NBA

El partido más desparejo de la historia

10:54 07/06/2020 | Durante el tercer encuentro de las Finales de 1998, Chicago Bulls aplastó a Utah Jazz por 96-54. Esa es la cifra de anotación más baja desde que se creó el reloj de posesión.

Bulls-Jazz, las últimas Finales de Jordan. (Foto: Sporting News)

The Last Dance ha traído al presente las hazañas de Michael Jordan y aquellos Chicago Bulls que ganaron seis campeonatos en ocho temporadas durante la década del noventa. Hoy se cumplen 22 años de una de sus mayores demostraciones de dominio: la noche en la que secaron a Utah Jazz al punto de dejarlo en la anotación más baja desde 1954.

Ocurrió durante el tercer partido de las Finales de 1998, las últimas en la carrera de Jordan y el cierre perfecto de la dinastía. La pareja conformada por John Stockton y Karl Malone le habían dado a la franquicia de Salt Lake City el prestigio suficiente como para que toda la NBA los respetara. Se quedaron cortos en 1997 y soñaban con vengarse un año después. La serie estaba empatada, con una victoria por lado. Ambos encuentros habían sido muy parejos y todo indicaba que el siguiente cruce, disputado en el United Center de Chicago, iba a ser igual. Sucedió todo lo contrario.

Malone se cargó a Utah durante el primer cuarto y anotó doce de los catorce puntos de su equipo. El parcial terminó 17-14 para los Bulls. Pero, a partir de allí, la diferencia fue abismal. Phil Jackson preparó una estrategia para bloquear defensivamente a todos sus rivales y puso a Dennis Rodman directamente sobre El Cartero. Este último anotó diez tantos más, pero los registros de sus compañeros fueron desastrosos: ninguno superó las ocho unidades.

Los Jazz se quedaron en un 30% de acierto en tiros de campo, luego de fallar 49 de los 70 que lanzaron. El enfrentamiento culminó en victoria para los locales por 96-54, la mayor diferencia en la historia de las Finales. Además, el marcador de los visitantes se transformó en el récord de menor cantidad de puntos desde que se implementara el reloj de posesión en la campaña 1954/55. Una demostración clara del poderío defensivo de los campeones reinantes, capaces de minimizar a un conjunto totalmente dotado de armas ofensivas.
 

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