Manu Ginóbili le dio esta entrevista al colega Diego Morini del Diario La Nación, y aquí la compartimos. Este es el enlace a la nota original
No le importa el ruido del picar de las pelotas. No lo desconcentra la chicharra que anuncia el final del entrenamiento. Ni tampoco lo saca de eje que se pasee cerca Tom James, el jefe de relaciones públicas de los Spurs. La selección argentina aparece en la larga charla con canchallena.com y el gesto de Emanuel Ginóbili se contrae. Se cruza de piernas una y otra vez. Se acomoda el pantalón corto y hasta se quita algunas gotas pequeñas de transpiración que le recorren la frente. Es un tema importante para él y por eso cuida sus palabras. No quiere que nada se malinterprete.
No es fácil abordar el tema. Hace un año había dicho que estaba un 98 por ciento afuera del equipo nacional. Su desgaste era importante y por eso fue contundente en ese sentido. Ahora el escenario luce diferente. Si bien no se permite consideraciones que generen ningún tipo de expectativas, de sus palabras se advierten muy pequeñas señales. Su discurso se adueña de la escena y ni el andar de Greg Popovich charlando con Tim Duncan, pueden desviar la atención.
-Hay una etapa especial en 2016, que son los Juegos Olímpicos. No es una situación más, pero hace un año decías que las chances de jugar en la selección eran remotas.
-Cuando hablé de estar 98% afuera de la selección, es porque pensaba que me retiraba. El hecho de que no lo haya hecho hace que las chances de pensar en la selección aumenten, soy un jugador activo. Si estaba retirado, no había nada. Mi cabeza iba por ese camino. Ahora es diferente, me siento bien. Por eso es que le comuniqué a Sergio [Hernández, el técnico de la selección argentina] que estoy disponible para los Juegos Olímpicos .
-Cuando estuviste en el último preolímpico se te veía sufrir como siempre, ¿es inevitable que no te pasen cosas con la selección?
-Que haya jugadores con los que compartiste tantas cosas hace que todo sea más cercano. Qué se yo, si pasan los años y no están Luifa (Scola), Chapu (Nocioni) o Pablo (Prigioni), es decir que no queda ninguno con los que yo haya compartido cosas, no es fácil querer estar. Es como sentir que no pertenecés. Sí es verdad que sentís los colores, sabés que viviste un montón de cosas, pero no es lo mismo. Pero mientras parte del grupo con el que viviste tanto siga estando, siempre pasarán cosas.
-Muchos dicen que parte de la filosofía de juego de los Spurs tenía alguna relación con lo que sucedió con la Generación Dorada, ¿hay similitudes entre ambos procesos?
-Sí, creo que sí. Y creo que la Argentina influyó un poquito en este cambio. En Popcreo que influyó. No puedo decir cuánto, pero el hecho de ver cómo el básquet FIBAse acercaba a la NBA creo que ayudó a moldear un poquito todo esto. Hay dos coincidencias muy grandes. Son dos equipos que llevan jugando juntos mucho tiempo. Con una forma de juego, con una estructura, una idea y que se estiró en el tiempo como casi ningún otro equipo en el deporte. No hay casos de grupo que estén 15 años juntos. Yo tuve la suerte de vivirlo en dos lugares al mismo tiempo. Hay similitudes, es cierto. El compromiso con el otro, el sentir que cuando hiciste las cosas mal, desilusionás a tus compañeros y que si ganás lo hacés para tu grupo. Eso los une. Se generan cosas así en entornos donde se convive por mucho tiempo.
-¿La confirmación de Federico Susbielles en el cargo de presidente de la Confederación es saludable para darle continuidad a un proyecto para el crecimiento del básquetbol argentino?
-Definitivamente es un momento muy bueno. Creo que se están haciendo las cosas bien. Pero es difícil solucionar las cosas con velocidad cuando arrancás menos 30. Hay que remarla. Y cuando hay que remarla y cambiar la imagen y hacer muchas cosas, sin los recursos. Eso me parece que es lo que hay que entender, que de entrada gran parte de los recursos se usaron para tapar agujeros. Pero esperemos que en los próximos años se pueda tener la oportunidad de hacer las cosas bien. Entiendo que cuando todo se normalice se va tratar de contratar a gente idónea en cada puesto clave y se va a trabajar con honestidad. La verdad es que a Chubi (por Susbielles), lo conozco, pero no tanto. Aunque sí confío en él. Tenemos que pensar en el básquet argentino. No tiene que ser Susbielles o Scola-Ginóbili o todos los jugadores. Tenemos que estar tirando para el mismo lado y tratando de organizarnos mejor. Hay que sumar. No hay que criticar sin proponer. Creo que es un gran momento, porque se va a escuchar a todo el mundo y porque todos tenemos ganas de ayudar.
-Si bien Susbielles es de otra corriente política no parece haber problemas con el gobierno nacional, que nada tiene que ver con él.
-Pareciera que no hay ningún tipo de interés en ese aspecto. Y ahora que se da esta situación parece que será menos complejo todo. Porque la verdad es que hace tres meses había que ganar las elecciones en la CABB y no era fácil, porque no se sabía si iba a haber otra lista. Y todas esas cuestiones. Pero como por unos años será ésta la gente que manejará la Confederación, habrá tiempo de trabajar en lo que se viene, en generar, construir y ojalá que podamos llevar adelante lo que soñamos para el básquetbol argentino.
SAN ANTONIO
-Llevás muchos años en la NBA, ¿te seguís preparando igual a cuando llegaste?
-En líneas generales no cambió demasiado. Los horarios de entrenarme, mi sesión de tiros, de almuerzos, siestas y demás, siguen igual. Pero si algo de eso falla no pasa nada, antes era más estricto. En mi casa tenía que haber un silencio sepulcral. El único momento en que se usa la palabra sepulcral es para el silencio, ¿no? Y ahora, con hijos y con diferentes obligaciones, estoy más relajado. Si duermo o no duermo no es problema, voy a jugar igual. Es más tranquilo todo.
-Dijiste hace un tiempo que cuando agarrás la pelota ya no sentís que vas a salvar al mundo, sin embargo, en esta ciudad dicen, "necesitamos a Manu para los playoffs"
-A todo nivel deportivo, político, social, la percepción es tremenda. El mejor defensor de la NBA durante tres años seguidos puede rascarse los dos años siguientes y va a seguir siendo el mejor defensor, porque tiene la fama y la gente te mira de una forma diferente. Y me parece que con Tim [Duncan], con Tony [Parker] y conmigo pasa algo parecido. Está la percepción de que somos competidores. Es difícil aislarse de eso y borrar todo lo que pasó. Juegan los sentimientos y la memoria de la gente. Así que no creo ser determinante, no soy el jugador que el equipo siente que si está sano puede ganar o en caso contrario se complica todo. Soy uno más, me siento importante, pero soy una parte del engranaje para que funcione el equipo. La realidad es que el equipo cambió. Los números de Leonard y Aldridge son los que mandan. Y está bien que así sea, si fuésemos todavía nosotros tres los que lideran el equipo estaríamos en otro lugar y no tendríamos esta marca de victorias y derrotas. Lo bueno es que tenemos muchas opciones.
-La gente dice acá que hay que disfrutar estos juegos porque son los últimos para verte.
-La chapa o la historia es lo que genera todo. En cierto modo sí siento que tanto para mí como para Tim son los últimos momentos, eso está claro. La gente nos transmite el cariño y respeta todo lo que fue nuestra carrera. Y el hecho de que hayamos hecho juntos todo el camino, siempre en la misma franquicia, lo hace todavía más especial, porque nos arraiga con más intensidad. Hay muchísima gente que lleva entre 15 y 20 años de abonada y vivió muchas cosas y le transmite a uno esas sensaciones.
-Vivir tanto con Tim y recorrer la misma ruta, ¿los hace pensar en decir "adiós" juntos?
-El año pasado acordamos seguir juntos y jugando. Si quiero seguir me gustaría que él siguiese. Pero no creo que ninguno de los dos apoye su determinación en si el otro juega. Creo que la decisión de seguir o no es más profunda, tiene que ver con la familia y con las sensaciones en la cancha, de sentirlo en el cuerpo. Si Tim no quiere jugar más, puede afectar un poquito mi decisión, pero la realidad es que dependerá de mí. Si decido seguir jugando me gustaría que Tim siguiese, pero no cambiaría mi determinación si él no lo hace.
-Hace un tiempo parecías más cansado y desgastado, pero ahora se te nota diferente, como pensando hasta en seguir un poco más. ¿Es así?
-Puede ser, posiblemente. No digo ni que sí ni que no, porque sería innecesario y no es el tiempo. Pero como dije un par de veces, estoy más tranquilo, porque el año pasado estaba más dolorido e ir a cada partido era más una carga. Este año la estoy pasando bien. Más allá de la lesión que no fue para nada grata, estoy más calmo, no estoy sintiendo la responsabilidad de ser la primera opción. Tengo un rol un poco más limitado y en este momento de mi vida me viene perfecto. Así que estoy mucho mejor que el año pasado. Estaba buscando este proceso de readaptación desde hace rato y noto que hasta hace un par de años era más de palabra que mental. Ahora el cambio está en mi cabeza y es donde desdramatizo un poco más todo.
-¿Se renueva el deseo de ganar?
-Una vez que estás en la cancha y estás jugando por la última bola te tirás de cabeza y te matás, pero qué sé yo. Por muchos años pensaba en que debía ser campeón o de lo contrario me sentiría para la m. Y ahora no pasa. Este año tenemos una gran posibilidad y un gran equipo; si no sucede ser campeones, no sucede. En los Spurs sigo dejando todo, pero ahora disfruto más otras cosas.
-¿Te gusta lo que está pasando con el equipo en la cancha?
-Sería un caradura si dijera que no. Tenemos un récord de 60-11 y es muy raro que suceda en la NBA. Pasa un poco desapercibido porque está Golden State que es una aplanadora y un equipo muy único. Pero nosotros estamos bárbaros. Hasta hace un mes teníamos el problemita de no ganarles a los mejores, porque habíamos perdido contra Cleveland, Golden State, Toronto. Ahora cambió un poco porque le ganamos a Oklahoma, a Clippers y a Golden State. Ahora vamos a ver qué pasa.
-Esta libertad mental, ¿te permite pensar en el después?
-Sigo pensando en que quiero viajar. Veo difícil alejarme del deporte, pero todavía no descubro un rol en el que pueda sentirme bien. De entrada me voy a tomar un tiempo, sabiendo que eso implica un riesgo, porque quizá cuando volvés estás afuera del circuito. Pero hoy eso no es mi prioridad.
-Hay quienes se preguntan qué será de tu vida después del básquetbol. ¿Vas a vivir en la Argentina o en San Antonio?
-Mi sueño es ser un nómade de la vida. Con hijos no es tan fácil. El otro día le decía a mi mamá "ojalá no vaya más en julio y agosto a Bahía Blanca". Ojalá pueda pasar seis meses en los que la gente esté más relajada y el clima esté mejor. En que pueda disfrutar más a mi familia y a mis amigos. Y después dar alguna vuelta por el mundo. Los primeros dos años van a ser claves para experimentar, para que no me agarre la vida a los 70 reprochándome por qué no lo hice a los 40. Ahora voy a probarlo y después habrá tiempo de enderezar la nave. Es la oportunidad porque mis hijos son chicos, no hay tanto problema con la escuela y ahora se puede tener un tutor y demás. Cuando los chicos crecen y tienen 15, 16 o 17 no se puede hacer como quiero porque ellos se arraigan también. Está todo por escribirse.
-Es complejo llegar a una final de la NBA y Golden State parece incontrolable. ¿Ustedes internamente se proponen tener esa chance de estar en la definición?
-Siempre querés una final. La querés porque te entrenaste durante ocho meses, y porque creés siempre que estás en condiciones. Y además, porque somos un gran equipo. Todos los años lo quise y lo quiero. Llegado el momento veremos si estamos en las mismas condiciones que ellos. Pero hay muchísimos jugadores en la NBA que ni tuvieron la chance de integrar un equipo como éste o tener una oportunidad de llegar a una instancia de definición. Entonces, uno quiere aprovechar las pocas chances que tiene y disfrutar. Hay veces en que aparece esa chance y hay que ir a buscarla con el cuchillo entre los dientes. La idea es ir a buscar la final.