Kevin Durant: la dura infancia que explica a la estrella
09:21 29/09/2020 | El actual alero de los Brooklyn Nets es una de las principales figuras de la liga. Sin embargo, nada de eso parecía posible durante su adolescencia.
Amor y odio. Críticas y elogios. Aplausos y abucheos. Si sos un fanático de la NBA, no hay manera de que seas indiferente al fenómeno Kevin Durant. Mientras su innegable le permite destacarse entre los mejores del mundo, sus decisiones lo convierten en blanco fácil para los coletazos mediáticos. Pero la historia de KD va mucho, mucho más allá de la NBA y el deporte. Para entender al hombre exitoso y polémico, primero hay que conocer al niño humilde e introvertido. Y un viaje a su pasado en el día de su cumpleaños 32 puede echar luz sobre ello.
29 de septiembre de 1988. Washington DC. En las afueras de la Capital, nace el segundo hijo de la pareja conformada por Wayne Pratt y Wanda Durant. Esos años fueron bastante turbulentos para Wanda, Tony y su pequeño hermano Kevin. Wayne los abandonó y todo fue cuesta arriba. Y, a pesar de que eventualmente la versión adulta de KD perdonó a su padre, aquel niño creció buscando una figura paterna. Los esfuerzos de su madre y su abuela lo alejaron de la necesidad de trabajar, por lo que Durant dedicó su infancia a su única gran pasión: el básquet.
Y, de frente al aro, aquel jovencito emprendió el camino que lo llevaría a la gloria. Pero Kevin aún no era la superestrella de estos tiempos y su confianza estaba muy por debajo de lo que su potencial insinuaba. Su altura era motivo de burla. Su físico frágil, una alarma para los programas deportivos infantiles. Todo eso cambió cuando, a los ocho años, se enlistó en el centro recreativo Seat Pleascent y conoció al hombre que cambiaría su vida: Charles Craig. "Él me dió la confianza que yo no tenía en mí. Me dijo que, cada vez que entrara en una cancha, debía ser el mejor jugador posible. Es lo que he hecho desde entonces".
Juntos miraban el Draft de la NBA todos los años. Y Chuck, como él lo llamaba, tenía en claro que su pupilo sería parte de esa emblemática ceremonia: "Decía que yo iba a estar en esa posición. Siendo un niño, creía que eran todas mentiras. Que era imposible", confesó Durant tiempo después. Pero la realidad es que el rendimiento de KD le daba la razón. De los circuitos AAU pasó a la National Christian Academy y luego a Oak Hill. Allí se forjó como una anotador puro y las cosas comenzaban a encaminarse, pero el destino quiso que una noche de 2005 destrozara esos momentos de felicidad. A los 35 años, Charles Craig había sido asesinado al tratar de frenar una pelea callejera.
"Estaba en el lugar y en el momento equivocado. Así fueron las cosas. Yo creía que él era como Superman, que nada malo podía pasarle. Escuchar que no iba a estar más cerca mío me hizo entrar en estado de shock", dijo el joven en una entrevista cuando ya estaba en la NBA. Su madre reforzó ese sentimiento: "Sabía lo mucho que le afectaría a Kevin porque entendía cuánto se amaban el uno al otro. Lloramos. Fue triste, un momento muy triste".
Entre el dolor, la bronca y el miedo, Durant aceptó un consejo de su abuelo y dio inicio al homenaje eterno para el hombre que le enseñó a creer en sí mismo: usar únicamente el número 35, edad que tenía Chuck cuandió murió. Universidad, NBA, no importaba. El dorsal siempre fue el mismo. De Oak Hill pasó a Montrose y allí creció trece centímetros, convirtíendose en un prospecto Top que captó el interés de todos los programas universitarios. Finalmente, se comprometió con Texas. Y, con la camiseta de los Longhorns, demostró que no tenía techo. Apenas una temporada, pero promedios de casi 26 puntos y 11 rebotes por juego.
Era cuestión de tiempo para que la profecía de Craig se cumpliera: KD iba a jugar a la NBA. Sin embargo, los fantasmas de la infancia se presentaron una vez más: "Sólo un jugador no fue capaz de levantar más de 80 kilos en el Combine. ¿Saben quién? Sí, Kevin Durant. Es vergonzoso", soltó cierto analista antes de la ceremonia. Las dudas sobre su fragilidad física hicieron que Portland, dueño de la primera elección del Draft 2007, se decidiera por Greg Oden antes que por él. Pero Seattle Supersonics no iba a dejar pasar la chance. Y, esa noche, el sueño del niño se hizo realidad: pick número dos.
Con el tiempo, Durant se ha convertido en una de las grandes superestrellas que tiene la competición. Ha evolucionado constantemente y pasó de ser un anotador letal a un jugador completo que puede dominar el juego en casi todos sus aspectos. Brilló en Oklahoma City Thunder, fue MVP de la temporada regular en 2014 y luego partió hacia Golden State Warriors durante la Agencia Libre de 2016 en una de las decisiones más cuestionadas de la era moderna.
Allí ganó dos títulos y dos MVP Finals en tres incursiones a las Finales de la liga, la última de ellas sin poder jugar un partido completo a causa de la lesión en el tendón de Aquiles que lo dejó fuera de toda esta temporada. Ahora, con los Brookyln Nets, buscará agrandar aun más su legado. Por él, por su madre, por Chuck y por todos los que alguna vez dudaron.
Leandro Carranza | [email protected]
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