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La historia de Marcus Smart, el hombre que pudo controlar su odio

11:15 03/03/2020 | El jugador de Boston Celtics pasó por una adolescencia muy dura, que fue marcada por las drogas y la muerte. Hoy, es una pieza fundamental en un candidato al título.

Marcus Smart, un jugador clave en los Celtics. Foto: NBA

Un sinfín de esfuerzos han convertido a Marcus Smart en el corazón de Boston Celtics. Un jugador capaz de darle al equipo lo que necesite en el momento indicado. Garra, disciplina y muchísima dedicación. La definición perfecta de cómo debe ser un compañero dentro de la cancha. Sin embargo, hubo un tiempo en el que toda ese energía estaba enfocada en la dirección contraria y Smart era conocido como un joven problemático.

Para entender su historia, hay que viajar a su pasado: él nació y creció en Flouer Mount, un suburbio de Dallas en el que, como suele suceder en muchos barrios de los Estados Unidos, las calles están plagadas de malas influencias. Sus padres trabajaban todo el día y fue su hermano Todd quien se encargó de criarlo. El gran problema era que ese muchacho, 23 años mayor, padecía un cáncer de pulmón desde su adolescencia. Soportó la enfermedad por más de dos décadas, hasta que falleció en 2004.

Esto afectó muchísimo a Marcus, pero más aún a Michael, su otro hermano, quien buscó en el asfalto y en las drogas una forma de borrar la tristeza que le provocó esa pérdida. Lo único que encontró fueron problemas. Casi muere a causa de una sobredósis de cocaína y muchas otras veces estuvo a punto de perder la vida por un ajuste de cuentas entre bandas callejeras. El entorno de Marcus estaba desmoronándose y el odio se apoderó de su vida: "Me metí en muchas peleas, varias por semana. Sentía que todas las cosas que sucedían en mi mundo me terminaban sofocando."

Smart siempre fue un fanático de los deportes. Pero, en esos momentos, el básquet pasó a un segundo plano y sólo era una excusa para generar conflictos. Todo cambió una tarde cuando, junto a su amigo, se desquitaba tirándole piedras a quien pasara por la calle. Un hombre amenazó con asesinarlos y, tras una persecusión, disparó cuatro balazo que pasaron muy cerca suyo. Aquello funcionó como una resurrección. Cambió su forma de ver la vida y comenzó a canalizar ese odio mediante terapia. Además, la familia se mudó a un barrio más calmo. Allí, el joven pudo dedicarse exclusivamente a desarrollar su talento deportivo.

Fue reclutado por la Universidad de Oklahoma State, en la que pasó dos temporadas siendo uno de los bases más productivos de la NCAA. Y, aunque fue suspendido durante tres juegos por empujar a un fan que lo insultó de manera racista, jamás volvió a meterse de lleno en aquel mundo de odio del que había salido. El Draft de 2014 lo esperaba. Y, en esa ceremonia, sería elegido en el sexto puesto por el equipo de su vida. Su nombre se unió al de los Boston Celtics.

A lo largo de su carrera en la NBA, ha demostrado que su juego está impulsado por aquella rabia que finalmente supo controlar. Y, todas las noches, Smart respeta un pacto inquebrantable: salir a competir con la misma fuerza con la que su hermano Todd luchó por su vida.

 

Leandro Carranza/[email protected]
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