La octava edición de la LNB tuvo muchas aristas interesantes, incluso antes de que la pelota fuese lanzada al aire. El hecho más importante se dio en el plano institucional, porque la AdC logró su independencia de la CABB para quedarse con el control absoluto de la competencia, y entre las resoluciones que tomó fue la concreción de un viejo anhelo, la televisación de los partidos de Liga.
En cuanto al reglamento del torneo, la novedad más importante fue la decisión de volver a jugar con 16 equipos al año siguiente, por lo tanto la temporada 1991/92 determinó un solo descenso para la máxima categoría, y tres ascensos desde la Liga B. De esa manera, se le puso fin al formato de 14 participantes después de una experiencia de tres años.
Boca Juniors había llegado a la élite en la temporada anterior, precisamente después del Campeonato Mundial que se había disputado en Argentina; en tanto River Plate había descendido en la Liga corta de 1990. Es decir que hasta esa temporada, ambos equipos jamás se habían cruzado de manera oficial en el nuevo mapa del básquet argentino idealizado y creado por León Najnudel.
El Millonario, que se había quedado muy cerca del lograr el ascenso al finalizar en el tercer lugar de la Liga B 1990/91, se vio favorecido por la deserción del Deportivo San Andrés (no consiguió los avales para jugar la LNB), y de esa manera pudo concretar el regreso a primera, donde fue protagonista en los inicios e incluso llegó a ser finalista en 1988.
Desde un principo quedó en claro que los dos equipos porteños eran candidatos a bajar la B, sobre todo después de una primera fase que los dejó en las dos últimas colocaciones, separados por un solo punto. Al finalizar la segunda fase, Boca ascendió un lugar y se cruzó con Olimpia de Venado Tuerto, pero no le pudo sacar rédito a la ventaja deportiva y fue barrido en la serie (0-3); mientras que River logró arrebarte un juego a Gimnasia de Pergamino, pero terminó cediendo en el cuarto (1-3).
Dicho esto, la definición por el único boleto a la Liga B quedó determinado en un mano a mano entre los dos archirrivales, en una serie que tuvo todos los ingredientes que se puede encontrar en un clásico: tensión, nervios, adrenalina, conflictos, y hasta un escándalo de proporciones que terminó con la pérdida de puntos y una multa ecónomica para uno de los clubes.
Boca pegó primero
Tras un comienzo bastante impreciso, los dirigidos por Alberto Finguer fueron construyendo la victoria en el costado defensivo, y en un ataque que contó con la soberbia producción de Randy Henry (32 puntos con 13/17 dobles y 7 rebotes), bien acompañado por James Terry (19) y Cristian Aragona (18). A River no le alcanzó con el goleo de Daniel Aréjula (24) y la efectividad de sus tiradores (8/18 triples). El resultado final fue un contundente 108-91 para el Xeneize.
La noche del escándalo y un partido que no se jugó
El club Ciudad, donde Boca hacía las veces de local en esa temporada, tenía previsto un encuentro femenino para el mismo día que se debía disputar el partido juego de la serie. Cuando el plantel de River llegó al estadio, las chicas de Ciudad y Country de Banfield se trasladaron a una cancha auxiliar para disputar el segundo tiempo. Después de que se desalojó el recinto y se permitió el ingreso de las parcialidades de los dos clubes ligueros, los jugadores visitantes abandonaron el campo de juego -tras unos minutos de precalentamiento- para no volver a regresar.
¿Qué fue lo que sucedió? que el delegado de River resolvió no jugar el partido, aduciendo que los equipos debían contar con la cancha con una hora de anterioridad. Los árbitros Alberto García y Juan Quesada se ajustaron al tiempo de tolerancia para finalmente cerrar la planilla sin las firmas de los millonarios. El actual Director Ejecutivo de FIBA Américas expresó en ese momento: "No suspendí el partido, incluso le ofrecí a River comenzarlo más tarde para que tuvieran tiempo de hacer su calentamiento. El partido no se jugó porque River no se presentó, que eso quede bien claro".
La decisión de los dirigentes de River, de no presentarse y tampoco de jugar bajo protesta, a pesar del pedido expreso de los jugadores de salir a la cancha, se pagó con un costo muy alto. La entidad de Nuñez perdió los puntos y recibió una multa de 3000 dólares para cubrir los gastos ocasionados a Boca. El Tribunal de Disciplina no quiso sentar un precedente, y por ese motivo tomó la decisión de castigar al infractor y no reprogramar un partido que uno de los clubes no quiso jugar. Con el paso del tiempo quedaron expuestas las desprolijidades de la época, pero también la falta de diálogo entre las partes, porque ese el partido jamás debió suspenderse.
Sin margen de error, River consigue su primer punto en la serie
La recuperación de River llegó en el peor momento, porque a la pérdida de los puntos se le sumó la lesión de su base, Eduardo Cadillac, apenas se inició el tercer partido. No obstante, el conjunto de Carlos Boismené se quedó con el triunfo (109-98) porque logró aislar a Henry con una defensa impecable de la figura de la cancha, Luis Oroño, quien terminó el pleito con 26 puntos (6/8 dobles, 2/3 triples y 8/8 libres) y 5 rebotes. En la zona de la pintura, un William Davis (24) que fue de menor a mayor, terminó por imponerse ante los internos rivales. Lo mejor de Boca pasó por las manos de Cristian Aragona (24 puntos con 3/4 triples).
Renace la esperanza, River fuerza un quinto partido
En un juego que se definió en tiempo extra, River remontó dieciocho puntos para terminar imponiéndose por un dramático 114-112. Fue hasta ese momento, el partido más emotivo de la serie, porque el Millonario, sin otra opción que ganar, puso actitud y temperamento para dar vuelta un trámite que lo empujaba inexorablemente a la segunda categoría. Boca comenzó mejor, pero con el correr de los minutos sufrió una merma en su producción, bajó su efectividad y le costó mucho contener a su rival, especialmente a Daniel Aréjula (39 puntos, con 9/12 dobles, 2/4 triples y 15/17 libres), el hombre que lideró la victoria de los Nuñez.
La noche de la salvación de Boca, también terminó con escándalo
Dramático por donde se lo mire, y sin margen de error se jugó el último partido. River aprovechó el envión anímico para comenzar mejor. Lo hizo con el aporte de Luis Oroño y Sebastián Festa, sus principales cartas ofensivas, y una defensa con mucha presión en todos los sectores. Con Leonardo Vercesi controlando la pintura, la visita llegó a ganar por ocho, y se fue al descanso largo con cinco de ventaja (41-46). Boca lo emparejó al regreso de vestuarios, con la conducción de Leonardo Diebold como generador y de Cristian Aragona como ejecutor. Además, James Terry pasó a dominar el juego interno generando constantes segundas opciones.
Con un sólido trabajo defensivo, Boca fue torciendo el rumbo para encaminarse a la salvación. El dominio se incrementó hasta llegar a un 87-80 casi decisivo cuando quedaban 37s9. Fue en ese momento que la violencia se hizo presente en el Ciudad, cuando una bomba de gamexane fue arrojaba por la parcialidad de River sobre el banco de suplentes del local, y un cenicero lanzado por la misma hinchada impactó sobre la mesa de control. El partido se suspendió durante 53 minutos, hasta que el personal de seguridad desalojó el recinto. Cuando volvieron las garantías, Darío Rodríguez y Eduardo Bellón continuaron con el tiempo que faltaba, el cual determinó el descenso de River y la salvación de Boca.
Durante mucho tiempo se habló de esa definición, que tuvo como protagonistas a los dos clubes más populares de Argentina. Boca salió airoso a pesar de la falta de organización y de no contar con un estadio propio; mientras que River pagó el precio de algunas desprolijades y de la negligencia de sus dirigentes. En aquellos tiempos, el básquet había dejado de ser una prioridad para ambas instituciones, con presupuestos acotados debido a los altos costos que les demandaba el fútbol.
Para Boca fue un antes y un después, porque con el correr del tiempo fue conformando grandes equipos, los cuales terminaron por elevarlo a la cima, y no solo en la Liga Nacional, que ganó en tres ocasiones, sino también en el plano internacional. En cambio River, jamás pudo repetir la rica historia de los ochenta, cuando se coronó campeón del Argentino de Clubes, y llegó a ser finalista de la LNB.
Roberto Martín
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