Grecia 69 - Rusia 74
Shved despierta a tiempo y mete a Rusia en semifinales / Prensa ACB
El partido arrancó con minutos y ataques de tanteo, fuegos de artificios con los dos equipos llevando el balón a sus puntos fuerte y sin arriesgar más de la cuenta. Grecia, más coral, buscó acciones individuales, mientras Rusia comenzó sumando a partir de la superioridad física de Timofey Mozgov. La torre rusa sumó seis de los ocho primeros puntos y era el cabo suelto que una defensa griega que tuvo la virtud inicial de retardar el impacto anotador de Shved hasta más allá del primer cuarto. Rusia no dejó de generar lanzamientos desde el pick and roll, pero a Grecia no le importó ceder puntos de Mozgov (terminó con 15 puntos y 10 rebotes) o liberar tiros exteriores porque su objetivo era desconectar al base ruso.
Dos tiros libres y 0/3 en lanzamientos en juego fue el bagaje con el que Shved salió del encuentro. Rusia se sintió desprotegida sin su estrella, desubicada en su ofensiva… y eso lo aprovechó Grecia para correr y sumar un par de canastas en transición para tomar la primera ventaja (23-17). No fue una renta significativa, pero el partido era de Calathes y Printezis (ocho puntos en el primer cuarto) y no hacía falta nada en especial para transitar por comodidad en un partido donde el descanso de Shved no fue más allá del tiempo justo y necesario para entender de su necesaria presencia en pista.
La primera canasta del base ruso llegó en el minuto 12 de partido, pero sólo fue un oasis en el desierto anotador de una Rusia que cometió el doble pecado de precipitarse en ataque y lanzar sin el correcto balance defensivo. Una bendición para Calathes que volvió a pisar el acelerador para estirar la ventaja hasta los 11 puntos (33-22), momento ideal para que tomara el primer respiro en el encuentro. La ventaja llegó a ser de 13, pero entonces Rusia cambió de guion puso a la unidad defensiva, cambió a una defensa match up buscando descentrar el oremus griego y abrió un parcial 0-7 con Vitaly Fridzon haciendo de líder en ausencia del que debía hacerlo. Una defensa de ajuste como la rusa no necesariamente debe ser bien ejecutada, cumple su objetivo sencillamente haciendo pensar al rival, quitándole del ritmo y ese fue el éxito de una Rusia que no fue a más en su labor de recortar distancias porque el triple (3/14) fue durante toda la primera parte un lastre que arrastró.
Grecia anotó el 35 a 22 a 5:32 y hasta el final del segundo cuarto fue incapaz de sumar canasta alguna, pero mantuvo supo entender su mal momento para mantener la sobriedad defensiva, no descomponerse y alcanzar el descanso con seis puntos de ventaja. La pausa del vestuario fue el momento para recalcular la ruta de la victoria y descifrar la trampa defensiva de una Rusia que, a su vez, cruzó los dedos porque ese descanso fuera el momento de que Shved formateara su actuación en el encuentro y se activara de cara a una segunda parte que ambos equipos encararon con dudas, pero también esperanzas.
Y por más que los primeros instantes las buenas noticias se instalaron en Grecia y ésta encadenó triples de Printezis (19 puntos pero fundido y desaparecido en el último cuarto) para volver a irse en el marcador (47-36), algo no terminó de funcionar. Era una más que aceptable ventaja dada la baja anotación por la que iba fluyendo el encuentro, pero ya por entonces se percibió que Grecia estaba desaprovechando oportunidades para marcar una distancia definitiva con sus fallos en el tiro libre (5/12 en el tercer cuarto y 50% al concluir el encuentro no son números con los que aspirar a estar en semifinales de un Eurobasket).
Ese fue el primer resquicio por el que Rusia cambió el partido, luego su defensa borró toda huella de Calathes en el parqué y eso cortó el suministro de balones interiores de tal manera que el ataque griego dejó de producir. Rusia comenzó asentirse más cómodo porque quedó rota la correa que ató durante muchos minutos a Shved. Rusia, volvió a lucir el dinámico juego de pase que tanto se vio frente a Croacia, y su base, autor de 13 puntos en este período, empató el partido a 51. El enemigo tocó a las puertas de Grecia antes de terminar el tercer cuarto y consumó su remontada (vía parcial 6-19) al inicio del último.
Los triples que durante tanto tiempo le dieron la espalda comenzaron a entrar y el partido recuperó el intercambio de canastas y buenas acciones con el que se abrió. Más si cabe para una Rusia que en su fluidez ofensiva encontró segundas vías de anotación en Vorontsevych o Fridzon. El reflejo griego era distorsionado y por más que Papanikolaou hacía por no perder el ánimo ofensivo, era complejo no hacerlo sin Sloukas rindiendo al nivel de partidos anteriores. Las buenas sensaciones del equipo y el ritmo de Calathes habían ocultado su ausencia durante muchos minutos, pero con el final de partido y Rusia dominando (59-65), fue urgente que Sloukas hiciera acto de presencia.
Grecia necesitaba de sus puntos y orden (siete puntos y seis pérdidas), pero sólo encontró los de Calathes (25 y siete asistencias) quien hubiera protagonizado un brillante monólogo de no ser porque en el otro lado del escenario había un jugador que se sentía en estado de gracia y con autoridad para hacer de todo. Durante muchos minutos eso fue una bendición para Rusia porque Shved anotó 22 puntos en la segunda parte y volteó el marcador, pero, mal entendido, también fue un elemento nocivo (el base sumó siete balones perdidos) para una Rusia que dilapidó su ventaja entrando en un final de partido igualado (66-68) a dos minutos y medio del final. Mucho de ese tiempo se jugó sin Shved, pero eso no fue un problema para Rusia porque vio como hasta en dos ocasiones los triples de Sloukas y Calathes no dieron con el aro. Un acierto de los bases pudo cambiar el final de esta historia pero no fue así. Por dos ocasiones Rusia permitió al rival sorprenderle, pero Khvostov no permitió una tercera y su canasta comenzó a resolver el encuentro a menos de un minuto para el final.