Basquetplus.com

Los últimos dos partidos de las finales de la NBA en 2006 serían en Dallas. Pat Riley era el entrenador de Miami Heat en ese entonces y confiaba en que su equipo podía vencer a Mavericks, siempre y cuando sus jugadores también sientan lo mismo que él. Los de Rick Carlisle tenían la ventaja de jugar en Texas a su favor y los de Florida se encontraban en una situación extremadamente difícil. Estadísticamente, el conjunto con el handicap de local gana tres de cuatro series en los playoffs. 

Nada de eso importaba y Riley creía en los suyos. De igual manera era realista y no quería definir la serie en el séptimo partido, por lo que el sexto encuentro era fundamental. Si ganaban eran los nuevos campeones de la NBA. Así lo recordó Peter Guber en su libro Tell to Win, adonde comenta que quedó perplejo cuando Pat no le regaló entradas para el séptimo juego. "Sólo tickets para el sexto", le dijo. 

Su objetivo era que sus dirigidos ganen el sexto encuentro, sin rodeos ni ataduras. Y para eso necesitaba mantener concentrados y compenetrados a sus jugadores, por lo que le dijo a los suyos que, al preparar la valija para ir a Dallas, sólo lleven una muda de ropa. "Les dije a todos que empaquen para sólo un día. Una remera, una corbata y nada más. No para dos días, ni para tres o cuatro", expresó el entrenador. 

No les iba a dejar salir a ningún lado, mucho menos volver a Texas. Ese partido lo sería todo y no había retroceso. Así fue que esa noche Miami Heat consiguió el primer campeonato de su historia de la mano de Dwyane Wade, Shaquille O´Neal y compañía. Convicción, confianza y psicología. Pat Riley creyó en sus jugadores y en su filosofía. Ellos le respondieron y le dieron un anillo. Él demostró que la mente todo lo puede. Nada es imposible si la dominan. 

Ignacio Miranda/ [email protected]
En Twitter: @basquetplus
En Twitter: @nachomiranda14