España fue muy superior a Argentina y es el nuevo campeón del mundo
10:54 15/09/2019 | Argentina no pudo repetir lo hecho en el torneo y quedó lejos de poder competirle al equipo europeo, que fue un claro ganador: 95-75.
Probablemente el resultado de la final importaba más para España que para Argentina, aunque para los de Hernández fuera la posibilidad de coronar un torneo maravilloso con un título. Sin embargo, ¿cuánto cambiaba lo logrado en China si tocaba perder? Quizá lo que no había que perder era la compostura, y pese a que España dominó de punta a punta la final, y con claridad, Argentina se fue con toda la dignidad del mundo. España ganó 95-75 y vuelve a ser campeón después de 13 años, por categoría, clase y disciplina táctica.
España comenzó con un planteo defensivamente perfecto e inspirado ofensivamente, ante una Argentina sumamente ansiosa, sobre todo por el lado de Campazzo. Scariolo armó su esquema defensivo para anular a Scola (con Oriola de entrada), para ver cómo se las arreglaba el resto. Campazzo empezó desordenado y el que apareció para cortar el pésimo arranque (2-12), fue Brussino, con dos bombas seguidas. Parecía que Argentina se acomodaba tras colocarse 13-14, defendiendo mejor, encontrando algo más de espacio adelante, pero fue un espejismo.
España tenía todas las variables estudiadas. Con Delía en cancha, ajustaba el poste bajo de Deck para que no pudiera hacer su clásico giro hacia afuera, seguía manteniendo a Scola bajo control con ayudas y saltos (Claver siempre como rueda de auxilio), y el único que lo complicaba de a momentos era Laprovittola con sus arrestos individuales. O alguna corrida por buena defensa argentina, como una que terminó con volcada de Deck u otra con antideportiva de Ribas. Pero estaba claro que Argentina estaba muy incómoda. Ningún rival le había impuesto su defensa, y ante esa adversidad, no tuvo la reacción adecuada. España metió un parcial de 17-1 y sacó la máxima de 17: 14-31.
Todo esto, sin que apareciera Marc Gasol, bien controlado desde el lado argentino, aunque con espacio de maniobra. España dominaba a Argentina mentalmente. Le tiraba encima la historia, la presión y la experiencia. Rudy, viejo lobo de mar, generaba problemas con su dinámica y con sus mañas, sabedor de lo que pone nervioso a los argentinos. La movilidad en ataque de España fue un problema que Argentina casi nunca pudo resolver con continuidad. Estaba enredado en una situación distinta a todas las vividas en el Mundial, donde había sacado de quicio a sus rivales. Ahora, era España la que sacaba de quicio a la Argentina. Al descanso largo, la ventaja española era de 12, 31-43. Hernández tenía mucho trabajo para el entretiempo.
Las cosas se pusieron peor. Porque como contra Australia, cuando Argentina ya empezaba a mostrar síntomas de fatiga (mental sobre todo), España sacó a su segunda arma letal: Gasol. El pivote utilizó su oficio y peso para desequilibrar a un Delía que nunca le encontró la vuelta a su defensa (tampoco al ataque). Cada minuto sumaba desesperación en Argentina y España aprovechaba esa situación para estirar la ventaja a brechas prácticamente irremontables. La distancia llegó a ser de 22 (33-55) y no hubo solución a los problemas.
Los 15 minutos finales, salvo por un par de veces que Argentina se puso a 12, no tuvieron mayor diferencia. España nunca perdió el control real del juego y a Argentina le quedó, por la gran diferencia, ir a buscar una remontada heroica con poco juego, mucho vértigo, baja efectividad y, siempre, mucho corazón. Sin discusiones: España ganó 95-75 y es el campeón del mundo. Anuló la confianza de su rival desde el primer minuto y con eso le robó una de sus principales armas. De todos modos, de más está decirlo, torneo impresionante de Argentina, que llegó con un objetivo inicial de meterse en los Juegos Olímpicos y terminó jugando el partido final.
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