje texano, para escaparse por 76 a 60.

Todo indicaba que los Spurs iban a llegar a un cierre tranquilo, con la posibilidad de darle descanso a sus figuras. Sin embargo, los Sixers tenían otros planes. Detrás de un encendido Okafor (13), los dirigidos por Brown emparejaron la cuestión y llegaron a ponerse a 4.

Igualmente, la diferencia de experiencia y jerarquía iba a quedar marcada en el cierre. San Antonio apretó el acelerador en los últimos dos minutos y acabó quedándose con la victoria por 92 a 83, sin grandes sustos.

LaMarcus Aldrige tuvo uno de sus mejores partidos con su nueva camiseta, finalizando con 17 puntos y 19 rebotes. Además, Tony Parker totalizó 16 unidades.

Por los 76ers, el novato sensación, Jahlil Okafor, fue el máximo anotador con 21 puntos y 12 rebotes, en una noche donde pudo medirse (y por momentos jugar muy bien) ante su gran ídolo, Tim Duncan.