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04/05 | Mi club de barrio

Pepe Sánchez: “La Falda era el lugar del encuentro”

21:02 04/05/2014 | Pepe Sánchez nunca jugó en ese club, pero era el del barrio y allí pasaba horas que no olvida.

Cuando concertamos con Pepe Sánchez la cita en su club de barrio de Bahía Blanca, al campeón olímpico le entraron dudas. Basquetbolísticamente se hizo entre El Nacional y Bahiense del Norte, pero el lugar donde pasaba las tardes con amigos, en esas charlas fundacionales, con bici, parque y pelota, era La Falda. Entonces se acabaron las dudas.

En La Falda se ve el típico club pequeño, con el bar como puerta de entrada, la tele con el canal deportivo del momento y una pequeña puerta atrás que lleva a las instalaciones deportivas. Primero, como corresponde, una buena cancha de bochas y, al costado, la de básquet, sin tribunas en los costados, y con una pequeña cabecera. “Yo me crié acá, en el cordón de estas veredas. Están iguales. Enfrente está la plaza, donde corríamos en bici y jugábamos al fútbol. El perímetro de la plaza era el circuito. Y si bien yo nunca jugué en La Falda, en el verano me la pasaba tirando al aro acá con mis amigos. Y venía a ver a la segunda de La Falda, donde había amigos o hermanos de amigos, como José Luis Pisani. Yo tomaba todas las tardes la leche en lo de José. Acá estaba también en el grupo Rodrigo Palacio, que era más chico que yo, pero vivía acá a la vuelta del club. Cuando era muy pibe todavía y metía algún gol, en el diario salía la carita de él, nosotros la recortábamos y la pegábamos en el plástico del bufet donde vendían caramelos. Nosotros le decíamos que si algún día llegaba a primera, lo pondríamos más destacado. Mirá dónde llegó al final. Jugaba muy bien al básquet. Si se hubiera dedicado, creo que hubiese sido bueno”.

Como suele pasar cuando un personaje como Pepe vuelve al club, aparecen conocidos. Se cruza un primo de Pisani, charlan un rato, quedan en volver a encontrarse, y sigue la charla.

“Yo me mudé a este barrio cuando tenía 10 años. Jugaba en El Nacional, y aunque La Falda me quedaba más cómodo, por la cercanía, no cambié de equipo porque La Falda jugaba la zona consuelo, y yo quería jugar contra los mejores. Ya era competitivo de chico. Acá sí jugaba picados, lindos picados, en el verano, pero en realidad era un punto de encuentro social para mí. De hecho, podían pasar meses sin que yo entrara a la cancha. Pero nos juntábamos en la puerta del club todos los días, o nos cruzábamos a la plaza. El club tenía un rol bien social. Creo que eso caracteriza a los clubes en nuestro país. Cumplen una función de contención no reconocida. Creo que el Estado debería potenciarlo, porque contiene a muchos chicos a los que, probablemente, debería ser el Estado el que contenga. Por eso creo que debería separarse, hasta legalmente, cuando los clubes eligen hacer un deporte profesional, para cuidar su patrimonio”.

Pepe recuerda una niñez muy sana. “No sé si es el tema de que los tiempos cambiaron tanto, pero la verdad es que los recuerdos que tengo son muy sanos. Mi grupo de amigos estaba toda alrededor del deporte, básquet o fútbol, y entonces giraba mucho en base a este club. Tener un lugar físico donde juntarte es bárbaro. Pero era el barrio el que te contenía. Podíamos estar hasta las 9 de la noche en la puerta y mi familia se quedaba retranquila. Nos podíamos quedar horas charlando. Ahora, por lo que veo, el club se convirtió en algunos lugares como un sitio más de paso. Hay menos confianza en largar a los pibes para que vuelvan solos caminando de noche. Cumple más una función de actividad física. Es lo que me parece. Ahora hay también más posibilidades para los chicos, con 18.000 canales por televisión, internet, etc”.

La única parte mala de La Falda venía por otro lado. “No recuerdo una chica de acá. Jamás. Cero mujeres aquí. Al ser un club de básquet y bochas, imaginate. Todo era pelota. Una lástima”.

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